Luis Andrés Cisneros.
Ya desde los mismos albores del presente siglo, se ha impuesto, al menos en nuestro país y, me temo, que en toda Europa también, un estilo de vida, dominado por el egoísmo y, en menor medida, por el hedonismo.
Lo que requiere que los pensamientos altruistas y generosos, se hayan difuminado, por completo, del estilo de vida de la sociedad y, principalmente, de los que se dedican al noble arte de la política, a saber, vivir a costa de un dinero que, como dijo hace años la actual vicepresidenta del Gobierno ‘no es de nadie’ y por eso mismo disponen de él a su antojo y, ¡qué casualidad! Siempre para beneficio propio.
A raíz de la tan cacareada moción de censura y la posterior dimisión del ‘expulsado del Paraíso’ Mariano Rajoy, ha quedado a las claras lo que el titular de este artículo enuncia (y denuncia): la ausencia de altura de miras, generosidad y altruismo que les caracteriza.
De vez en cuando, los políticos, en un descuido de sus asesores o, henchidos de confianza ante todo lo que ocurre, se les escapa decir la verdad (raro, raro, raro). Esto último le ha pasado al presidente del ‘dolce far niente’ y apasionado lector del Marca. Vamos a recordarlo.
Mariano Rajoy, o sea Zapatero 2.0, al anunciar su futura (cuidado que aún no se ha ido) dimisión de todos los cargos en el partido y su abandono de la política, tuvo un ‘lapsus linguae’ y soltó, probablemente la única verdad de sus años de gobierno, o por lo menos la más demostrable: ‘dimito porque es lo mejor para mí y para el partido’
A posteriori, y dándose cuenta de la irreparable metedura de pata (una de tantas de su reinado), intentó rectificar añadiendo que creía que también era lo mejor para España, aunque parecía no estar nada seguro. Muy bien Mariano, has sido el primer político con representación parlamentaria que ha sido capaz de decir una verdad como un templo: España es lo menos importante.
Pero fue incapaz de cambiar el orden, ni poner ninguna excusa. Es más posteriormente, el mismo día 11 en una entrevista en Libertad Digital, mantiene el mismo orden de importancia. Ha quedado claro, el egoísmo de este encantador de serpientes está por encima de lo humano y lo divino. Ha sido presidente de España, con la misma altura de miras que podría haber sido vocal del club de amigos del mármol de Carrara. Aquí, por lo menos, el sueldo era importante.
Pero no se crean que ha sido el único. Todos, es decir todos los que han protagonizado el esperpento que ha significado el Mercado del Templo que ha tenido lugar en la Carrera de San Jerónimo, han elevado el egoísmo a cotas altísimas, dejando a las claras que, en los tiempos que corren sólo importa eso de ¿Qué hay de lo mío?
Sánchez se ha lanzado a hincarle el diente al sillón de La Moncloa, que era lo mejor para él y, es de suponer que para su partido.
Rivera jugaba con los tiempos y la indefinición, a la espera de ver qué era lo mejor para él y sus ‘naranjitos’.
Iglesias esperaba ser nombrado ministro de algo y que los suyos contaran para algo, los demás contentos con ver cómo destruyen España y, de paso, ver consolidadas sus cosas y prebendas y de su partido.
Los trileros del PNV jugando al póker con cartas marcadas y demostrando que pueden crucificar a quién haga falta, si lo mío no se toca. Y que quieren que les diga de los de ese país pequeñito que está allí arriba (de las pocas palabras que ha dicho Guardiola en español), su única obsesión patológica es la secesión, lo demás les importa un huevo.
Ha quedado claro y diáfano, España es, para los egoístas que ocupan las instituciones algo etéreo y prescindible, por una sola razón, no es lo mejor para ellos tanto a nivel individual como de partido.
Nos queda una esperanza, que la lucha que mantiene VOX para que se cumpla la Justicia, pueda seguir adelante y no se vea torpedeada por los usurpadores del pensamiento de la mayoría de los españoles.
Me preocupa cómo hemos sido capaces de llegar a estos extremos. La concepción del fallido Estado de las Autonomías Ha corrompido el sistema y ha creado unas redes clientelares que siguen extendiéndose como una mancha de aceite. Sólo VOX propone su eliminación, antes de que sea demasiado tarde.
El enfrentamiento sistematizado por los cabezas de los partidos, siguiendo con su ejercicio desmedido de egoísmo, entre las distintas regiones, está creando un desequilibrio demencial entre los mismos españoles, pero mientras haya un solo pezón al que agarrarse, nadie hará gala de altruismo.
Sólo podemos confiar en la sociedad civil y en el valor de un parido como VOX, que no están abducidos por ‘lo mejor para mí’.
Al paso que vamos, los aspectos negativos de la vida se van a convertir en positivos, ¿o no? Mariano tu ya has sembrado el camino que te dejó ZP, ya has conseguido que el egoísmo sea una virtud. A ver cómo les cuentas a tus nietos que eso lo hiciste tú. Estoy seguro que le echaras la culpa a otro.
Y, como siempre, y más en los tiempos que corren mi despedida es...
Recuperemos las competencias y ¡¡VIVA ESPAÑA!!