Begoña Carrasco. Portavoz del Grupo Municipal Popular en el Ayuntamiento de Castelló y Presidenta del PP de Castelló de la Plana
La crisis económica y social ha hecho proliferar en la ciudad de Castellón la pobreza. A la izquierda, cuando gobierna, no le gusta hablar de ese problema, pero esta es la realidad. Así lo atestiguan los datos de atención social que ofrecen las principales organizaciones no gubernamentales que atienden a las personas sin recursos.
Cáritas, en su informe del año 2020, ha certificado un aumento de sus prestaciones en un 16%, lo que supone la friolera de 17.000 personas que no tienen ni lo más básico para vivir, y que recurren a su amparo para cubrir sus necesidades más básicas. Lo mismo ocurre con el Banco de Alimentos, que en el año 2020 elevó sus cestas de la compra en un 20%, protegiendo a más de 15.000 personas, y Cruz Roja, solo en la ciudad de Castellón, atendió a 22.411 personas durante 2020, con más de 128.000 intervenciones.
Las cifras constatan el drama que se vive en la capital de la Plana. Sí, en Castellón también existen las colas del hambre, aunque no las veamos en la televisión ni en el resto de los medios de comunicación. Están. Las aglomeraciones de personas que acuden a los Servicios Sociales de la calle Colón, en el edificio Quatre Cantons, también dan testimonio de ello.
Y en medio de este drama, tenemos un equipo de gobierno que se llena la boca diciendo que rescatan a las personas, cuando la realidad es que lo hacen tarde… y mal. A día de hoy, la concesión de una ayuda por parte del Ayuntamiento de Castellón tarda en tramitarse y activarse entre un mes y medio y dos meses, aunque hay casos superiores. Y de ahí la importancia que tienen las entidades sociales, que están llegando donde la acción política no lo está haciendo.
La dimensión del problema es mucho más grave que todo eso. No es que ahora mismo estén cubriendo con su trabajo el vacío de la administración, es que la falta de presupuesto municipal para este ejercicio 2021 está haciendo que las entidades no gubernamentales tengan que asumir, de su bolsillo, con sus propios recursos económicos, la ayuda que prestan. Están haciendo de bancos de los pobres.
El equipo de gobierno municipal de Amparo Marco trata de hacer ver que no tener aprobado el presupuesto no implica nada. Pero sí implica. Implica que la ciudad está paralizada, que no se desarrollan las inversiones que se necesitan, pero sobre todo, que no se atiende a los que ahora mismo más necesitan de la ayuda municipal.
Gobernar no es un juego. De las decisiones y las acciones políticas dependen muchas cosas y muchas personas.
Por eso es irresponsable que la izquierda de esta ciudad siga deshojando la margarita, sin aprobar el presupuesto del año 2021. Su falta de acción tiene consecuencias, y muy graves. Los que venían a salvar personas son, una vez más, los que más las están castigando. La ciudad necesita un cambio de gobierno. El actual está agotado. Y los castellonenses no pueden esperar más.