Begoña Carrasco García. Portavoz del Grupo Municipal Popular en el Ayuntamiento de Castellón i presidenta del PP de Castellón de la Plana
Lo han vuelto a hacer. El PSOE ha vuelto a meter la tijera en la sanidad y en la seguridad de los castellonenses. El socialista Ximo Puig ha aprobado el cierre del Centro de Información y Coordinación de Urgencias (CICU) de Castellón. De ahora en adelante, el servicio se centralizará y prestará desde Valencia. Desde allí se recibirán todos los avisos de la Comunidad Valenciana.
Un paso atrás. Los que presumen de descentralizar la administración, los que dicen que quieren acercar la atención a los ciudadanos, se la llevan a Valencia, lejos de los castellonenses. Eso significa que en, caso de emergencia, por ejemplo, la solicitud de una ambulancia para un accidente o problema grave fortuito, operativos en los que la rapidez de acción y de respuesta son fundamentales, se atenderán a casi 100 kilómetros de Castellón de la Plana.
El Partido Popular nos hemos reunido con el personal del CICU que se va a ver afectado por el cierre, y todos concluyen en tres factores para oponerse a esta decisión: la velocidad de respuesta, la proximidad al punto de actuación y el conocimiento geográfico del territorio son fundamentales. Precisamente, estos tres factores son los que hicieron que un accidente de la gravedad del vuelco del barco en PortCastelló, en el que fallecieron dos personas, no tuviera todavía consecuencias más graves. ¿Desde Valencia van a atender las urgencias de Vinaròs o de Morella, a cientos de kilómetros? También el Colegio de Médicos se ha opuesto a esta decisión.
No, el cierre del CICU es una mala noticia para los castellonenses. Es un golpe directo y mortal a nuestro sistema de bienestar. Ese que tanto nos ha costado construir, y que los socialistas no paran de recortar. Y lo peor de todo, en pleno agosto, con nocturnidad y alevosía, antes incluso de haber comunicado a las partes que habían alegado contra esta decisión, la posibilidad de conocer de manera personalizada la negativa. Rodillo y silencio.
Y lo peor de todo, con la complicidad de la alcaldesa de Castellón, que vuelve a anteponer la defensa de sus siglas y el cierre de filas con su partido en lugar de clamar contra el recorte de un servicio esencial para los ciudadanos.
A partir de ahora, las llamadas para atender una urgencia se atenderán desde Valencia, por personal que no conoce para nada las características de Castellón. En modo robot. ¿Alguien se ha parado a pensar si cuando tengan que enviar al personal de emergencias a Castelló, en lugar de enviarlo a la capital de la Plana lo envían al municipio de Castelló que Ximo Puig ha bautizado recientemente en la provincia de Valencia? Errores que se producen cuando el tiempo apremia, y que son más habituales de lo que pueda parecer, tal y como alertan los expertos consultados en esta materia.
No estamos para correr riesgos innecesarios. Lamentablemente, la lista de recortes y agravios va en aumento. El cierre de la Casa Cuna, la Guardería Infantil para personas sin recursos, el centro de acogida de Penyeta Roja, el desmantelamiento de servicios del Hospital Provincial, la cesión de las competencias en materia urbanística, la pérdida de la exclusividad en el topónimo de la ciudad, los cinco consultorios sanitarios que hay cerrados… el ‘resta y sigue’ no conoce límites. Y todos llevan la firma del socialista Ximo Puig, con el beneplácito de Amparo Marco. Y Castellón sale perdiendo.