El 19 de Marzo, día de San José lo quieran o no lo quieran los componentes del actual Gobierno, seguirá siendo para todos los españoles creyentes el Día del Padre y en la Comunidad Valenciana tendremos el privilegio de celebrar simultáneamente nuestras Fallas mientras felicitamos a nuestros progenitores, por mucho que les duela a Isabel Celáa y algunos de sus compañeros de filas social comunistas.
Este año, nuestras autoridades eclesiásticas han decidido considerar Día de Precepto el lunes día 20, para no restarles protagonismo a nuestras Fallas y dejarles todo el protagonismo al mundo fallero con el consiguiente glamour musical y de desfiles ininterrumpidos de las Comisiones que llenan de alegría nuestras calles.
Aprovecho las vísperas, porque siempre se saborean mejor los espectáculos que se nos ofrecen, al no estar aún cansados y extenuados de tanto ajetreo.
Y aunque mi padre ya hace casi cuarenta años que nos dejó, para reunirse con el Padre de todos, no hay un solo año que no le recuerde con aquella sonrisa bonachona con que nos recibía a todos cuando acudíamos a su casa, como vuelven los pajaritos a su nido hasta que maduran.
Lamentablemente, por motivos profesionales durante mi juventud, tampoco pude estar a veces con el mío, pero nunca le faltó una llamada emocionada y emocionante que refrendaba el maravilloso sentimiento paterno-filial que nos unía.
Y por los mismos motivos, éste año voy a disfrutar de la presencia de mi hija junto a nosotros el domingo 19, pero echaré de menos a mi hijo que estará en Oriente Medio atendiendo a su responsabilidad profesional.
Seguro que no me faltará su video llamada, como nunca le faltó a mi padre la mía telefónica cuando no podía estar en esas fechas con él.
Por eso me rebelo y exaspero, cuando una vasca, que muy poco o nada debió valorar a su progenitor, cuando se atrevió a decir que "los hijos no son de los padres".
Lo quiera ella o no y por muy absurdo que parezca que una persona de ese talante sea la Embajadora de España en el Vaticano ante la Santa Sede, yo siempre tuve ese vínculo que me unía a mi padre y nunca quise renunciar a él, porque he sido un hijo muy agradecido a su padre y a su madre, siendo muy consciente de los esfuerzos y sacrificios que ellos hicieron para educarme y formarme como lo hicieron.
Me da pena usted, Señora Celáa.
Hasta la semana que viene.
Busque pistas e intente localizar a su padre, que seguramente le estará esperando con los brazos abiertos y le perdonará su desafección expresada en su momento.