Zara se va del centro de Castelló para desgracia de todos, porque es obvio que un comercio de este tipo resulta vital para dinamizar el casco histórico local. Lamentablemente, no hay vuelta atrás, las empresas no son ONGs, sino que están concebidas para ganar dinero.
Políticamente hablando no pasará nada, ya que ahora es el PP el partido que gobierna y el PSOE el que está en la oposición. Eso sí, sin el cambio surgido de las urnas el pasado 28 de mayo, Begoña Carrasco ya hubiera atribuido la culpa de la novedad a Amparo Marco. Como se sabe, la responsabilidad no figura entre las prioridades de la derecha cuando está en la oposición.
Y a menudo, tampoco en el gobierno, donde la verdad es que al PP se le da mucho mejor vender humo que gestionar; lo vimos con elTRAM, del que en los primeros años del siglo XXI nos dijeron que serviría para comunicar íntegramente el área metropolitana de la Plana, llegando a Benicàssim, Borriana, Vila-real y Onda. Pusieron la primera piedra el 19 de noviembre de 2006, cuando todavía lo llamaban TVR-CAS, pero se acabó inaugurando una única línea que conecta la Universidad con el Grao de Castelló el 20 de diciembre de 2014. La broma salió por 100 millones de euros.
Antes, en los años noventa del siglo pasado, ya nos habían vendido un complejo turístico en los terrenos del Aeroclub de Castellón llamado Castellón Water Front, que contemplaba hoteles y restaurantes bajo el agua. Humo. Y Mundo Ilusión, que estaba llamado a ser el parque temático de la magia y el circo en el entorno de Marina d'Or. De la presentación en la Diputación de Castellón se encargó Carlos Fabra, el sumo pontífice político de la época. Más humo.
Fueron las más sonadas de un rosario de promesas nunca convertidas en realidad, de las que me he acordado al leer que la actual alcaldesa de Castelló anuncia su intención de convertir la capital de la Plana en el Silicon Valley del Mediterráneo. Aunque los antecedentes del PP no son buenos, el tiempo dirá cuánto hay de realidad o de humo en este atrevido anuncio de Carrasco.
Lo que sí resulta tangible es que, a pesar de todo lo que han despotricado el Partido Popular y algunas organizaciones empresariales, el Gobierno de España concederá ayudas por valor de casi 70 millones de euros a 71 empresas castellonenses de la cerámica y sectores afines. Lo nunca visto a pesar de que la disruptiva presidenta de la Diputación de Castellón, Marta Barrachina, diga que es "limosna". Aunque a lo largo de la historia ha habido varias crisis del sector azulejero, Barrachina, por mucho que bucee por la hemeroteca, no encontrará ayudas similares otorgadas por Aznar o Rajoy. Ni similares, ni menores, porque los gobiernos del Partido Popular nunca se preocuparon por la industria castellonense.
La buena noticia es que, si fuera menester, las ayudas se otorgarán nuevamente, ya que todo hace indicar que Pedro Sánchez será reinvestido como presidente del Gobierno. Más allá de la demagogia de PP, ultras y Brunete Mediática, la realidad es clara y tozuda. Y en las últimas horas lo ha puesto de manifiesto con inusitada clarividencia Marta Alcalde desde su cuenta @Subero78 de X, antes Twitter, donde ha escrito "me han incrementado el sueldo, mi propietaria no me puede subir el alquiler, pago menos de luz y gas y me han subido los años de cotización como si hubiera trabajado a jornada completa; a mí como si Sánchez trae a España en brazos a Puigdamont y le pone un monumento; me la suda".
