La despoblación del interior de la provincia de Castellón es un hecho. Y es absolutamente necesario adoptar medidas para frenar –y revertir- el éxodo de habitantes. Estamos hablando de unos pueblos que son el granero –por sus explotaciones agrícolas y ganaderas- de toda la provincia, y también el pulmón verde del que respiramos todos. Nos estamos jugando ya no solo el futuro de muchas familias o de pueblos enteros, sino, incluso, de toda nuestra provincia.
La política de la izquierda, esa que han impuesto PSOE y Compromís tanto desde la Diputación como desde la Generalitat Valenciana, ha demostrado ser ineficaz y hasta me atrevo a decir que también es peligrosa por sus falsos conceptos ecológicos. Los últimos incendios en nuestra provincia han vuelto a dejar al descubierto la debilidad y el abandono que padecen muchos de nuestros pueblos y la necesidad de que se adopten medidas por parte de quienes conocen bien el campo. Ha quedado demostrado que la teoría de los ecologistas de salón ha sido nefasta. Totalmente negativa. Hay que dejar a los profesionales del sector que hablen y expongan sus propuestas basadas en la experiencia y en el conocimiento del entorno.
Y no solo para cuidar y controlar los bosques y evitar que cualquier chispa se convierta en una catástrofe natural como las que hemos vivido en municipios como Bejis o les Useres; sino también para garantizar que las explotaciones agrarias y ganaderas, de las que viven muchas familias y suministran alimentos a toda la población, puedan sobrevivir y ser rentables para todos. Porque la actual crisis provocada por el imparable aumento de la tarifa energética, y con ella de todo lo demás, hace prácticamente imposible mantener abiertos esos negocios.
Es necesario reestructurar toda la política en torno al interior de la provincia. Hay que pisar el terreno y saber qué hace falta realmente para garantizar el futuro de nuestros pueblos. Pero para eso hay que abandonar los despachos y los coches oficiales y, como estamos haciendo en el PP, pisar el campo y, si es preciso, llenarse de barro hasta los tobillos.
El interior merece otra forma de hacer política…
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