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viernes, 22 de noviembre de 2024 | Última actualización: 22:28

El Submarino y la rueda

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Daniel Bernat. Graduado en derecho y experto en series. Apasionado del Villarreal.

En un punto de la serie, Daenerys Targaryen, una de las protagonistas de la afamada Juego de Tronos (este sábado se cumplen diez años desde su lanzamiento), pronuncia un discurso sobre querer acabar con “la rueda”; es decir, siglos de luchas de poder en Poniente (continente ficticio donde se desarrolla la trama de la saga), en los que unas familias y otras, pugnando siempre por dominar ese territorio, terminan repitiendo los mismos errores y cayendo en los mismos patrones que sus antecesores. En resumidas cuentas: busca romper el círculo vicioso y que su historia no termine siendo como la de los reyes que gobernaron antes que ella. Y en ésas está el Villarreal, en cambiar su suerte.

Cuando en marzo se sorteó la recta final de la Europa League, hubo reacciones de todo tipo. Desde los más optimistas que veían un camino más favorable hacia la final de lo que podría haber resultado con la extracción de bolas de los bombos, hasta los habituales pesimistas que pensaron que no valía la pena hacerse ilusiones, pues los potenciales rivales eran (y son) de altura, y no había nada que hacer. Si tuviera que posicionarme en una tendencia, quizá me movería hacia el lado de los negativos, porque así suelo ser yo, qué queréis que os diga. Puede que uno de los motivos que me llevó a eso fue ver que, en semifinales, se le podía plantar delante la que quizá sea la bestia negra europea del conjunto amarillo: el Arsenal.

Como comentaba un amigo mío el otro día mientras el choque se decantaba favorablemente para los de Emery, y los de Arteta ya arrasaban al Slavia, los “flashbacks” de Vietnam comenzaban a aflorar en su mente, en la mía, y seguro que en la de muchos de vosotros que estáis leyendo estas líneas. Por si alguien no está familiarizado con la terminología, los “flashbacks” son los recursos narrativos que hemos visto muchas veces en obras de ficción, cuando un personaje echa la vista atrás y reflexiona sobre lo que vivió en otra etapa de su vida (por ejemplo, en la serie “Perdidos”, teníamos en todos los capítulos). No sé para los combatientes de Vietnam, pero para el aficionado amarillo, sin duda rememorar aquellas eliminatorias es uno de los ejercicios más duros que se pueden experimentar.

Dicen que la historia es cíclica, y añadiría un matiz: el fútbol lo es todavía más. Creo que todos los que seguimos a este club deseábamos una oportunidad como ésta para resarcirnos de las eliminaciones en 2006 y 2009, una en semifinales y otra en cuartos, ambas en Champions League. Al ver el resultado del camino hacia la final, todos fijamos nuestra mirada en el hipotético cruce. Otra vez a las puertas del acontecimiento más grande al que podría llegar la institución en sus 98 años de historia; de nuevo Londres, los gunners, y los fantasmas del pasado, no solo del Villarreal, sino también de Unai Emery, que dirigió a la escuadra inglesa durante año y medio sin demasiado éxito (al margen de un subcampeonato en esta misma competición); o de Coquelin, club que lo formó y en el que militó durante años.

Hay muchas voces que enarbolan el famoso mantra de que “el fútbol nos debe una”. Tras muchos años, he llegado a la conclusión de que el fútbol no le debe nada a nadie; te lo tienes que ganar, como la mayoría de cosas en esta vida. Ahora llega una oportunidad de probar que se puede aprender de los errores del pasado, y ser valientes e ir a por todas. Este equipo no es el de hace cinco años, cuando jugaron la última semifinal europea, ni mucho menos en de las eliminatorias previas ante el Arsenal. El técnico vasco llegó al Villarreal para esto, para romper la rueda que bloquea el camino amarillo hacia la consecución de un logro de campanillas; ahora tiene que demostrarlo.