Jorge Fuentes. Embajador de España.
Polonia es un país que, en Europa, es comparado muchas veces con España y ello debido a que ambos son grandes países a escala continental (alrededor de medio millón de kilómetros cuadrados cada uno), con elevada población (47 millones España, 37 millones Polonia más 17 millones de polacos en la diáspora) y por haber contribuido ambos con grandes nombres a la civilización occidental. Los nuestros son bien conocidos; de los polacos citaré Copérnico, Chopin, Sienkievicz, Juan Pablo II, Lech Walesa, Andrzej Wajda, Kieslowski, Mrozek etc.
Polonia está considerado hoy como el país europeo que mejor está sobrellevando la crisis global, con un crecimiento del PIB de entre el 2 y el 8% anual. Algunos factores explican tal logro, entre ellos el hecho de que el país partía de cotas relativamente bajas de desarrollo en el momento de su ingreso en la Unión en 2004 (el 50% del PIB medio de la UE) y que esa distancia le dejaba un amplio margen de crecimiento en su camino hacia la convergencia. España también creció de forma espectacular en los años ochentas cuando ingresó en la Unión con un 70% del PIB medio.
El caso de Polonia es, en parte, extrapolable a los restantes países de Europa Central que, partiendo del bloque soviético, se integraron en la OTAN y en la UE en el primer decenio de este siglo. Quedó corregida así una página mal escrita en la historia de nuestro continente que durante medio siglo quedó dividido. Sirvió este reencuentro para dar empuje e ilusión al proyecto europeo por desgracia envuelto luego en una crisis motivada por el derroche de algunos de los viejos socios.
El país eslavo está recibiendo en estos años fuertes remesas de fondos de la Unión y también de los millones de emigrantes cualificados que desde el Reino Unido, Alemania y Estados Unidos principalmente ayudan al desarrollo del país.
Si hubiera que subrayar algunas diferencias entre Polonia y España, éstas serían:
Contra lo que ocurre hoy en nuestro país, en Polonia existe un fuerte sentimiento patriótico puesto de manifiesto en la celebración de la Fiesta Nacional o en cualquier acontecimiento popular en que el respeto a los símbolos nacionales es total y enfervorizado.
Quizá ello sea consecuencia de una Historia turbulenta en que el país desapareció del mapa varias veces a manos de sus agresivos vecinos. España, por el contrario, apenas ha modificado sus fronteras continentales en cinco siglos. Como reacción a aquel destino trágico y a las dos guerras mundiales desarrolladas en gran parte en su territorio, su himno nacional recoge el sentimiento de que “Polonia no morirá mientras los polacos vivamos”.
Hoy los jóvenes polacos trabajan duro para situar el país a la altura en que siempre estuvo y admiten “divertirse” cinco días al mes frente a los 13 días de los jóvenes españoles.
Pese a los vaivenes fronterizos de aquel país, Polonia está bien integrada y no conoce tendencias rupturistas, fracciones regionales ni choques culturales y lingüísticos internos. El polaco es la lengua oficial del país y el analfabetismo ha sido erradicado.
Polonia salió de 45 años de comunismo vacunada para mucho tiempo. En estos años gobierna el país un partido conservador presidido por Donald Tusk que tiene como principal oposición otro partido (regido por el “mellizo” Kacinski) aun más derechista.
Siendo mi mujer de origen polaco no les sorprenderá que, en Varsovia, nos sintamos como en casa y que visitemos el país con frecuencia. La ciudad fue casi completamente destruida durante la segunda guerra. El hermoso casco antiguo fue reconstruido en pocos años con total respeto al estilo clásico. El resto de la capital ha ido conociendo sucesivas aportaciones hasta hacer de ella un lugar con una intensa vida cultural (con ópera, salas de conciertos, teatros, cines), comercial (los “malls” de la ciudad no tienen nada que envidiar a los mejores del mundo) y gran número de restaurantes, bares, tiendas, cafeterías etc.
Sin duda Varsovia no tiene la belleza renacentista de Cracovia o hanseática de Gdansk (la antigua Dantzig), de igual forma que Madrid no puede compararse con Toledo o Granada, pero su vida artística y social es muy superior a la del resto del país.
Un español se sentirá como en casa en Varsovia. Encontrará allá numerosas empresas españolas, un importante Instituto Cervantes, no pocos polacos dominando nuestro idioma, restaurantes y cafés españoles y buena información sobre nuestro país, a veces mejor que la que nos proporcionan nuestra prensa de calidad discutible.
Polonia y España estamos en dos extremos de Europa y cada uno de los dos países tiene mucho que aprender de la cultura y la civilización del otro, mezclada con arabismos en nuestro caso y con eslavismos en el de ellos. España fue, para Polonia, modelo de desarrollo político y económico durante los años del cambio de siglo y dejó de serlo hace un lustro. No por ello decayó el sentimiento de amistad y admiración hacia la templada España. Saben que Europa no puede entenderse sin nuestro país y cuentan los meses en que llegará nuestra remontada. Así sea.