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domingo, 24 de noviembre de 2024 | Última actualización: 17:59

En el Día de la Iglesia diocesana

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Casimiro López Llorente. Obispo de Segorbe-Castellón

Un año más celebramos el Día de Iglesia diocesana. Con esta Jornada se quiere ayudar a todos los católicos a tomar conciencia de nuestra pertenencia a una Iglesia diocesana, en nuestro caso a la Diócesis de Segorbe-Castellón, para conocerla, sentirla y amarla como propia, y corresponsabilizarse en su vida y su misión.

Con frecuencia no se conoce qué es la Iglesia diocesana y se tiene una imagen falsa de la misma. Hay quien piensa que la Diócesis es un territorio, o un conjunto de servicios o una organización para perseguir unos fines religiosos. Incluso hay católicos y practicantes que la consideran como algo ajeno a ellos. Y, sin embargo, es mucho más
que un territorio, unos servicios o una estructura.

Nuestra Iglesia diocesana es una porción del Pueblo de Dios, extendido por todo el mundo. Formada por hombres y mujeres, los bautizados, tiene su origen en Dios mismo. La misma palabra Iglesia lo indica; es la traducción del griego ‘ekklesía’, del verbo ‘ekkaleon’, que significa ‘convocar’. Es la asamblea, la comunidad, convocada por Dios. La Iglesia diocesana tiene su origen en Dios; somos Su pueblo, el pueblo de su propiedad, elegido por Dios para continuar y hacer presente en medio del mundo la obra de salvación de Cristo. Tanto de la Iglesia universal como también de nuestra Iglesia diocesana hay que decir que son un verdadero don de Dios. La Iglesia es “un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (LG 4).

Por el bautismo, Dios mismo nos incorpora a este su Pueblo y pasamos a formar parte de la gran familia de los hijos de Dios. Por esto mismo, como ocurre en la propia familia humana, ningún cristiano católico puede considerarse ajeno a la gran familia de la Iglesia diocesana: es nuestra iglesia y nuestra familia, y como tal la debemos conocer,
amar y ayudar. La Iglesia diocesana, la formamos todos los católicos que vivimos en el territorio diocesano: Obispo, sacerdotes, diáconos, religiosas y religiosos y laicos. En ella se hace presente la única Iglesia de Cristo, se comunica la vida divina al hombre y experimentamos en nuestras vidas el misterio del amor de Dios. En esta Iglesia nacemos
a la fe, conocemos a Jesucristo, proclamamos y acogemos la Palabra de Dios y la celebramos en la Liturgia, y vivimos la caridad con el prójimo. En ella actúa el amor de Dios como fermento y alma de la sociedad para que, descubriendo la verdad más profunda del ser humano, todo se vaya transformando y humanizando según Dios.

Desde ella hemos de salir para llevar el Evangelio y el amor de Dios a todos. Colaborar con la Iglesia Diocesana es colaborar con el bien propio, el de nuestra familia y de la sociedad. Nuestra Iglesia diocesana “es lo que tú nos ayudas a ser”.