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jueves, 21 de noviembre de 2024 | Última actualización: 16:00

Españita de mis desamores

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Bueno, se acabó el Mundial. Ya podemos volver al fútbol de verdad, al que me gusta a mí. Al que hace que me involucre en lo que está pasando en el terreno de juego, porque juega el Villarreal Club de Fútbol. Lo que pase con España, Francia, Argentina, y compañía, sinceramente, me daba bastante igual.

Lo primero, enhorabuena a los argentinos, que han vuelto a ver a su selección como campeona del mundo tras treinta y seis años. Enhorabuena también a todos aquellos no argentinos que han disfrutado más del triunfo de esta selección que el de la suya propia; al igual que aquellos que animaban a un jugador en concreto, por el hecho de haber pertenecido al Fútbol Club Barcelona (esto es extrapolable a aquellos que eran más franceses que la marsellesa, de repente, por lo que sea). Supongo que la gente que no podía dormir pensando que Messi no tenía un Mundial podrá conciliar el sueño a partir de hoy. Enhorabuena por un descanso merecido, y felices sueños a todos. Por favor, nótense la ironía y el sarcasmo, que luego se malinterpretan las cosas (aunque hay partes de este párrafo que no son irónicas, pero dejaré que cada uno escoja las que lo son y las que no).

En clave nacional, porque, ya que estamos, hablemos de la Roja, salió mal la cita mundialista. Una frase lapidaria para el periplo de España en tierras cataríes fue pronunciada, precisamente, por el que era el seleccionador hasta hace escasos días, Luis Enrique, que en su primer vídeo anunciando que se metía a “streamer” (luego comentaré más), soltó un “voy cuesta abajo y sin frenos”. Y mira tú que, como en muchas otras ocasiones cuando se lanzan comentarios así, terminan adoptando la forma de profecías autocumplidas. España bailó a Costa Rica, no lo hizo mal contra una Alemania venida a menos, y contra Japón y Marruecos hizo el ridículo, sin más. Decir que se veía venir sería ventajista, pero, realmente, no sé qué esperaba mucha gente.

Sobre todo me enervaba un punto: el de que todos se veían ya en un punto concreto del torneo, enfrentándose a Brasil, cuando se pensaban que serían primeros (algo que muchos ya lo daban por hecho a la conclusión del primer encuentro). Luego mutó en una alegría impropia, cuando pasaron a octavos como segundos porque “habían caído en el lado bueno, y habían evitado a Brasil”. Sinceramente, sentí vergüenza ajena al ver que se celebrara una derrota tan lamentable como si se hubiera ganado el Mundial. Eso creo que deja ver que el nivel, no ya entre los aficionados, sino también en buena parte de la prensa deportiva de este país, es mediocre, por calificarlo de alguna manera. ¿En qué momento es motivo de celebración perder contra una selección menor? Está claro que España no es Brasil a nivel de historia de los mundiales, pero creo que la exigencia tendría que haber sido mayor en este punto. Y luego contra Marruecos se evidenció la tendencia descendente del combinado nacional, que fue inoperante ante el conjunto africano.

Y esto no es culpa de que Luis Enrique se metiera a streamer; viene de antes. Fue un seleccionador que decidió prescindir del presente español, y fiarlo a una generación que, puede que sí, o puede que no, será increíblemente buena en diez años. Pero, a día de hoy, se les ha visto muy verdes. Después, ha tomado decisiones bastante penosas, como la de apartar a Gayà por una lesión menor, solamente para justificar el traer al que quería llevarse desde el primer momento, pero no se sabe muy bien por qué, no lo acabó haciendo. Usar a Rodrigo como central es muy curioso, toca mucho el balón en el centro de la defensa, pero la contrapartida es que quemas a un Busquets que llegaba tieso, y se le ha notado el peso de los años a medida que avanzaba el torneo, porque su relevo en el equipo estaba jugándolo todo en otra parte del campo. Ahí deja ver que, al margen de Laporte, no confiaba en ningún otro central de los que convocó, por lo tanto, ¿para qué se los lleva? ¿Para qué se lleva a un Ansu Fati que no tenía ritmo de competición? O lo mismo con Carvajal, porque prefirió poner a Marcos Llorente de lateral en octavos, en una solución que a mí me carga bastante, porque es un jugador que no está hecho para esa posición. Y así con los puntos que ya todos conocéis y muchos han defendido (ausencias destacadas, decisiones puntuales en los partidos, actitudes hacia todo aquel que no le hiciera mucha gracia, etcétera).

Podría haberle salido todo bien, quién sabe, el fútbol es raro de narices (creo que este Mundial lo ha dejado patente), pero creo que Lucho ha sido el artífice de su propia marcha y yo no le voy a echar de menos. ¿De la Fuente será mejor? El tiempo lo dirá. No me entusiasma demasiado, pero es una solución conservadora, dado que es un hombre de la casa, que supone cero riesgo, y no tiene a la opinión pública en contra de primeras. Lo único que tengo claro es que, para que me interese de nuevo lo que pase con la Selección, van a tener que cambiar muchas cosas, porque ya llevan siendo muchos años los que no siento apego ninguno por la Roja. Y lo gracioso del caso es que, quizá, el único que de verdad debería dimitir por todos los escándalos acumulados hasta ahora y el fracaso del proyecto que él capitaneó, trayendo a este seleccionador, que es Rubiales, no se ha ido, y no creo que se vaya. Pero bueno, como pasa con la clase política de este país, este señor es reflejo de la sociedad española y de una máxima que pesa en el tejido de nuestra esencia española: aquí solo se va alguien si le echan; que dimita alguien por voluntad propia es ciencia ficción.