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jueves, 21 de noviembre de 2024 | Última actualización: 19:03

El estado de la nación

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Seguir los debates parlamentarios en cualquier país democrático debería ser un placer para los ciudadanos. Particularmente interesantes deberían ser los que estudian el estado en que se encuentra la nación, analizar pausadamente como está nuestro país y cómo debe avanzar para corregir sus defectos y mejorar sus virtudes, en ambos casos, si los hubiere.

No se cómo se sienten ustedes después de haber seguido las peripecias parlamentarias de estos tres últimos días, el primer ejercicio de este tipo que se hace después de un descanso de siete largos años. Para quien esto escribe el debate ha sido agónico y difícilmente soportable.

El gobierno socialista, en lugar de identificar claramente los males que nos afectan -paro, inflación empobrecimiento progresivo-, orientó su política a intentar salvar las fricciones con sus socios de Gabinete y con sus aliados Frankenstein, cuyo favor había perdido sobre todo a raíz de los recientes traspiés en especial en nuestras relaciones con el Magreb.

Luchar por mantenerse en el poder es lógico y normal. No conozco a ningún dirigente de derechas o izquierdas que no lo haya intentado. Hay que hacerlo, sin embargo, de forma decente y respetando las reglas del juego. Para salvar los apuros en que se encontraba, que por añadidura se ponían cada vez más feos, Sánchez dio un volantazo a la izquierda, adoptó la política económica de sus socios de gobierno y defendió cuanto pudo a sus aliados filoterroristas de Bildu y a los separatistas de ERC.

De los primeros, los podemitas, adoptó la engañosa fórmula Robinhoodiana de robar a los ricos -la banca, las eléctricas- para enriquecer a los pobres. Y aquí es lícito que nos preguntemos ¿pero en qué escuela se licenció y luego se doctoró nuestro presidente para no haber aprendido que ese tipo de medidas derivan a corto plazo en recesión y empobrecimiento de las clases medias y bajas? La Ministra de Hacienda ha reaccionado y en su ignorancia servil ha dicho que el gobierno va a prohibir (sic) a la Banca y al sector energético que suban sus precios. Como si esas grandes corporaciones no tuvieran mil formas para repercutir en el consumidor las “multas gubernamentales” que han recibido.
Junto a tal medida que ha hecho las delicia de Podemos y ha zanjado temporalmente los desencuentros de la alianza de la Moncloa, Sánchez y sus asesores han repartido calderilla entre los becarios, futuros votantes, con cien euritos mensuales y regalando bonos de viaje en cercanías durante algunos meses (?)

De las restantes decisiones tomadas la más controvertida ha sido añadir/transformar la ley de memoria histórica en ley de memoria democrática, que no solo pretende revisar los crímenes de la Guerra Civil y del franquismo, sino que de paso, con gran satisfacción de Bildu, se carga la transición hasta 1983, un año en que ya empezó a gobernar el otro enemigo del sanchismo: el felipismo.

El ambiente del debate resultaba irritante. Sánchez hablando de dejarse la piel por el sufrido pueblo y aplaudiendo a su bancada como un torero. En la fila del gobierno, los socialistas no acababan de creer que los cinco podemitas se hubieran salido con la suya y aun así aplaudían reverencialmente a su jefe. Particularmente patético era el aplauso de la vicepresidenta primera que se las va a ver y desear para presentar el nuevo programa de su gobierno en Bruselas.

En el fondo, con este fuerte giro a la izquierda, lo que Sánchez consigue es tragarse a UP que pagará en las urnas en Mayo y aun más en las Legislativas, cuando plieguen en favor de un PSOE populista y comunistizado.

De forma que si Bildu se llevó el premio de la memoria democrática, en que a ETA ni se la menta, ERC pese a las payasadas del rufián, seguro que Aragonés se lleva hoy mismo algún regalito de la Moncloa.

De otros asuntos importantes, como los intentos del Ejecutivo por apoderarse del Judicial, ya hemos hablado repetidamente y volveremos a hacerlo pronto.

El PP se defendió como pudo. Solo apoyó al gobierno en la subida del presupuesto militar. La imagen del silente invitado presidente Feijoo no dejaba traslucir si aprobaba o disentía de la forma en que su Secretaria General Gamarra, llevó adelante las jornadas.

Lo importante será ver las próximas encuestas y la posición en que queda cada cual. En el Parlamento ya sabemos que pese a algunas críticas a boca pequeña de los Frankenstein, Sánchez juega en casa. Pero por lo que se va dibujando, las próximas Generales las gana el PP, solo o con Vox.