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sábado, 5 de octubre de 2024 | Última actualización: 14:15

Ética política

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El verano ha finalizado y, por ende, la tranquilidad política se ha acabado. El inicio de la cotidianidad de los ciudadanos empieza con los escándalos en la vida política que en este país y en los últimos años no dejan de sorprendernos sin que por ello tenga consecuencias.

Mi reflexión pasa por analizar cómo es posible que todo valga en política y me pregunto por qué los representantes del pueblo en las Cortes Generales no son capaces de reaccionar ante la deriva de este Gobierno, ya que los diputados son personas que deberían tener sentido de la ética, la libertad y la igualdad, principios que en una democracia libre son los pilares básicos y el fundamento de una sociedad democrática.

Los diputados han sido capaces de votar muchas propuestas que han rallado la inconstitucionalidad sin que en el partido que sustenta al Gobierno, el PSOE, hayan hecho nada para que esto no suceda. A excepción de unas pocas voces críticas internas dentro del partido socialista.

Las propuestas de este gobierno con actuaciones como el cupo catalán, el plan de regeneración democrática para atenazar a periodistas y jueces o cuestiones de política exterior como estamos viendo con Venezuela o México nos llevan a una deriva cada vez más alejada de los valores democráticos.

Los ciudadanos desearíamos que los diputados que se sientan en los escaños del PSOE fueran capaces de no aprobar medidas legislativas que generan desigualdad entre los españoles porque no es solo la oposición quien debe y tiene la obligación de oponerse a estas medidas, sino también el resto de los grupos en el Congreso que deben plantar cara con su voto a un presidente que nos está llevando por la senda de la autocracia.

Tenemos que asistir a escándalos y a situaciones que en cualquier país democrático ya hubiera tenido que dimitir todo el gobierno o se le hubiera planteado una moción de censura; pero esto es España, una España que jamás imaginamos que se pudiera llegar a estos extremos de degradación democrática y que únicamente se solucionaría apelando al sentido ético, moral y democrático de los representantes del pueblo que se sientan en sus escaños.

Las próximas elecciones que serán pronto o tarde, deberán servir para dar un giro radical a nuestra democracia y recuperar la senda de donde no deberíamos haber salido nunca.