Los ciudadanos de la capital de La Plana toman la visita al Fadrí como una de las citas ineludibles de las fiestas fundacionales de la ciudad, y son muchos aquellos que repiten año tras año la visita a la torre campanario.
La colla El Pixaví descubre a más de 600 personas la historia de la torre campanario, todos los lunes de las fiestas de la Magdalena. José Juan Sidro, miembro de la colla El Pixaví y de la comisión organizadora de la visita, define a la torre como "el emblema de la ciudad para los forasteros y para la propia gente de Castellón, junto a la Plaza Mayor y a la Concatedral de Santa María".
El Fadrí, que antiguamente no era conocido por este nombre sino como por el de torre campanario, pasó a reconocerse como tal "debido a los versos del poeta Miguel Peris i Segarra, hijo predilecto de la ciudad, debido a su ubicación solitaria sin encontrarse pegado a otro edificio", como comenta el miembro de la comisión.
El programa de festejos cuenta con más de 200 actos, siendo este uno de los que más repercusión popular tiene entre los ciudadanos y visitantes de la capital. Sidro reconoce que en parte esto se debe a que "no existe un gasto específico hacia la Junta de Fiestas, ni para la gente que lo organiza, ni para la gente que lo disfruta. Este hecho siempre juega a favor de las personas que quieren subir a la torre, que además muchas de ellas, repiten la subida cada año por las explicaciones históricas y por el ambiente que se genera a lo largo de la subida y de la bajada".
Las visitas tienen una duración aproximada de una hora y se realiza en grupos de 20 personas. A lo largo del recorrido, la colla El Pixaví descubre a los asistentes la cámara del reloj, la prisión de eclesiásticos, la vivienda del campanero, la sala de campanas y la terraza, desde donde los visitantes pueden disfrutar de unas privilegiadas vistas de la ciudad. La torre, de planta octogonal, cuenta en cada una de sus esquinas con una gárgola, con la función originaria de servir de desagüe a la torre; pero que además simbolizan la idea de "echar los demonios fuera de la ciudad, al igual que echan el agua fuera del edificio", como Sidro hace saber a los visitantes.
Desde el año 2000, a raíz de la restauración que se hizo al monumento, la torre se puede visitar cualquier día que el público lo solicite, con el fin de acercar el patrimonio cultural de Castellón a todos los ciudadanos.