Buena entrada, con plaza casi llena para un espectáculo en el que Castella y Manzanares cortaron una oreja a cada uno en cada toro
Buena corrida de toros de la Feria de la Magdalena 2017 de Castellón, que volvió a abrir la Puerta Grande para que salieran a hombros los diestros Castella y Manzanares. Ambos cortaron una oreja en cada uno de los astados que les tocaron en suerte. Los toros, de la ganadería Núñez del Cuvillo, con fuerza, bien presentados, bonitos e interesantes. El segundo recibió la ovación del público
Castellón Información
Corrida de Feria, con toros de la ganadería Núñez Cuvillo, para los diestros: Morante, Castella y Manzanares.
Tarde fría, con viento del norte- noroeste que se metía bajo la piel. Cielo nublado con una constante amenaza de descargar sobre el ruedo. Pero no llovió, al menos mientras duró el espectáculo.
Buen ambiente, aderezado por la presencia de ‘Los Mudaos’ de la colla del Rei Barbut, que este año se atrevieron con el rojo en corbatas y paraguas. Revoleras verdes, añadieron colorido a la plaza.
Buena entrada, la práctica estaba prácticamente llena. El público seguía entrando en el recinto cuando ya se iniciaba la fiesta y comenzaba la primera lidia.
Los toros, bonitos, buena presentación. Toros rápidos, de un tamaño que rondaba los 500 Kg, pero que se movían con agilidad por la plaza. Algo despistados al principio, se engancharon bien a la faena de los matadores, cuando se ponía empeño en ello.
Castellá y Manzanares, entregados a la lidia. Morante… genial en los cuatro pases que dio. Tampoco le puso más empeño.
Primer toro, Trapajoso, jabonero de 507 Kg, para Morante. Toro bonito, rubio y azaroso. Entró bien al caballo, pero tras una vara prolongada el diestro tanteó al animal y pidió el cambio de tercio. En las banderillas, el astado impuso, el primer par se quedó en impar. El segundo mejor. El tercero, bien.
El toro parecía flojo, pero era, sobre todo, un astado complicado que no fijaba y presentaba problemas. Morante tampoco le buscó la historia, y tras una actuación discreta entró a matar. Suerte de muerte recibiendo, con una trasera atravesada. Descabello al primer intento.
https://youtu.be/R4Kk7WqqpAg
Segundo de la tarde, Farfonillo, negro mulato, 496 KG para Castella. Una vara, Tres pares de banderillas, el tercero aplaudida por el público.
No parecía que pudiera dar mucho juego, pero las previsiones fallaron. Cuando Castella entró con la muleta, el astado dio una voltereta en el aire. El público contuvo el aliento, pero lejos de restarle fuerza, Farfonillo se centró sobre la muleta, y Castella hizo lo que quiso con él. Entraba por la izquierda, por la derecha, acudía al engaño una y otra vez. El público se entusiasmó y el diestro se emborrachó con el toro; la faena de Castella fue buena, hizo que pareciera fácil lo que presentaba más de una complicación, como se vio cuando se confió en un par de ocasiones y Farfonillo amagó con dar le un susto al diestro. Entró a matar, media, trasera y atravesada. Y el toro seguía entero. Castella entró de nuevo con una gran estocada.
Fue espectacular. El toro estaba prácticamente muerto pero, aún así, se mantuvo delante del diestro e intentó atacar de nuevo la muleta.
Castella respondió pero pidió respeto para el astado, que aguantó de pie hasta caer prácticamente muerto. Farfonillo recibió la ovación de la plaza que, además solicitó premio para el torero. El presidente se resistió bastante. Accedió. Una oreja.
Tercer toro, Bobito, Castaño, 504 KG para Manzanares.
¡E hizo honor a su nombre!. Bobito salió de toriles como quien sale a ver el horizonte. La plaza protestó. El toro parecía un manso, pero un manso que respondía solo a lo que él quería, no a las citaciones ni al engaño, sino a objetivos predeterminados que obligaron a diestro y cuadrilla a esforzarse al máximo.
Entró al caballo sin problemas, Y o hizo con una fuerza inusitada, arrinconando al banderillero y su montura contra las tablas, Una buena vara y cambio de tercio.
Había miedo a que el toro perdiera la fuerza que parecía no tener… pero el morlaco presentaba también dos pitones que exigían el mayor respeto, sobre todo, porque Bobito bobeaba con lo que quería; había momentos en que parecía que el astado se burlaba del público y la cuadrilla, iba donde quería, no donde lo llamaban. De esta manera, el primer banderillero no pudo llegar a su objetivo porque Bobito cambió de dirección cuando se despistó con un capote, o porque le interesaba más el caballo y la puerta por donde se había retirado, que ese señor con banderillas.
Manzanares lo tuvo crudo, al principio. Tuvo que fijar al toro, centrarlo en la muleta y planificar su faena para sacar rendimiento a un toro que, al principio, no tenía ningún interés en colaborar con el diestro.
Quizá por ello, la faena fue más impresionante, porque con tesón, con ganas, con mucho trabajo, Manzanares le fue entrando, lo hizo fijarse en la muleta, consiguió hilvanar los pases y al final llegó a hacer malabares con él. Casi al final de la lidia el toro arrancó la muleta de la mano al diestro que, en un acto reflejo, levantó el brazo y la cogió al aire sin que tocara el suelo.
Cuando llegó el momento de matar, el diestro no se lo pensó. Una estocada firme, hasta el puño.
El esfuerzo agradó al público que pidió la oreja e insistió hasta que se le concedió. Manzanares cortaba una oreja.
Cuarto de la tarde, Sosegado, Negro mulato, 517 Kg para Morante.
Era un buen toro, con los defectos de sus predecesores que había que saber torear y fijar.
Sosegado se llevo hasta cuatro varas. En la primera, el picador la clavó en los riñones. La segunda estaba ladeada. Y aún así el toro volvió a entrar y el picador hizo su trabajo y mantuvo. Todavía hubo otra más, cuando ya se había cambiado el tercio y el caballo se desplazaba en retirada. El toro fue contra él y el picador defendió la plaza.
Morante mostró lo mejor y lo peor de la lidia. Lo mejor, porque cuando quiso fue sensacional, elegante, indescriptible. Lo peor, porque con poco más que hubiera puesto de su parte hubiera ganado el mejor trofeo de la tarde.
Bailó ante el toro, lo citó, y realizó algunos pases soberbios. Pero no fue a más, cuando notó el agrado de la plaza y recibió los aplausos, fue como si ya hubiera cumplido el expediente de la tarde. Entró a matar y no tuvo suerte. Media estocada que paró en hueso. Tampoco intentó hacer más ni volver a entrar. Esperó. Le tocaron un aviso y necesitó varias intentonas hasta que completó el descabello. Pitos y aplausos a la limón.
Quinto, Orejisanas, negro mulato de 517 Kg para Castella. Tras el acierto de su segundo, Castella lo dejó hacer y lo hizo bien. El toro entró 
a varas, tres pares de banderillas, el tercero de ellos con el aplauso del público.
Con más seguridad de los resultados, brindó a la plaza, y la plaza lo agradeció.
Lidia completa y bonita. Dos series completas en las que impuso su ley al toro. Muy bueno con la muleta, combinó pases con la derecha y con la izquierda, y disfrutó, el y el público. Como en su anterior toro, también se llevó un par de sustos por lo mismo. Los astados de Núñez del Cuvillo no perdonaban, y los errores de Castella al medir la distancia pudieron tener un desenlace fatal.
Pero el torero siguió. Llegó a realizar cuatro pases seguidos, plantado como una estatua, marcando al toro para que pasara por el capote; y otros tantos, sin apenas moverse del sitio, con una confianza absoluta.
Tras el último susto fue la plaza la que le pidió que entrara a matar. Y lo hizo. Una estocada hasta el puño, perfecta. La mejor de la tarde.
El público se levantó de su asiento, pidió oreja y la consiguió, y aún reclamó más, pero no venció la resistencia de la autoridad. Una oreja y Puerta grande. Pitos para la presidencia.
Sexto, Rosito, Negro Mulato, 502 Kg. Para Manzanares. A estas horas de la tarde, la lluvia no había descargado, el viento paraba; el frío, intenso.
Manzanares tenía que arriesgar. Tenía una oreja pero quería Puerta Grande. Y el diestro se dejó la piel hasta domar al toro, conseguir que fijara, hacerlo entrar. Rosito se resistió. Y unas veces conseguía zafarse del control de Manzanares para rodar por su cuenta.
La faena fue grandiosa, porque como en su tercero, el torero se lo tuvo que trabajar de principio a fin. No hubo respiros ni descansos. Pero la plaza conocía, pedía silencio durante la faena y aplaudía el trabajo bien hecho.
Llegó la hora de matar y no era fácil. El toro no plantaba, se movía continuamente y se despistaba. Manzanares buscó el mejor sitio, la mejor forma y finalmente arriesgó. Mató recibiendo, con una estocada hasta el puño, bien puesta. El toro apenas tardo en doblar. La Plaza pidió triunfo. La Presidencia concedió una oreja.
Morante abandonó el ruedo, con a misma sintonía que había caracterizado su actuación: pitos y aplausos.
Castella y Manzanares salieron a hombros, por la Puerta Grande, después de haber dado la vuelta al ruedo.
Agradecimientos
Castellón Información agradece los consejos, el apoyo y colaboración del sector taurino de Teruel y representantes de su plaza de toros, que siguieron la corrida desde el Tendido 2.
