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'Pasiones compartidas' por Ibán Tripiana
Siempre han seducido mi paladar las galeras, un marisco autóctono y cercano que vive en galerías que ellas mismas perforan en forma de U en nuestro mar mediterráneo. Mantis religiosas marinas con la vista más desarrollada de los crustáceos, de gran valor gastronómico y a un coste más que accesible.
El sábado las degusté bien torradas al amparo de un entorno familiar mirando de reojo el cielo despejado y el tímido resoplar del viento que auguraba unas espléndidas condiciones climáticas para el segundo concurso de pesca de padres e hijos que organizaba mi club El Gregal de Castellón. A media tarde, en el puerto pesquero del Grao de Castellón, junto a barcas de arrastre, montículos de redes de pesca y la curiosidad de los gatos, padres e hijos mojamos nuestros sedales en busca de pescado.
Con el palillo habitualmente entre los dientes, mi amigo Alfredo Vázquez suele apostillar en reiteradas ocasiones que el tiempo mejor invertido es el que pasamos con nuestros hijos. Fue como abrirles las puertas del mar y adentrarlos cogidos de la mano en el apasionante mundo de la pesca deportiva, compartiendo con ellos los momentos efusivos de ilusión y alegría, de superación, de aciertos, errores y en parte también frustraciones con valor pedagógico que conlleva todo deporte. Cultivar también junto al mar valores como el compañerismo, el sentimiento de grupo y de la amistad, el aprender a perder y también a ganar.
El fulgor de la ilusión brillaba a pares en las pupilas ante la sucesión de picadas y capturas. Los corchos se hundían hasta hacerse invisibles al tiempo que el puntero doblado de las cañas auguraban nuevas piezas, de diferentes especies y colores que estimulaban la ya de por sí la natural curiosidad de nuestros vástagos. Padres e hijos aprendimos los unos de los otros, compartiendo emociones y también pescados en un mismo cubo. Cenando juntos el merecido bocadillo mirando de soslayo corchos y punteras aguardando el menor atisbo de picadas, bajo la oscuridad del cielo preñado de estrellas.
Concluido el pesaje hubo entrega de premios en forma de nuevas cañas y carretes y otros materiales de pesca, pero el verdadero premio fue el habernos fusionado compartiendo una de nuestras pasiones.