Desde que Trump reapareció en el horizonte político, su nueva forma de actuar sorpresiva, algo grosera, más empresarial que política, buscando cubrir una portada diaria- nos está llevando paradójicamente a una psicosis de paz en los dos principales escenarios bélicos, Ucrania y Gaza.
Se atribuye a Julio Cesar la máxima 'Si vis pacem, para bellum', sentencia que en realidad acuñó un pensador político de los tiempos de Cesar, Flavio Vegecio. Con no menos sabiduría, mi colega el Embajador Gerardo Bugallo, que lo fue en Kiev y más tarde en Pekín, escribió recientemente una Tercera en ABC titulada "Si quieres la paz, prepárate para la paz".
Rusia y Ucrania están preparándose para una paz que parece dibujarse en la región. Dentro de pocos días se reunirán en Ríad, delegaciones de alto nivel de ambos países para buscar la paz aunque por el momento tanto Kiev como sobre todo Moscú desean sentarse en la mesa negociadora en la posición más fuerte posible, de ahí que, aunque el proceso de paz parece inminente, la guerra entre ambos países es más encarnizada que nunca en especial desde el flanco ruso, hasta el punto que, de seguir así, el valedor de este proceso,
Donald Trump, ha amenazado con poner sanciones a su amigo Putin.
No es imaginable que las delegaciones lleguen a Riad en medio de un escenario bélico rico en misiles y drones. Con o sin alto el fuego, el proceso de paz va a ser extremadamente difícil. Es de prever que cada una de las partes intente comenzarlo desde posiciones maximalistas intentando ceder el mínimo posible.
Rusia partirá desde una posición de hechos consumados. Exigirá retener todo el territorio conquistado, es decir, Crimea, la costa del mar de Azov y el Dombás, en conjunto aproximadamente el 20% del territorio ucraniano.
Por añadidura exigirá la celebración de elecciones en Ucrania, la garantía de que el vecino ucraniano no ingresa en la OTAN y en la Unión Europea y no sería de extrañar que pidiera indemnizaciones por las víctimas rusas en la contienda y los destrozos en los territorios que considera suyos.
Ucrania a su vez exigirá la devolución de todos los territorios usurpados desde 2014, incluida Crimea; con mucha lógica requerirá, en tanto que país agredido, compensaciones por víctimas y destrucción causada, amen de vía libre para integrarse tanto en la UE como en la OTAN.
Aunque desde un ángulo lo más neutral posible, es evidente que Rusia fue el agresor y Ucrania el agredido, Putin no aceptará esa premisa alegando que las zonas conquistadas -recuperadas, Putin dirá- eran ya rusas, estaban pobladas por rusos, que se expresaba en idioma ruso y poseen -acaban de recibirlos- pasaporte ruso. Recordarán que Crimea fue cedida a Ucrania en la época de la Unión Soviética en que la soberanía era poco relevante ya que, a fin de cuenta, era Moscú la que mandaba y dictaba sobre todo el territorio de la URSS.
Va a ser muy difícil llegar a un acuerdo entre las dos partes. Hay que recordar que el resultado de una negociación no debe dar vencedores ni vencidos sino un equilibrio de descontentos entre ambas partes por igual.
En realidad Rusia sabe muy bien que una Ucrania integrada en la UE y en la OTAN no supondría una amenaza para su territorio. Lo que preocupa a sus dirigentes es el progreso que se registraría en el país vecino que desde su nuevo emplazamiento avanzaría rápidamente poniendo en evidencia su superioridad respecto a la sociedad rusa. Algo semejante a lo que ya ha ocurrido con los antiguos aliados del Pacto de Varsovia que se han enriquecido notablemente respecto a Rusia.
La reflexión de la Unión, vista la posición aislacionista de los Estados Unidos y la volatilidad de Rusia, tiende a reforzarse y rearmarse contando que con ello evitará una agresión y una guerra siguiendo al pie de la letra la máxima romana de Vegecio. Los 27 países miembros de la UE deberán invertir 800.000 millones de euros en los próximos cuatro años, una suma muy elevada en particular para países como España que siempre ha considerado los gastos de defensa, como dinero perdido. Así lo pensaba Sánchez cuando manifestó no hace mucho que habría que clausurar el Ministerio de Defensa. Consecuente con ello, España es el país europeo que menos apoyo ha prestado a Ucrania, el que menos contribuye a la OTAN -el 1,28% de su PIB- y en definitiva el que menos atribuye a su Ministerio de Defensa.
Retengan estas cifras: 8 veces menos gasto en defensa que en pensiones, cinco veces menos que en sanidad, cuatro veces menos que en educación. Ello sería correcto si las cifras de defensa fueran suficientes, pero no lo son.