En Castellón rara vez nieva pero en Magdalena todo es posible
El Coso Multicolor ha congregado en su ubicación tradicional a cientos y cientos de castellonenses y visitantes para disfrutar de esta emocionante batalla pacífica en la que los papelitos de colores inundan la calle
17.00 horas en la Avenida Rey Don Jaime, risas, petardos, música y cientos de niños preparados con bolsas, gafas de buceo, pañoletas para taparse la boca, etc. todo preparativo es poco para la gran batalla del confeti.
Y es que la celebración del Coso Multicolor es una de las estampas más representativas de la Magdalena y junto al Pregó Infantil, una de las actividades más esperadas por los niños y niñas de la ciudad.
En total 23 carrozas encabezadas por la de la Federación de Collas, las 19 gaiatas de la ciudad, las Reinas de las Fiestas, Paula Torres y Carla Ibáñez junto a sus Cortes de Honor así como Na Violant d'Hongria y sus Damas de Compañía han encarado la primera parte del desfile por la Avenida Rey Don Jaime, en el tramo comprendido entre la calle Zaragoza y la plaza Clavé. Una vuelta que no hace sino aumenta la ilusión de los más pequeños de la casa que saben lo que viene después.
Y por fin la segunda vuelta, donde todo lo que antes era un orden programado desaparece en una lluvia miles y miles de papelitos de colores y las risas de los participantes. Por que en Castellón no suele nevar pero durante la Magdalena todo es posible.
Desde todas y cada una de las carrozas arranca el lanzamiento de sacos y sacos de confeti que nuevamente ha alcanzado la friolera de 5.500 kilos. Es entonces cuando un caos más o menos organizado se vuelve fiesta. Los papelitos de colores velan en todas direcciones, de las carrozas al público, entre los miembros de las mismas carrozas y hacia los niños que se agolpan tras las vallas para participar en la batalla.
Una vez finaliza el desfile oficial o lo que es lo mismo, cuando se acaba el confeti en las carrozas, la gente, antes tras las vallas, toma la calle y comienza la autentica batalla en las que los pequeños recogen el confeti en bolsas, hacen ángeles en el suelo, se lo lanzan entre risas a padres y amigos y al revés y la gente, de todas, las edades se contagia de esta euforia magdalenera.
Sin duda nadie queda indiferente ante este espectáculo dedicado a la ilusión y en el que los participantes vuelven cubiertos de estos papelitos a sus casas. Llega entonces al difícil tarea de deshacerse de todo sin que el desastre inunde el hogar y pese a todo, es bastante común largo tiempo después, encontrar algún copo, rosa, azul, blanco o amarillo que les arranque una sonrisa y les recuerde este desfile tan singular.