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jueves, 21 de noviembre de 2024 | Última actualización: 14:39

Investidura y legislatura

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Puigdemont lo dejó bien claro desde el primer momento: aquel primer apoyo a Sánchez con sus seis indispensables votos -junto con los de ERC, PNV y Bildu, que tenía más atados- para alcanzar la mayoría del 23J, eran votos prestados, no regalados y eran utilizables solamente en la investidura.

A lo largo de la legislatura, Sánchez podría contar con el apoyo de Junts según rodaran las cosas y como últimamente al de Waterloo no le van muy bien especialmente en la Amnistía, Sánchez esta perdiendo muchas votaciones en la Cámara Baja.

Ayer perdió una referente a la consideración de Edmundo González como vencedor de las elecciones venezolanas y, por consiguiente, legítimo presidente de su país. Sánchez, de gira por China después de su gira por África, argumentó que prefería alcanzar un consenso en la Unión antes de tomar tal decisión, respetuosa actitud hacia Bruselas que no tuvo en el caso mucho más delicado del reconocimiento del Estado Palestino.

La aprobación de los presupuestos para 2025 está en globo. Probablemente habrá que prorrogar los de 2023 adoptados para el año corriente. Fue el mismo Sánchez quien dijo a Rajoy cuando éste tuvo dificultades en el mismo terreno, que sin presupuestos no se podía gobernar y que por lo tanto se imponía anticipar elecciones. En fin, con Sánchez ya estamos acostumbrados a cambios de opinión, a rectificaciones y a medias verdades.

Desde el principio era evidente que el gobierno Frankenstein iba a tener una vida difícil. Siempre habría algún integrante respondón. Hasta ahora lo han sido casi todos: Junts, PNV, Podemos, Coalición Canaria. El más cumplidor, por ser el que más necesita al sanchismo, ha sido hasta ahora Bildu. Sin Sánchez, a Bildu se le habría acabado el cuento, como a casi todos los partidos restantes. Ahí radica la principal resistencia de Sánchez. Todos los que le apoyan saben que tienen prebendas aseguradas. Prebendas que pagamos todos los españoles.

Desde que llegó a la Moncloa la patente de marca de Sánchez fue la resistencia. Así tituló el libro que le escribieron y así viene actuando día tras día. No cabe duda que la resistencia es una virtud propia de los valientes y los determinados. Sin ella, ningún dirigente político podría mantenerse en un oficio que, sin duda, debe tener sus encantos pero en el que cada mañana hay que tragarse un sapo.

Pero, no sé si ustedes lo han notado, últimamente tanto Sánchez como sus más allegados del gabinete, vienen repitiendo una consigna: hay gobierno para rato; vamos a seguir tres años más y luego también. Y lo dicen con un molesto retintín, como diciendo chincha y rabia y fastídiate: nos vas a tener que tragar muchos años más.

Ayer Bolaños se superó a sí mismo y a su jefe: dijo que están copando las instituciones con sus mejores gentes, con los más progresistas para poder gobernar más tiempo. Así que ya lo sabemos: Tezanos, Armengol, Pumpido, García Ortiz, la directora de TVE no están ahí para hacer un buen trabajo y procurar el bienestar de los españoles, sino para que Sánchez pueda gobernar muchos años más.

Nuestro laureado novelista Pérez Reverte lo dijo hace algún tiempo: "Sánchez es un killer, un sinvergüenza pero es un político fascinante. Muy superior a todos, discípulo de Maquiavelo y Bodino sin haberlos leído, aguantará en el poder cuanto quiera". Estamos apañados.