Jorge Fuentes. Embajador de España.
Empezaba a sentirme aliviado al ver la curva declinante de nuestros contaminados y fallecidos cuando recibí uno de esos twits anónimos que recogía la cifra de nuestros muertos hasta hoy equivalente a la suma de las víctimas por coronavirus de 64 países del mundo entre los que se encuentran todos los norteafricanos y de Oriente Medio, todos los asiáticos (excepto China), los americanos (excepto los EEUU) y los europeos (salvo Italia, Francia y el Reino Unido). Sin comentarios.
Con ello y con todo, lo cierto es que la desescalada sanitaria, con explicaciones científicas o sin ellas, puede estar próxima a comenzar. Otros países de nuestro entorno la están haciendo y el gobierno no quiere quedarse atrás, principalmente por razones económicas y de imagen. Ayer, domingo, los parques y los paseos junto al mar, con niños a bordo de sus bicicletas o sus patinetes, empezaban a presentar aires de pre-normalidad y si las cifras siguen bajando, a partir del día dos de Mayo también los adultos podremos pasear o entrenar por la vía pública. Ojalá que ello no conlleve un rebrote del virus y haya que dar marcha atrás.
Progresivamente vamos a ver como los medios informativos, hasta ahora concentrados en cuestiones sanitarias, van cediendo paso al igualmente dramático aspecto económico de la crisis.
De momento el FMI ha pronosticado una caída media del PIB mundial del 6%, porcentaje que ha sido calificado de muy moderado y que en algunos países -como el nuestro-, el Fondo señala que puede llegar al 8% y el Banco de España y los economistas sitúan muy por encima, entre el 10 y el 15%, unas cifras que nuestro país no ha conocido ni siquiera en los tiempos de la Guerra Civil.
Ya no es posible hablar de desaceleración ni de recesión, expresiones utilizadas hace escasos tres meses. Estamos claramente a nivel mundial ante una gran depresión, que en cuestión de semanas, solo en los EEUU, ha llevado al paro a 25 millones de personas y ello en un país en que el desempleo era prácticamente desconocido desde hace lustros.
En Europa, las cosa no van a desarrollarse mejor, particularmente en los países que se han visto más afectados por el Covid. Veamos el caso de España.
Nuestra economía tiene una fragilidad esencial y es la gran dependencia de un sector tan volátil como es el turismo y todos los servicios a él vinculados. De él depende el 25% de nuestro PIB. Se trata de un sector muy frágil, dependiente de factores como el clima atmosférico y el político, de la inestabilidad social, de las guerras. En el reciente pasado, con conflictos en muchos puntos del Mediterráneo, la volatilidad ha jugado a nuestro favor. No va a ser así, de hecho ya esta siendo así, al menos en un inmediato futuro.
Nuestras principales fiestas, iman del turismo internacional, han tenido que ser suspendidas: las Fallas, la Semana Santa, la Feria de Sevilla, los Sanfermines. Los más de 80 millones de turistas llegados durante cada uno de los pasados años, van a quedar drásticamente reducidos con todo lo que ello conllevará: hoteles, restaurantes, cafeterías, transportes, clausurados. La clientela exterior que buscará ser sustituida por la actividad que genere el turismo nacional.
La industria automovilística esta cayendo también en picado con lo que las importantes exportaciones de este sector está decreciendo a un ritmo dramático. Otro tanto cabe decir de los sectores textil, siderúrgico, inmobiliario etc.
Ya antes de que estallara el Covid 19, España había entrado en una desaceleración que algunos auguramos se convertiría en recesión debido a la equivocada política económica del gobierno que aceleró la deuda pública situándola por encima del 100% del PIB y el déficit publico que trepaba hacia los dos dígitos.
Por desgracia la pandemia particularmente mal gestionada en España, como en Italia, Francia, Reino Unido y EEUU, está acelerando los peores índices señalados a los que hay que añadir la prima de riesgo que ha subido hasta los 155 puntos y el paro que va a situarse en cifras demoledoras superiores al 20%.
La situación es muy difícil y España sola no podrá superarla, como tampoco podrá hacerlo Italia y quizá Francia. Habrá que contar con ayuda exterior, con un nuevo Plan Marshall esta vez sin los EEUU. Será una nueva prueba de resistencia para la Unión Europea, que los países más fuertes como Alemania, Austria, los Benelux y los Nórdicos, muy cuidadosos con sus cuentas, no están dispuestos a afrontar sin las debidas garantías.
España debe estar preparada para ofrecerlas. Logramos escapar del rescate en la crisis de 2007 en que solo nuestras Cajas de Ahorro, notoriamente mal gestionadas, recibieron un fuerte apoyo financiero que evitó los corralitos y la ruina de millones de sus clientes. Será difícil evitar el rescate ahora. No es una gran tragedia. Irlanda y Portugal lo conocieron en la última crisis y salieron de ella fortalecidos.
Confiemos en que las condiciones que nos imponga la UE en materia de gasto público, pensiones, ERTEs, sueldos vitales de desempleo etc, no sean leoninas.