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jueves, 21 de noviembre de 2024 | Última actualización: 22:16

Jornada Mundial de Juventud en Lisboa

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Miles de jóvenes de todo el mundo están de camino para participar en la Jornada
Mundial de la Juventud en Lisboa, del 1 al 6 de este mes de agosto. Nuestra Iglesia
diocesana estará presente con varios cientos de jóvenes.
Los jóvenes de las JMJ no son ajenos a lo que viven el resto de los jóvenes;
comparten sus esperanzas y sufrimientos, sus decepciones y anhelos más vivos y justos.
En las JMJ se respira un aire fresco y una esperanza que nada ni nadie puede arrebatar
ni empañar. A veces, cuando se mira a los jóvenes de hoy, hay una tendencia al
pesimismo: son, en verdad, los que más padecen la actual crisis económica, moral y
espiritual. Pero no es todo desaliento en la juventud, ni mera resignación o protesta, ni
menos aún nihilismo o vacío existencial. Más allá de las apariencias, esos miles y miles
de jóvenes, que se reunirán con el papa Francisco en Lisboa, nos trasmiten el mensaje
claro de una juventud que expresa un deseo profundo y una búsqueda sincera de los
valores auténticos que tienen su plenitud en Cristo. Las Jornadas son una experiencia
inolvidable. El encuentro gozoso con el Señor Jesús, el ambiente de oración personal y
comunitaria, la celebración gozosa de la fe y del sacramento del perdón, la
confraternización alegre y la experiencia de pertenecer a la Iglesia del Señor son
elementos fundamentales de estos días. Y esta experiencia marca el futuro de la vida
cristiana de muchos jóvenes.
La JMJ de Lisboa gira en torno a la frase del Evangelio: “María se levantó y
partió sin demora” (Lc 1,39). Es el comportamiento de la Virgen María ante las palabras
del ángel Gabriel, quien, al final de la anunciación, le comunica que su prima Isabel en
su vejez ha concebido un hijo. María vio en las palabras del ángel una llamada de Dios a
levantarse, a ponerse en camino e ir a ayudar a Isabel. María hubiera podido quedarse
en casa. Pero no; ella confió plenamente en Dios. Estaba segura que los planes de Dios
son el mejor proyecto de vida. Llevando en su seno al Hijo de Dios, se puso en camino.
Hacer la experiencia de la presencia de Cristo en la propia vida es la mayor alegría
espiritual. Y esta experiencia impulsa a llevar esta noticia a otros.
María se dejó interpelar por la necesidad de su prima anciana. Este
comportamiento interpela a los jóvenes. Ante una necesidad concreta, hay que actuar.
Muchas personas están esperando que alguien les ayude. Junto a su ayuda, el mayor
regalo de María a su parienta anciana fue llevarle a Jesús. Nada podría haber llenado la
casa de Zacarías de una alegría tan grande como la presencia de Jesús en el seno de la
Virgen.