El singular monumento diseñado por Juan Bautista Adsuara para las fiestas del séptimo centenario de la ciudad, en 1952, introduce energías renovables en su funcionamiento
Con una potencia de 5.000 watios generados con energía renovable baterías solares fotovoltaicas, se evita la utilización de combustibles de origen fósil, como la gasolina o el gasóleo, evitando la emisión de los más de 100 kg de CO2 que causaría un generador de combustible fósil. El hito, que sin duda marca un antes y un después en la historia de este acto, corresponde a una Gaiata muy singular, realizada hace ahora 70 años por el escultor Juan Bautista Adsuara Ramos, por encargo de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Castellón. Una obra que ha perdurado a través de las décadas, pero cuya historia está directamente vinculada al séptimo centenario de la ciudad.
En 1952, con poco más de 53.000 habitantes, la capital de la Plana conmemoraba los siete siglos transcurridos desde su fundación por Jaume I a través del Privilegio de Traslado. Consolidadas las fiestas de la Magdalena como las más importantes de la ciudad. El sábado 15 de marzo, las fiestas se abren con un Pregó al que se incorpora la recién constituida Germandat dels Cavallers de la Conquesta. Al día siguiente, en la Romería los castellonenses empuñan unas cañas coronadas por vez primera por cintas verdes. Y esa noche, en el Desfile de Gaiatas, tras los monumentos de los sectores se exhiben los de las corporaciones: San Isidro, Cámara Agrícola, Caja de Ahorros y Sindicatos.
Es la primera vez que los castellonenses contemplan esta obra de Adsuara, escultor consagrado a nivel nacional y nombrado Hijo Predilecto de la Ciudad solo dos años antes. De carácter marcadamente clasicista, el monumento aúna la armonía de luz y estética, de simbología y tradición. Desde sus maderas nobles, figuras de amorcillos, alegorías del ahorro y vasos de cristal de colores, la obra se convierte pronto en uno de los símbolos de las fiestas. Dos días después, el martes, Mediterráneo cuenta cómo “la Gayata de la Caja de Ahorros iba presidida por una grupa portadora de artístico farol, y siguiendo la tradición, infinitas niñas del meneo se agitaban graciosamente atadas al luminoso símbolo magdalenero”. En definitiva, una escena costumbrista en la que el monumento desfila precedido por un puñado de niñas pequeñas que representan simbólicamente a los hijos de los pobladores de la legendaria bajada al llano desde el Castell Vell, ligados a los cayados de sus padres para no perderse durante el trayecto. Once jóvenes vestidos con el traje de saragüells que tiran de la gaiata representan al gremio agrícola de los labradores y a los primeros moradores de La Plana. Delante, la grupa, porta el farol que abre el camino.
El monumento en una de sus primeras apariciones públicas.
Sin embargo, como el resto de gaiatas, la de Adsuara se enfrenta desde su primera aparición al reto de mantenerse bien iluminada en movimiento. Como recuerda Agustín Mon en su artículo De les minetes al led. L'evolució de la Gaiata, publicado en 2018 en el 'llibret' del sector 15, Sequiol, hasta 1948 “la única solución era utilizar como sistema de alimentación baterías de coches”. Sin embargo, en 1949 se ha dado el “primer gran salto cualitativo”, un innovador sistema de suministro eléctrico por postes, que permitía disponer de potencia suficiente para que la luz iniciara la conquista de la Gaiata”. Dichos postes, “estratégicamente dispuestos en el recorrido y artísticamente decorados con los escudos de los pueblos de la provincia, escondían en su interior un punto de conexión a la red eléctrica”. Cada monumento contaba con dos conexiones que se iban relevando de poste en poste, para dar corriente eléctrica permanente. El sistema funcionará durante cuatro décadas y permitirá una evolución desde los primitivos 125 voltios hasta los 230v, pasando por la dualidad 127/220v. Por el camino, el ingeniero catalán Carles Buigas, el mago de la luz, diseñará sendos monumentos gaiateros en 1966 que pondrán de manifiesto la creciente importancia de la iluminación y su potencia. Y entrará en acción la electrónica, que facilitará la programación de juegos de luces y colores. Todo ello llevará a un aumento de la potencia que generará apreciables problemas de seguridad en el sistema de postes.
En 1992 llegará, por esta circunstancia, un nuevo salto: grupos electrónicos de gran capacidad aportarán la solución al suministro, a costa de un peaje estético, por el carácter puramente funcional de estos equipos. 18 años y muchas mejoras técnicas después, en 2010 la conciencia sobre la necesidad de eficiencia energética llevará a migrar todo el sistema de iluminación a la tecnología LED. Según recuerda Mon, en la Magdalena de 2011 la potencia eléctrica demandada por las gaiatas “queda reducida a la décima parte”, con elementos de una altísima eficiencia. Automáticamente, el tamaño de los grupos electrónicos se reduce y con él, su antiestético impacto visual y sonoro en el desfile.
El cuarto ‘salto’ tecnológico desde 1949
Así pues, si 1949, 1992 y 2011 marcan los hitos de la progresión tecnológica del Desfile de Gaiatas, 2022 está llamado a sumarse a la lista con la primera experiencia de supresión de los grupos electrógenos y su sustitución por baterías en las que previamente se ha almacenado energía solar.
Las baterías solares fotovoltaicas que irán bajo la Gaiata en el Desfile.
El resultado, diseñado conjuntamente por la Fundación y la empresa castellonense Heliotec, especialista en proyectos de energías renovables, se plasma en 12 placas solares de 450 W, un inversor híbrido de 5 kW y 21,6 kWh de energía solar fotovoltaica almacenados en baterías de litio de última generación. El estreno estaba previsto para el 15 de marzo de 2020, en las fiestas del 75 aniversario, pero la irrupción de la pandemia obligó a aplazar el plan.
La Fundación Caja Castellón ha dado un paso más al frente para que la Gaiata de Adsuara brille en todo su esplendor, al aunar las nuevas tecnologías y la iluminación led con el máximo respeto al diseño original del escultor castellonense. Con este objetivo se han retirado los aditamentos incorporados al monumento en las décadas posteriores a su creación, para recuperar en todo lo posible su carácter original. Junto a la obra, doce niñas vestidas de organdí y tul -las xiquetes del meneo- caminarán para recordar a los primeros castellonenses. El ayer y el mañana dándose de nuevo la mano, como cada Magdalena.