Recientemente he recibido algún WhatsApp de un profesor universitario (al parecer argentino por su acento) comentando muy positivamente la labor de educación, formación e integración en la cultura y forma de vida española durante varios siglos posteriores al Descubrimiento de América por Cristóbal Colón.
Y no me refiero tan sólo a Hispano-América sino a todas aquellas tierras españolas de nuestro Siglo de Oro, en las que 'nunca se ponía el Sol', como dijo uno de los monarcas de la época.
Durante muchos años, fueron muchos los nativos de las tierras conquistadas y colonizadas (la mayoría de ellos hijos de españoles) que se empeñaron en tergiversar y denigrar la inmensa labor llevada a cabo, con esa peligrosa mezcla de la espada y la cruz.
Como ejemplo más recurrente tenemos el del filipino Rizal, hijo del portero de los Agustinos de Manila que había nacido en España, pero cuyo hijo acabó siendo el principal líder independentista filipino y mártir ejemplar para el proceso de independencia.
Mientras las colonizaciones anglosajonas y holandesas en todo el mundo, se realizaban tratando de imponer la cultura genuina de los colonizadores por la fuerza de las armas, los españoles empezaban siempre construyendo las mejores universidades en todas esas zonas y por eso tenemos excepcionales edificios coloniales aún en muchas de sus capitales, para muestra inconfundible de que la colonización nunca se hizo con la fuerza y el poder de las armas, aunque en algunos sitios se llevaran a cabo acciones irresponsables o de excesiva violencia con los nativos.
Cuando uno observa hoy, los rasgos y características fisionómicas de los actuales ciudadanos de las zonas conquistadas, donde es más evidente el mestizaje propio de la integración entre los nativos y colonizadores es en Latino América e incluso en las Islas Filipinas.
España llegó para ofrecerles una lengua, una cultura, una educación e incluso una religión propia.
Ofrecimos sin imponer.
Desde Florida a California, podemos encontrar muestras evidentes de aquellas formas de llegar a los indios de la época y cuando más al sur, más evidente se hace ese mestizaje bajando por México y cubriendo toda centro y Sur América, con las excepciones de Brasil y las Guayanas que fueron colonizadas por Portugal, Francia, Holanda e Inglaterra.
Las mejores y más conocidas universidades fueron por orden de antigüedad las de Lima, Quito y México por no citar a todas ellas, ya que la lista se haría muy farragosa.
Todas esas naciones, consiguieron una dosis progresiva de autonomía e independencia a lo largo de los siglos, pero desde hace ya más de siglo y medio, el proceso de descolonización y la llamada de la independencia puso punto y final, con muy escaso derramamiento de sangre.
Ese es el legado de España a toda la Hispanidad y por eso cada año al llegar estas fechas, se suele celebrar el 12 de Octubre (día del descubrimiento de América) lo que antes se conocía como Día de la Raza y ahora como Día de la Hispanidad.
Por eso he querido dedicar esta columna antes de acabar el mes de octubre, recordando a todos mis amigos de todos esos países, con quienes siempre mantuve una relación cordial, afectiva y de simpatía personal.
No somos iguales, pero sí muy parecidos y me he enriquecido muchísimo con lo que todos ellos me han aportado a lo largo de mi vida.
Desde aquí un abrazo a todos.