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jueves, 21 de noviembre de 2024 | Última actualización: 14:41

La Lledonera y el fervor de su pueblo de Castellón (I): Mitos, leyendas y tradiciones

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¿Una figura milenaria? ¿La Santa Troballa para garantizar el reconocimiento de la iglesia? La fundación de la ciudad, imagen y el relicario

Colección Santiago Brea

Castellón celebrará el próximo 4 de mayo el centenario de la coronación canónica de su Patrona, La Mare de Deu de Lledó. Una Virgen ‘pequeñita’ que esconde en su seno otra figura más diminuta aún: la antigua, la primigenia, la ‘verdadera’ imagen de la patrona’, que ‘reside en la Basílica' del mismo nombre que se encuentra situada junto al Caminás, antigua Vía Augusta.

Porque la Lledonera, la patrona de Castellón es una figurita de alabastro, de 7 x 3 cms contenida en el vientre de la escultura que actúa como relicario.

Y es que, la Mare de Déu de Lledó es única y singular. Y no solo en el corazón de sus fieles, los vecinos de la capital de la Plana, sino como un elemento de veneración sagrado que podría ser anterior a la misma fundación de la ciudad.

¿Cuándo comenzó el culto a la Lledonera de Castellón?

Los patronos de Castellón grabado

Esa es una buena pregunta, que ninguno de los historiadores ha sabido documentar con claridad

Como todo buen relato, el que se refiere a la Lledonera, éste no está exento de teorías, investigaciones, historias y leyendas.

Algunos historiadores llegan a datar esta figurilla de alabastro en el periodo paleo babilónico (1792- 1750 A.C) con una antigüedad superior a los 3.000 años. Según esta teoría, la figura hubiera podido corresponder a una ‘diosa madre’ símbolo de la fertilidad, del tercer milenio antes de Cristo, ligado con el ciclo astral.

Otros, descartan esa teoría de culto a la fertilidad, pero si establecen una relación con la cultura Celta, dada la hipotética relación de su nombre con la palabra 'Lugdunum' (montículo del dios Lug). Y, finalmente, hay quienes sitúan la imagen como un amuleto femenino utilizado en cultos esotéricos relacionada con la presencia del imperio romano en estas latitudes.

Establecer el origen y la procedencia de la imagen de la Lledonera resulta un problema hoy, como lo supuso desde que los primitivos moradores del Llano le rinden homenaje.

Lo que se ha podido deducir es que esta escultura es muy anterior al culto establecido a la madona de Santa María. Los datos permiten certificar que el antiguo paraje de Lledó albergó a culturas más antiguas que la actual, en las que esa imagen habría recibido ya el culto de sus fieles. El cuándo es imposible de precisar.

Ahora bien, los estudios apuntan la existencia de un camino que atravesaba el este de la Península ibérica paralela a la costa, donde se pudieron producir diferentes asentamientos. Los romanos empedraron aquel camino y lo coinvirtieron en una vía de traslado principal, la Vía Augusta. Y los lugares de mayor referencia cultural estarían establecidos junto a esa vía de comunicación. Alquerías o construcciones simples, donde ya pudo haber un culto, que luego fueron colonizadas por los árabes, y posteriormente ‘transformadas’ y adaptadas al culto católico tras la reconquista y cristianización del territorio por el rey Jaume I.

Imagen original de la Virgen de Lledó

Este tipo de teorías apuntan, a que la figura de la Lledonera, la figura de alabastro ya recibiría el culto de la población, por lo menos desde el siglo XIII, e incluso antes de la conquista realizada por Jaime I, habida cuenta de que “Desde el primer tercio del siglo XIII, el Consell castellonense tiene memoria que en Lledó existe un santuario bajo esta advocación mariana que es administrada única, y exclusivamente por el municipio”.

Los primeros registros que se refieren al culto de la antigua figurilla de alabastro como Santa María del Lledó están datados en el siglo XIV, concretamente en un documento fechado en 1375, por el que el Consell Municipal de la Vila y el vicario de la iglesia parroquial eran autorizados a celebrar misa diaria y oficios divinos en el templo de Lledó. Por lo tanto, es lógico suponer que tanto el santuario como la imagen de la virgen eran ya conocidos y despertaban un gran fervor popular.

Otra de las grandes preguntas, tienen que ver con la forma de la primigenia imagen, anterior y muy diferente a la que posteriormente adoptaría la iglesia para la representación plástica de la divinidad. Es cierto desde el II Concilio de Nicea (787) se establece que, a diferencia de otras corrientes y otras religiones, las imágenes divinas podían ser veneradas. Con todo, es difícil que, con la mentalidad del siglo XIV, se hubiera permitido el culto a esa imagen a no ser que ya hubiera estado establecido desde mucho antes, y asimilado a la adoración de la Virgen.

Y lo cierto, es que el culto estaba establecido, era conocido y respetado no solo por los habitantes de la ciudad, sino por los municipios cercanos; y fue largamente disputado en numerosas ocasiones, en las que el Consell de los Jurados de Castellón se posicionaron de forma tajante para defender la emita y el culto como propio de la ciudad.

La leyenda de la Santa Troballa

La Santa Troballa 1954

En 1563, Rafael Martí de Viciana publica un supuesto relato medieval, que luego resultó ser una falsificación en cuanto a antigüedad, según el cual, el labrador Perot de Granyana habría descubierto la figurita de alabastro de la Mare de Déu de Lledó mientras araba sus tierras bajo las raíces de un lledoner.

El hallazgo se habría producido antes de 1385. Es decir, desde los tiempos en que se había autorizado a celebrar los oficios divinos. Por otra parte, la figura hubiera demostrado su divinidad en el milagro de que, por más que se trasladaba a la sede del Consell o a la vivienda del Perot, siempre volvía a su lugar original, donde se encontraba la antigua Ermita de Lledó.

Hasta el momento en que Viciana escribe su relato, supuestamente de origen medieval, que no lo era, no se había hablado ni del hallazgo ni de la troballa…

También es cierto, que los estudiosos llegaron a demostrar posteriormente no solo la existencia del Perot, sino también de algunos de esos elementos asociados a la milagrosa ‘troballa’ de la Virgen; e incluso, la existencia de una tradición oral, transmitida durante generaciones, que le daría veracidad a la ‘troballa’ y por supuesto a la divinidad de la imagen.

Y, en este punto, algunos observadores se refiern a lo que supuso por aquellos años el Concilio de Trento, celebrado entre 1545 y 1563. Aquel concilio de la contrarreforma, estableció las pautas de la adoración divina y su representación plástica. Y no solo eso, reclamaba que se autentificasen los hechos milagrosos y los postulados de adoración.

De ahí que los expertos se pregunten: ¿Qué fue antes? ¿la historia o la leyenda? Y, también, que se llegara a pensar en la oportunidad del momento histórico en el que hubo que ‘reforzar y autentificar’ el mito de una devoción que ya se mantenía, al menos desde el siglo XIII, para justificar ante la iglesia la veneración de la Lledonera. Porque, una de las condiciones estipuladas por la iglesia para la adoración de la Virgen María y sus antiguas representaciones era que el rito fuera antiguo o que estuviera reconocido por el pueblo.

La imagen y el relicario

La documentación señala cómo la primitiva imagen de la LLedonera, se veneraba desde el siglo XIV en un ostensorio de plata. En el siglo XV estaría situada en una hornacina que figuraba en el retablo de los Siete Gozos pintado sobre madera  por Nadal Renau en 1452, situado en el altar Mayor.

En 1483, el Papa Sixto IV extendió la fiesta de la Concepción Inmaculada de María a toda la Iglesia de Occidente. Las consignas del Concilio de Trento, las prescripciones del Papa y, seguramente también, la ya asumida leyenda de la ‘Troballa’, se plasmaron en el siglo XVI se plasmaron en la creación de hasta tres figuras de alabastro.

La última de ellas, de 1602, mucho más coherente con la iconografía divina de una Virgen María orante, en referencia a la Purísima es adoptada como imagen relicario, porque en su vientre se ‘excavó’ una oquedad para acoger la hornacina de la figurita de alabastro.

Los inventarios de la cofradía en 1638 refieren un nuevo relicario de proporciones mayores que los anteriores. Una talla de la Inmaculada donada en el 1605, para portar en su vientre la hornacina de la primitiva Lledonera, que se mantendría ya hasta la Guerra Civil Española.

El 13 de agosto de 1936 el ayuntamiento aprobaba la incautación de todos los templos de la ciudad para dedicarlos a otros menesteres. La Ermita de Lledó se convirtió en el Cuartel de carabineros y fue odupado por los milicianos. La talla de alabastro fue derribada a mazaos y mutilada... Pero La primitiva imagen de la Lledonera fue resguardada y escondida por sus fieles, Adsuara y Paús.

Restablecida la normalidad, después de la Guerra Civil, se encargó  a Tomás Domingo Colón y Juan Bautista Porcar una nueva talla relicario para la hornacina de la Lledonera, que fue bendecida en 1940 en la plaza de la Independencia. Esa es la talla que se ha mantenido hasta la actualidad.

Gran parte de esta documentación se publicó como un artículo en el Llibret de la Gaiata 15, Sequiol, durante la Magdalena de 2024.

Bibliografía

  • Balbás, Juan (1987). “El Libro de la provincia de Castellón”. Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Castellón
  • Francés Camús, Josep Miquel (2099). “Historia de la basílica de Lledó”. Publicaciones de la Universitat Jaume I: Servei de Publicacions de la Diputació de Castelló
  • Gascó Sidro, Antonio José (2007). “Crónica de Castellón”. Servei de publicacions Ajuntament de Castelló.
  • Traver Tomás, Vicente (1981). Servei de Publicacions Ajuntament de Castelló
  • https://www.basilicalledo.es/historia-de-la-basilica/
  • https://es.wikipedia.org/wiki/Bas%C3%ADlica_de_Nuestra_Se%C3%B1ora_del_Lled%C3%B3_de_Castell%C3%B3n_de_la_Plana
  • https://www.vivecastellon.com/noticiario/la-virgen-del-lledo-y-las-epidemias-por-josep-miquel-frances-prior-de-lledo-32896.html
  • https://es.wikipedia.org/wiki/Concilio_de_Nicea_II
  • Concilio de Trento: https://es.wikipedia.org/wiki/Concilio_de_Trento