Hace unos días me reunía con una persona a la que quiero mucho y que me contaba lo insatisfecho que se encontraba en su actual trabajo.
Esta no era la primera vez que me lo decía e incluso yo mismo hace ya algún tiempo, le advertí que esa sensación de insatisfacción con su trabajo, lejos de aminorar con el tiempo cada vez sería mayor. A los hechos me remito.
Sin embargo, después de unos días de nuestra reunión, me vino a la mente los motivos de porqué muchas personas pudiendo cambiar su suerte siguen ancladas en una posición que no les es nada favorable. Es más les resulta perjudicial. La parábola del asno de Buridán, bien pudiera tener la respuesta.
Esta parábola dice que un asno hambriento y sediento en su camino un buen día se encuentra con el dilema más absurdo de su vida.
A su izquierda, tienen un montón de heno dorado y tentador. Mientras que a su derecha, un cubo rebosante de agua fresca. El pobre animal está exactamente a mitad de camino de ambos, incapaz de decidir qué necesita más si el agua o el heno.
Su estómago rugía, su garganta estaba seca, y su mente estaba bloqueada.
Incapaz de decidirse por ninguno de los dos y como consecuencia de su duda, se queda quieto allí, y acaba muriéndose de hambre lamentablemente.
La parábola conocida como el "asno de Buridán", trata no solo de como un animal indeciso fallece fruto de su indecisión, es también un símbolo de cómo la racionalidad llevada a los límites de lo razonable, puede llevarnos a la inacción total. A no tomar ninguna decisión y por tanto a tomar una decisión ya en sí. Aguantar en un sitio que nos está matando de hambre y de sed sin ser conscientes.
Aquí está la trampa: el asno, en su afán por tomar la decisión “perfecta”, acaba por no tomar ninguna decisión. Su lógica impecable se convierte en su perdición. Ya que mientras se debate internamente entre que opción debe de elegir (heno o agua), el tiempo pasa y el resultado es tan trágico como absurdo: el asno muere de hambre y sed. Aun teniéndolo todo a su alrededor para sobrevivir.
En la vida, al igual que este conocido mío, uno no tiene que decidir entre heno y agua, pero sí entre dos proyectos, dos trabajos o entre abandonar un trabajo en el que uno ya no es feliz y/o emprender o formarse en una profesión para realizar algo nuevo, acorde con sus valores y capacidades y tener la opción de ser más feliz.
Es la indecisión alimentada por el miedo a equivocarnos, la que puede paralizarnos y no dejarnos ver más allá de nuestras narices, como a nuestro amigo de cuatro patas.
La moraleja que nos transfiere esta parábola del asno de Buridán es clara: Amigo mío la vida no espera a que tomemos la decisión perfecta. Porque nunca tendremos todas las variables, ni podremos controlarlo todo, para tomar la decisión perfecta. A veces, cualquier decisión es mejor que ninguna. Pero, ¡tómala!
No dejes que tu vida se convierta en una versión humana del dilema del "asno de Buridán".
Recuerda, mientras tú dudas, el heno se pudre y el agua se evapora. Tus años se van, uno envejece más rápido de lo que piensa y un día cuando seas un anciano jubilado en un trabajo de mierda con una pensión de mierda dirás aquello de: ¿Por qué no tomé una decisión antes? ¿Qué hice con mi vida? Si volviera atrás …
La vida es demasiado corta para desperdiciarla en temas que tampoco son tan graves como uno piensa. Pues, aunque no lo creas en esta vida no hay nada más importante que la salud y te lo dice alguien que ha visto como todas sus prioridades de un día para otro pasaron a un segundo plano cuando la salud tuya o de los tuyos se esfuma.
Con cariño, alguien que te quiere. Lucha por tus sueños y cree en ti.
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