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jueves, 21 de noviembre de 2024 | Última actualización: 22:28

La última Corrida de Toros de la Magdalena se saldó con una única oreja para Talavante

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El mano a mano Pereda-Talavante se tornó en una corrida sosa, con toros que no respondieron

 La última Corrida de la Feria de la Magdalena de Castellón, un mano a mano entre Pereda y Talavante, con toros de la ganadería de El Pilar, fue sosa, con toros fuertes que doblaban y no respondían. Se saldó con una sola oreja de Talavante, que buscó la segunda en el sexto, pero no supo matar.

Esperanza Molina/Castellón Información

Última corrida de la Feria Taurina de la Magdalena 2015, con toros de la ganadería de El Pilar, para un mano a mano entre José María Pereda y Alejandro Tavalante. Paquirri, que tenía que haber presidido el cartel, se encontraba convaleciente de una cogida.

Los toros no respondieron a la expectación de la corrida. Fuertes pero despistados, desconfiados a veces, presentación irregular, no acabaron de dar juego. Uno de ellos, incluso, fue devuelto a corrales porque estaba cojo de la mano izquierda.

Corrida de Toros Magdalena 15III15 (5)El primero, Guantero, colorado ojinegro, de 521 Kilos, fue para José María Pereda. El toro tenía casta, era bonito, y embestía bien, Una vara. Pereda tenía ganas de torear en Castellón y se trabajó a Guantero. Primero en la distancia, luego acortando terreno, cada vez más, hasta que el toro llegó a pegársele a la piel. Fue una buena faena. El público la acogió bien. Mató de una sola estocada. Fue suficiente, porque el toro buscó el amparo de la barrera y dobló.

La plaza pidió la oreja e insistió en ello. El presidente no la concedió. Aplausos para el diestro y abucheo para el presidente.

Llegaba el segundo, Huracán, un ‘colorado’ de 507 kilos, para Alejandro Talavante. Salió con fuerza pero a la suya. Difícil de fijar, diestro y cuadrilla no pudieron evitar que se dirigiera al caballo que no tocaba para recibir una vara. Talavante, con buenos pases lo sacó del caballo, lo llevó al centro y lo dirigió al otro picador. Pero una vez encarado el toro volvió la cabeza, miró al torero y decidió que prefería el capote. Talavante pidió el cambio de tercio.  Dos pares de banderillas buenas y un tercero.... que no llegó a ninguna parte.Corrida de Toros Magdalena 15III15 (39)

Buena faena. Talavante recibió ‘a lo José Tomás’, ‘plantao’, y sin moverse, mientras el toro pasaba por la muleta. Supo lidiarlo. Le dio tiempo y distancia, el toro poco a poco fue entrando por donde quería Talavante.  No se extendió demasiado porque el toro ya iba demasiado justito de fuerzas. Talavante pidió el estoque, pero no pudo resistirse a darle una serie de pases, de nuevo ‘a lo José Tomás’ y la plaza aplaudió. Entró con una estocada certera, en medio de la plaza. Huracán se desplomó sobre la arena, pero cuando ya iban a celebrarlo, el astado volvió a levantarse. Talavante pidió respeto. El toro intentó mantenerle la mirada y finalmente dobló, prácticamente muerto. Una oreja.

El tercero, devuelto a corrales

El tercero, Brigadier, era un negro mulato de 532 Kilos. Era el turno nuevamente para Pereda. El toro, rápido para correr, inteligente y hábil para frenar en seco antes de tocar la barrera; y despectivo, para dar dos coces con las traseras ante el burladero donde lo citaba la cuadrilla.

Llegó el tercio de varas, y cuando el toro se dirigía al picador, el público comenzó a abuchear. Cojeaba de la mano izquierda. Aun así, se llevó una vara flojita. Pero tras salir del caballo, dobló las manos un par de veces. El público pidió el cambio, y debía ser muy evidente, porque el presidente no dudó y lo confirmó. Salieron los mansos, Brigadier arremetió contra ellos y volvió a corrales.

Corrida de Toros Magdalena 15III15 (58)En su lugar salió el sobrero,  Bilanero, negro, de 615 kilos de toro que parecía más un camión que un astado. Impresionaba. No carecía de fuerza y de tamaño, pero si en las gradas ya parecía inmenso, en el ruedo debía parecer de todo, menos fácil.  Aparte de su tamaño, no era un toro sencillo. Desconfiado y despistado. Cuando el primer caballo asomó por la puerta de cuadrillas, para el tercio de varas, Bilaero se fue a por él y la cuadrilla tuvo que hacer bien su trabajo para evitar que se lanzara contra jinete y montura.

Ya posicionados los picadores, Bilanero entró a varas, pero con tanta fuerza, que primero empotró al caballo y al picador contra la barrera. El picador ejerció su función y llegó a darle dos varas, para mantenerlo luego en la pica. Pero Bilanero estaba realmente furioso, el morlaco levantó al caballo y al picador en el aire, sobre los cuernos y la cabeza. No fue fácil liberarlos.

Después de aquello, ¿quién era capaz de clavarle las banderillas al toro?. Fue una suerte, como todo en este toro. Difícil. Dos pares de banderillas, uno mejor que otro y punto.

Y llego la lidia. El toro seguía entero. Incluso casi más que cuando salió a la plaza, porque a la fuerza natural de este toro se sumaba una desconfianza total, y su decisión de ir por donde quería y no por donde le marcaban el camino.

Pero había que lidiar y Pereda se puso a ello. Midiendo mucho fuerza y distancia, intentó fijar al toro, que se resistió a ello. No conseguía hilar dos pases seguidos sin que el toro se revolviera, volviera la cabeza y se fuera hacia la puerta de cuadrillas. No hubo forma. Pereda entró a matar, con el mismo respeto que el morlaco producía en el resto de la plaza. Media estocada que para Bilanero resultó ser casi nada. Con mucho esfuerzo, Pereda descabelló a la segunda. Aplausos.

El cuarto, rojo y flojo. Se llamaba Liebre, y es que corría como tal, 502 Kilos. Buena presencia pero mala lidia. El toro dobló las manos en varias ocasiones, y Tavalante, una vez que vio las posibilidades fue a lo práctico. Mató con dos pinchazos. Y con eso no necesitó más porque el toro se murió.

 En esto llegaba el quinto de la tarde, Pelotón, colorado, 539 Kilos, para Miguel Angel Pereda. Como sus compañeros de lidia, rápido por la plaza, resultón en el capote. Entró al caballo con mucha fuerza, demasiada. Pero después ya no había toro, tan pronto aflojaba de manos, que de patas. Pero al mismo tiempo peligroso. Ni pena ni gloria. La plaza fría. No había mucho que hacer. Pereda mató de una estocada.

Y llegó el sexto. Pocas ilusiones en el graderío, pero Sombrero, tostado, de 524 kilos, resultó mucho más noble de lo que se esperaba. Una vara, bien en las banderillas, y dispuesto para Talavante, que quería arrancar la segunda oreja de la tarde.

De nuevo salió lo mejor de Alejandro Tavalante, los pases a lo ‘José Tomás’, los pases de Pecho, con la izquierda y con la derecha. Arrancaba la música tras dos series seguidas. La plaza se ilusionaba, y Sombrero, flojo de manos, respondía a las citas y afrontaba con casta el reto del toreo. Talavante lo lidió con inteligencia, dejándole respirar, dándole distancias y a la vez forzándolo a pasar en redondeos que arrancaron la ovación del público.

Y parecía que habría segunda oreja, pero en la suerte de matar, Talavante falló. Dos pinchazos, y finalmente estocada. La oreja se fue pero fue aplaudido por la plaza.

Como anécdotas interesantes: los aplausos del público a los picadores, que sufrieron lo suyo y al mozo que llevaba uno de los caballos, que llegó a ser más ovacionado que los diestros.