La Tertulia del Casino pone de manifiesto la existencia de una enorme oferta de calidad, que deberá adaptarse a las nuevas tecnologías
Las asociaciones culturales ‘centenarias’ de Castellón han puesto de manifiesto la existencia de una enorme oferta cultural de la mayor calidad en la provincia de Castellón. Pero también, la inquietud de asumir los nuevos retos del siglo XXI, y la necesidad de atraer la atención de los colectivos más jóvenes. Y es que las Nuevas Tecnologías se desarrollan a tal velocidad, que es imprescindible ‘subirse al barco’ para garantizar su continuidad.
El Real Casino Antiguo de Castellón ha iniciado hoy una nueva ronda de tertulias, dirigidas a todos los públicos, para fomentar el debate y el encuentro de los ciudadanos de la provincia de Castellón en torno a los temas de mayor actualidad.
La primera tertulia ha consistido en una Mesa Redonda, para tratar de la ‘Proyección de la cultura en Castellón’.
Para ello, ha contado con la presencia de cuatro asociaciones centenarias, que han sido decisivas en el desarrollo de la provincia. Los participantes han sido, por antigüedad en su fundación: El Real Casino Antiguo de Castellón, fundado en 1814, representado por su presidente Francisco Jáuregui. La Societat Castellonenca de Cultura, que nació en 1919, representada por su vicepresidente, Eugenio Díaz Manteca; La Sociedad Filarmónica de Castellón, creada en 1923, cuyo representante ha sido su presidente Miguel Angel Trilles; Y el Ateneo de Castellón, que nació en 1925, representado por su presidente, Santiago Fortuño.
Asociaciones culturales centenarias 'desahuciadas' buscan local en Castellón
Algunos de los datos manifestados por los ponentes, que han llamado la atención son: ‘su deshubicación’ actual. El mejor ejemplo de ello, es el Ateneo de Castellón, que tenía su sede en la antigua Casa de Cultura, Antonio Maura, hoy convertida en Centro de Envejecimiento Activo.
El Ateneo utiliza como sede provisional los locales del Casino Antiguo, pero sus miembros reivindican un local propio, que podría ubicarse en el Menador de Castellón, desde donde poder ejercer sus actividades de promoción cultural.
También se encontraría en una situación similar, la Societat Castellonenca de Cultura, que dispone de un fondo documental de enorme interés para la provincia y la ciudad de Castellón, pero que no tiene un lugar adecuado donde exponer sus conocimientos.
La sociedad Filarmónica de Castellón ejerce su actividad actual en el Menador de Castellón, y desarrolla gran parte de su oferta de música clásica, en el Auditorio de Castellón.
Finalmente, el Casino, con 200 años de actividad, dispone de un lugar privilegiado situado en pleno centro de Castellón. En este caso, el problema no es la falta de local, sino la necesidad de fomentar cuantas actividades puedan enriquecer a la sociedad castellonense.
Porque, otro de los problemas con el que se encuentran estas cuatro sociedades, es quizá la velocidad a la que evolucionan los tiempos. En poco más de dos décadas las Nuevas Tecnologías han modificado completamente las antiguas estructuras sociales. Primero fue internet, luego las redes sociales y ahora la inteligencia artificial…
Y son conscientes de ello, pero no es fácil adaptarse a los cambios; sobre todo, porque otro de sus objetivos es el de poder interesar a la gente más joven para que asuman el relevo y mantengan la extraordinaria oferta cultural que representan.
En la actualidad, y eso ha quedado patente también en la tertulia, en Castellón hay una oferta cultural tan intensa y desmedida, que parece imposible llegar a todo. Pero, aun así, el problema reside en cómo interesar a esta nueva sociedad que se forma ahora al amparo de las nuevas tecnologías y que representan el futuro.
Por otra parte, mantener esas asociaciones, que han sido capaces de sobrevivir a guerras, gobiernos y revoluciones culturales, no resulta fácil. En este nuevo universo ‘de lo fácil y gratuito’ es menester reconciliar a una sociedad que tiene de todo y ofrece de todo, para no perder el legado que la ha construido y ha hecho de ella lo que es.
El futuro está todavía por escribir, pero debe ser la sociedad castellonense la que aproveche el enorme crédito cultural generado durante el último siglo, para no perder el tren de su propia identidad.