El terreno colapsó por el peso de una vivienda; con un enorme socavón en el sótano, acabó por aplastar la tubería de un metro de diámetro
En la década de los 90 se construyeron viviendas ilegales encima del colector central de la Marjalería. El terreno colapsó hasta provocar un inmenso boquete en el sótano y aplastar por completo la tubería. La solución pasa por un desvío externo que costará más de 240.000 euros. Un convenio a tres partes permitiría solventar el problema.
El colector central de la Marjalería es una tubería de más de un metro de diámetro que recorre parte del término municipal de oeste a este, y que tiene su tramo final por la zona donde se encuentra ‘El Perrico’, en el Serradal, donde las aguas que transporta se bombean al mar.
Las competencias sobre su mantenimiento corresponden al Coto Arrocero, Comunidad de Regantes de Castelló. Discurre a una profundidad de más de cuatro metros y muchas de las viviendas que se encuentran sobre él, desconocían su existencia.
Aplastado por una vivienda
En la década de los 90 del siglo pasado se construyeron varias viviendas encima de este colector. Ninguna de ellas tenía licencia urbanística. Ocho de ellas rellenaron el suelo con escombros para levantar la edificación por encima de la cota del terreno.
Como se explica posteriormente, las características de ese suelo eran muy singulares, ya que años atrás toda la zona inundada se utilizaba para el cultivo del arroz.
De forma callada, silenciosa, el peso de aquellos materiales de relleno colapsó el terreno, poco a poco al principio y de forma bastante exagerada después. El resultado fue un enorme socavón en del sótano de uno de los inmuebles hasta llegar al colector central que discurre por debajo… que poco a poco se aplastó por el peso y que ahora ya no puede desaguar los sobrantes hídricos de la zona.
¿Cuándo se evidenció el desastre?
Los vecinos de la zona más baja de la Marjalería, donde se encuentran las partidas de La Molinera, Bovar y Senillar llevan cuatro años con una queja constante. El colector central que, en teoría, tenía que recoger los sobrantes de agua que desecan el terreno, no funciona.
Como consecuencia de ello, cada vez que llueve el agua inunda toda la zona y se queda estancada. Y así sucede temporada tras temporada.
El Coto Arrocero tiene un motor portátil junto a la Carrerasa del Bovar desde hace tres años y medio, que funciona las 24 horas del día, y que ayuda a desaguar puntualmente cuando llueve. Pero no es suficiente, el agua se acumula, la situación se vuelve insostenible y se agrava cada vez que llega la tormenta.
El motor fijo de la Molinera tiene potencia suficiente pasa desecar y verter al mar. Sin embargo, la concejalía de Transición Ecológica es reacio a ponerlo en marcha porque afirma que el ayuntamiento está sujeto a unos protocolos muy estrictos y pocas veces activa el bombeo. Este tema enfrenta al equipo de gobierno.
El hundimiento del colector central desde dentro
En 2017, el Coto Arrocero investigó los motivos por los que el colector no funcionaba como debía. Dadas las dimensiones de la tubería (casi un metro de diámetro), se debatió si meter una sonda con una cámara o adentrarse directamente dentro de ella, que fue lo que se decidió. El colector, de varios kilómetros de longitud, tiene una boca de entrada y registro cada 50 metros. Por allí se introdujeron los operarios para revisar el estado de la tubería.
Lo que se descubrió entonces, era que los terrenos de una de aquellas viviendas, construida en los años 90, habían cedido hasta el punto de aplastar e inutilizar el colector. En aquellos momentos ya se envió un escrito al ayuntamiento en el que se describía la situación; las posibles soluciones e, incluso, las consecuencias que podría acarrear si se paraba la desecación de los terrenos.
Pero han tenido que discurrir varios años para que el arreglo de la tubería se ponga sobre la mesa como una necesidad urgente.
Una solución y tres administraciones
Aunque el mantenimiento del colector central depende del Coto Arrocero, se considera que la obra implicaría a las administraciones que participaron en su construcción original, autorizada por la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) en la década de los 70: la Diputación, el Ayuntamiento y el Coto.
Las imágenes que publica Castellón Información fueron las recogidas en mayo de este mismo año cuando, a petición de la Diputación, se volvió a realizar una nueva prospección para comprobar los daños producidos. Y de nuevo los operarios fueron los que se introdujeron en la tubería.
De esta forma, se volvió a inspeccionar el colector desde dentro, y también comprobaron la situación que presentaba el sótano de la vivienda situada encima de ‘la avería’, donde, como se puede comprobar, el socavón ya es inmensamente grande.
Se recogieron fotografías, se examinó el terreno y se determinó que era prácticamente imposible actuar para la reparación de este punto en concreto desde dentro. Tanto por la situación del suelo que ha colapsado dentro de esta vivienda, como por la detección de otras fallas y grietas en el interior de la tubería, debido, a la cesión del terreno por el peso de las otras casas. La propuesta de reparar la tubería actual donde está aplastada es tremendamente peligroso.
No es un problema económico sino jurídico
La solución aportada por el Coto Arrocero, que parece contar con el respaldo de Diputación y Ayuntamiento, pasa por construir un desvío del colector sobre el tramo dañando. Ahora bien, no es tan fácil como parece. Ese desvío discurriría por la calle más cercana, pero afectaría a terrenos particulares y el coste de la operación superaría los 240.000 euros (según presupuesto solicitado por el Coto hace ya un par de años).
Según han afirmado las tres administraciones, hay voluntad de solución y el problema no sería tanto el económico como la forma jurídica del procedimiento. Pasaría por un convenio a tres bandas en cuanto a la financiación mientras que la ejecución estaría a cargo del Coto Arrocero.
Y, además, existen otras complicaciones, entre ellas, la localización de los propietarios de los terrenos particulares sobre los que se habrán de realizar los trabajos.
El ayuntamiento de Castelló insertó un anuncio en el Boletín Oficial del Estado el 20 de abril para localizar a los propietarios de estas viviendas y parcelas. Según ha podido saber Castellón Información, a raíz de este procedimiento habría logrado contactar con todos ellos, propietarios particulares, pero existiría una vivienda que se encontraría en manos de un banco.
Los procedimientos administrativos son lentos y este también lo es.
El titular de la vivienda afectada la compró como ‘buena’ y ahora se desespera
En cuanto al propietario de la vivienda que aplastó el colector, fuentes consultadas señalaban que se encontraría muy preocupado por la situación. Para empezar, el titular actual no es el mismo que edificó en los años 90. Así las cosas, cuando se la vendieron, nadie le indicó lo que podía ocurrir. Ahora se encuentra ante varios problemas; el más importante, la seguridad del inmueble en el que habita como primera vivienda; y después, qué responsabilidad deberá asumir sobre las consecuencias de este aplastamiento.
Cabe señalar también, que la mayor parte de las viviendas que se encuentran en esta zona de la Marjalería son ilegales porque no tienen licencia de obras. Podrán regularizar sus edificaciones si son anteriores a agosto de 2015, pero para ello deberán acometer y pagar la urbanización de esos terrenos con los planes de minimización de impactos.
En cualquier caso, si el lector tiene curiosidad por conocer cómo se ha llegado a este punto en el que se encuentra hoy toda aquella zona, Castellón Información ha intentado resumir una parte de aquella historia que hoy vuelve a estar de actualidad.
De los arrozales a las parcelas desecadas para cambiar el modo de cultivo
Tal como comentaba el presidente del Coto Arrocero, cuando se tomó la decisión de abandonar el cultivo del arroz, hubo de plantearse cómo desecar toda aquella zona inmensa que periódicamente se inundaba de agua para favorecer otro tipo de agricultura.
En la Marjalería existen dos zonas diferentes. Las de ‘Sazón’ o de ‘Saó’, y las obtenidas por proceso de desecación mediante colectores subterráneos.
Tierras de Saó y arte de Xarcullar
Las tierras de Saó son aquellas que se han ganado por el sistema de ‘separar’ la tierra del agua. Allí el nivel freático está más alto y no es necesario regar, sino mantener una forma de cultivo muy antigua y tradicional que obtiene un menor aprovechamiento agrícola.
La fórmula tradicional, como bien explica la Asociación de Vecinos del Camí Fondo, para convertir en tierra de cultivo las tierras pantanosas era la denominada como el arte de ‘xarcullar’. Consiste en agrupar la tierra en un lateral y ‘prensarla’ para que filtre el agua. De esta forma se generan parcelas alargadas, situadas entre escorrentías y canales. La acumulación de la tierra genera zonas secas ‘en alto’, adecuadas para el cultivo. Las escorrentías redirigen el agua hasta los puntos de recogida o acequias principales.
Red de Colectores de desecación
Paralelamente, y en la zona del arroz se realizó una obra faraónica. Una red de drenaje con grandes colectores con millones de metros de tuberías. Las más grandes de más de un metro de diámetro discurren a más de 4 metros de profundidad. A esos colectores van otros más pequeños, y a estas otras, tuberías de menor tamaño, de forma que los sobrantes de agua se recogen y se bombean al mar. Si la red de drenaje falla, toda esa área de la Marjalería se inundaría y se hundiría como un bizcocho a medio cocer.
Se calcula que solo las tuberías principales sumarían más de 42 kilómetros.
El mantenimiento de todo este sistema corre a cargo del Coto Arrocero y, en teoría, todos los propietarios de la Marjalería afectada por los colectores estarían obligados a pagar una cuota mensual, bien para la desecación, bien para el derecho al regadío.
Sin embargo, muchas de esas parcelas se han convertido en núcleos de viviendas de primera o segunda residencia. La mayoría de los propietarios actuales desconocen las características del terreno sobre el que están los inmuebles. Tampoco se les ha comunicado la obligación de seguir manteniendo toda esa infraestructura que les permite gozar de sus parcelas para cultivar o para vivir. En consecuencia, muchos han dejado de pagar sus cuotas y ‘entienden’ que pueden ‘darse de baja’ del Coto. En este momento, el Coto tiene un 28% de morosos a los que, con la ley en la mano, pero con muchos gastos jurídicos, se les podría exigir el pago de las cuotas a través del juzgado.
Parcelas para cultivo y parcelas para viviendas
El resultado de la desecación dio como resultado la creación de parcelas con una superficie apta para otro tipo de cultivos, porque la razón fundamental de esa actuación no fue la de promover soluciones habitacionales sino la de modificar el sistema de cultivo.
Sin embargo, las primitivas casas de aperos se transformaron con los años en pequeñas o grandes viviendas donde pasar los meses estivales. Y junto a ellas, surgieron otros inmuebles para primera o segunda residencia.
¿Quién podía negarse a la posibilidad de tener una segunda o una primera vivienda rodeada de zona verde, donde poder cultivar y mantener el campo y generar hermosos jardines?
Proliferación de viviendas en la Marjalería
El resultado de toda esa transformación comenzó a evidenciarse en la década de los 80 del siglo pasado. La proliferación de los núcleos de población se realizó sin licencia municipal mientras el ayuntamiento no quiso, no supo o no pudo enfrentarse al problema.
Fueron momentos de transición política. El país pasaba de una dictadura de 40 años a un sistema democrático y cuando la primera corporación de esta nueva era intentó afrontar el reto urbanístico de una capital que crecía sin orden ni concierto en todo el término municipal, la Marjalería fue, posiblemente, el menor de sus problemas.
Aun así, ya desde entonces comenzaron a tomarse medidas ‘disuasorias’ sin resultado. La Marjalería se llenó de carteles, advertencias… no sirvieron para nada. Ni el ayuntamiento tenía personal para controlar y parar las obras, que se propagaban por todas partes, ni medios para aportar otro tipo de soluciones.
Más de 4.000 viviendas y una población de 16.000 personas
Se calcula que, en la actualidad, puede haber más de 4.000 viviendas en la Marjalería con una población de más de 16.000 personas.
Lo más curioso de todo esto, es que a lo largo de los años han proliferado más de 300 denuncias por construcción ilegal, ojo, muchas de ellas promovidas por los mismos vecinos.
Pendientes del plan General para regularizar las viviendas
Tras la última Ley del Suelo de la Comunitat Valenciana se volvieron a poner límites a estas construcciones ilegales. Con esa ley en la mano, todas las viviendas construidas con anterioridad a agosto de 2015 podrían llegar a regularizar su situación, ya estén en Suelo Urbano, o en Suelo No Urbano mediante Planes de Reforma Interior o Planes de Minimización de Impactos.
Pero para eso hace falta que se complete la aprobación del Plan General de Ordenación Urbana de Castelló, que todavía está a la espera de un informe de Costas que complete el último fleco, el Plan de Ordenación Pormenorizada.
Solo entonces, y con la legalidad en la mano, podrá iniciarse un proceso de regularización que lleva demasiados años pendiente, y que, ojo, deberán pagar los propietarios de esas viviendas para poder optar a los servicios de los que ahora carecen, el más importante, el del alcantarillado o tratamiento de aguas residuales.
Cualquier intervención o construcción ilegal después de esta fecha de agosto de 2015 será perseguida por la Agencia de Control Urbanístico que depende de la Generalitat Valenciana.