Espectáculo de música extraordinaria y escenas sin un guión definido que jugó a repetir más de lo mismo con patadas a la tradición
Las reinas, Carla Bernat y Lucía Burguete despidieron esta noche la Magdalena 2018 con un Magdalena Vitol con sabor a lágrimas y de una tristeza infinita. El público las acompañó, las quiso y respondió a su cita. El espectáculo final, con una música extraordinaria pero con un recorrido de cuadros y de imágenes sin un guión definido que repetía aciertos de otros años. Intentaron jugar con la tradición pero sin entrar en lo profundo de su sentido.
Esperanza Molina/ Castellón Información
La semana de Fiestas de la Magdalena 2018 llegó a su fin. Una recta final, a lo largo del día, colmada de despedidas, de abrazos y de despidos.
El Desfile final de fiestas comenzó puntual, y en media hora recorrió las calles de la ciudad hasta llegar a la puerta del Ayuntamiento de Castellón.
Las comisiones de las 19 Gaiatas de Castellón, de la Cultural a Brancal de la Ciutat fueron recibidas por la alcaldesa, Amparo Marco, por la vice alcaldesa, Ali Brancal y por la concejal de Fiestas Sara Usó.
Momentos emotivos en los que los besos se mezclaban con una aparente alegría que disfrazaba el sentimiento del final de fiestas.
Con ellos, la música de las Bandas internacionales que han llenado con su música Castellón.
Y llegaron las damas infantiles de la ciudad, en dos filaes, hechas una piña en torno a Lucía Burguete, bailando una marcha mora.
Y tras ellos, las damas de la ciudad y la reina Carla Bernat, bailando con los miembros de la Junta de Fiestas al son del Rotllo i Canya, interpretado por la Banda Municipal de Castellón.
Para entonces, la plaza se llenaba de gente. Y en la tribuna lateral, las madrinas, las Comisiones y la gente de la fiesta.
No habían dado las once de la noche cuando se abría la puerta del balcón central del Ayuntamiento que da al despacho de la alcaldía, y tanto Carla Bernat como Lucía Bernat prendieron la mecha de la traca que recorre las calles de la ciudad, para anunciar a la ciudanía que el final había llegado, que la Fiesta de la Magdalena se despide hasta el 2019.
Mientras la traca recorría las calles de la ciudad, el público se entretenía en la plaza con la proyección de imágenes de esta semana sobre la fachada de Santa María, mientras sonaba música de fiesta.
Y cuando el fuego de la traca hubo realizado du anuncio y retornó al corazón de Castellón, llegó el momento definitivo.
Para entonces las damas infantiles y mayores de la ciudad llenaban ya los balcones municipales y las reinas se miraban con tristeza y se cogían de las manos.
Ambas se miraron, contaron hasta tres y exclamaron con todas sus fuerzas:
¡¡¡Magdalena!!!
Y la ciudad entera les respondió también a voz en grito:
¡¡¡Vitol!!!
Espectáculo final del Vitol
Para rematar la jornada daba comienzo el espectáculo final de las fiestas.
Los focos se centraron sobre una big band, situada sobre una tarima, en la puerta de Santa María.
Cabe decir en su honor, que los músicos fueron extraordinarios. Lo mejor de ese espectáculo.
Y antes de describirlo cabe hacer una reflexión. El Magdalena Vitol, no es cualquier espectáculo, es el remate simbólico a un conjunto de leyendas, tradiciones, sentimientos, de una expresión de la ciudad.
Y por eso, es imposible pretender agradar cuando se recogen piezas de la tradición, pegadas unas con otras, representando escenas de la fiesta, pero sin un guión que marque un camino de ruta.
Eso fue lo que ocurrió con el espectáculo de esta noche. No contaban ninguna historia.
Hubiera sido extraordinario en cualquier otro sitio, en cualquier otro escenario que no hubiera sido el Magdalena Vitol de Castellón. Pero esta noche, en Castellón, no supo.
Comenzó con los sones del pregón interpretado a la dolçaina. Continuó con un pregoner, que cantó el Pregón y se permitió la licencia de acabar con un ‘Vitol’ que estaba fuera de sitio. Solo las reinas pueden realizar la llamada y la ciudad responder a sus reinas.
Se abusó de las proyecciones sobre Santa María o el Fadrí, y luego sobre otros edificios municipales que, lejos de contar historia, repetían escenas de otros espectáculos antiguos del Magdalena Vitol.
Una bonita Magdalena se pintó sobre el Fadrí, es cierto, pero los ‘presuntos magdaleneros’ colgados de las tirolinas, no decían casi nada o transmitían más bien poco.
Se proyectaron las imágenes de las Gaiatas de Castellón, y se interpretó el Bolero de Castellón proyectado como en imágenes de sombra… sobre unas pantallas situadas delante del Mercado Central.
Y como toque de atención, un entramado que se elevó en el cielo, con danzantes que bailaron y se contorsionaron sujetos de lienzos.
Todo ello acompañado, eso si, magistralmente, por la Big Band, y con disparos aéreos de fuegos artificiales más bien pobres y dispersos, que se quedaban solo en amagos de poca cosa.
Bien pero… ¿Qué es exactamente lo que se quería transmitir y por qué? ¿Que pretendían contar?.
El final fe un piro digital en el que el castillo de fuegos se disparó mientras sonaba la música magistral de la Big Band.
Fue lo más bonito. Como escena aislada, espectacular; como parte del conjunto, no tanto.
Las reinas miraban embobadas el espectáculo, al público. Aún cuando acabó la actuación todavía se resistieron a abandonar el balcón y fueron coreadas por su gente que mostró un cariño grande y amoroso por las representantes de su fiestas.
Magdalena 2018 dijo adiós y Castellón vuelve a su rutina de todos los días.
