Jorge Fuentes. Embajador de España
Nuestro encierro forzoso durante tres meses ha tenido, sin duda, graves inconvenientes psíquicos, sociales y económicos, problemas que todos hemos intentado paliar con paciencia, con sucedáneos de gimnasia doméstica, con mucha televisión y con grandes dosis de lectura.
En éste ultimo terreno, quien esto escribe, ha leído varias novelas de Modiano, de Iris Murdoch, de Fernández Florez; obras de teatro de Azorín, de Gómez de la Serna, de Jacinto Grau. Pero particularmente, ha pasado muy buenos ratos con la polémica autobiografía de Woody Allen "A propósito de nada", obra proscrita en los EEUU, pero muy bien recibida en Europa donde el cineasta se ha refugiado en casi todas sus últimas películas rodadas en Londres, París, Barcelona, Roma y San Sebastián.
Leer el libro es como revisar muchas de sus películas, particularmente las mas personales como "Días de radio", "Annie Hall" o Polvo de estrellas". Solo nos falta la música de Cole Porter, Glenn Miller o Gershwin. Recurran al tocadiscos.
Las 440 paginas de la edición española pueden ordenarse en cuatro bloques principales y ello a pesar de que Allen escribió su obra sin solución de continuidad ni división en capítulos. La narración fluye con un caudal inagotable de frases, bromas y ocurrencias insuperables.
En esos cuatro bloques, Allen narra en primer lugar la vida de su familia y su infancia, con sus dudas existenciales, sus fracasos escolares, universitarios y también sentimentales. Viene a continuación su etapa de acceso al mundo del show business, a la temprana edad de 14 años en que empieza a escribir frases o gags para cómicos consagrados, practicando también sus propios monólogos.
En el tercer grupo, acaso el mas interesante analiza brevemente las circunstancias en que ideó y rodó cada una de su medio centenar de películas, empezando por "What's new Pussicat" y acabando por "Rifkin's festival" rodada en San Sebastián.
La cuarta y última parte, en mi opinión la menos interesante, es quizá la que atraerá a mas lectores pues narra la tormentosa relación con Mia Farrow, su matrimonio con la hija adoptiva de ésta, Soon-Yi y su auto-defensa contra las falsas acusaciones de haber molestado a su hija adoptiva, Dylan, cuando ésta contaba siete años.
Dejando aparte esta última sección muy de prensa amarilla aunque escrita con sinceridad y sin acritud por el autor, a lo largo de casi toda la extensa obra, descubrimos las tres etapas del cineasta: la cómica de los films comprendidos entre "Toma el dinero y corre" y "La ultima noche de Boris Grushenko"; los intentos de construir obras dramáticas muy en la linea del cine europeo de Bergman o Antonioni ("Interiores", "Otra mujer", "Septiembre") y las comedias dramáticas que ocupan la mayor parte de su filmografía desde "Annie Hall" hasta "Un día de lluvia sobre Manhattan".
Es interesante oír cuales son sus películas preferidas ("Rosa púrpura de El Cairo", "Maridos y mujeres", "La rueda de la fortuna") y compararlas con las que nosotros preferimos que son "Sueños de un seductor", Manhattan", "Días de radio". "Medianoche en Paris" y un largo etc.
Si a ustedes les gusta el cine de Allen, no deben perderse esta biografía. Es como ver una docena de nuevos films de este genial creador que, aunque siempre se considera inferior a Fellini, Bergman, Polanski o Buñuel, bien puede codearse con ellos. A sus 84 años, aun podemos esperar que nos ofrezca varias nuevas obras maestras.