Hace no mucho compartía un vídeo en una red social en la que hablada de que si hay algo que puede erosionar la confianza en un equipo es la facilidad con la que damos por ciertas nuestras suposiciones sin cuestionarlas. En el día a día de una empresa, esto ocurre con más frecuencia de lo que imaginamos.
Situaciones tan comunes como asumir que un colaborador que no habla mucho en las reuniones no tiene ideas o no está comprometido, creer que un cliente que no responde a una propuesta ya no está interesado porque tiene otra mejor, o dar por hecho que alguien que no sigue un procedimiento exacto no se preocupa por la calidad y que va por su cuenta, pueden parecer inofensivas. Sin embargo, cuando este tipo de pensamientos se normalizan, terminan por generar entornos donde la comunicación se distorsiona y el talento se ve limitado por etiquetas y juicios erróneos.
El riesgo de todo esto es que: “Cuando asumimos, dejamos de escuchar”
En mi experiencia profesional he vivido desde dentro y actualmente acompañando a las empresas, he visto cómo estos prejuicios afectan la toma de decisiones y la dinámica de los equipos. Cuando un líder asume sin preguntar, está enviando un mensaje claro: lo que piensa, su criterio, es más importante que las opiniones de cualquiera de los demás. Esto no solo genera frustración en quienes no se sienten escuchados, sino que también poco a poco acaba rodeado de un equipo mudo, y por consiguiente se limita la posibilidad de descubrir perspectivas y soluciones innovadoras en su entorno/empresa.
Los mejores líderes no imponen verdades, sino que abren espacios de comunicación para que surjan. En lugar de asumir, preguntan. En lugar de juzgar, exploran. En lugar de etiquetar, escuchan.
La clave está en cómo fomentar una cultura donde se pregunte antes de asumir y es ahí donde el estilo de liderazgo juega como no podría de ser de otra forma un papel fundamental.
Una empresa que desea fomentar la confianza y el crecimiento de sus equipos debe empezar por sus líderes. Hay tres estrategias clave que cualquier organización puede implementar para reducir la tendencia a prejuzgar y construir una comunicación más efectiva:
- Sustituir la suposición por la pregunta. En lugar de concluir que alguien no está comprometido o interesado, es mejor abrir un diálogo con preguntas abiertas que permitan entender la realidad antes de emitir juicios. Por eso el liderazgo que incluye herramientas del coaching y la pnl es más efectivo.
- Dar espacio para que todos participen. No todas las personas expresan sus ideas de la misma manera o con la misma rapidez. Asegurar que cada voz tenga oportunidad de ser escuchada genera equipos más inclusivos y creativos. De ahí, que el liderazgo de servicio y conocer a tu equipo, además de tener habilidades comunicativas o por ejemplo gestionar reuniones eficazmente hace que el liderazgo sea más efectivo.
- Normalizar la duda. Un buen líder no es aquel que siempre tiene todas las respuestas, sino el que se permite cuestionar, explorar y aprender con su equipo. De ahí que la humildad, ser consciente de que todos somos humanos y vulnerables y no tener miedo en que puntualmente cuando uno no sabe algo admitirlo, te abre un mundo de posibilidades ya que te iguala al nivel de tu equipo y desde ahí créeme es más fácil conectar.
En un mundo donde la rapidez y la presión por los resultados pueden llevarnos a tomar decisiones sin suficiente análisis, también es malo lo contrario la parálisis por el análisis, liderar con la mente abierta es más importante que nunca. No se trata de evitar decisiones o ser indecisos, sino de asegurarnos de que las conclusiones a las que llegamos están basadas en información real y no en interpretaciones personales. Y créeme contar además de con la ayuda de la IA con tu equipo, que está en contacto directo con tus clientes y tu negocio puede marcar la diferencia.
No olvides que: “Liderar es crear espacios de confianza”. Y ese es, sin duda, uno de los grandes desafíos del liderazgo actual. ¿Qué opinas?
