La ordenación del tiempo en meses y años es una convención cronológica que nos ayuda a cuadrar nuestras agendas pero no consigue organizar el curso de la Historia que fluye a su ritmo por encima de las fragmentaciones.
Acaba de cerrarse el año 2022, un año bastante nefasto dominado por la guerra de Putin en Ucrania, después de dos años igualmente trágicos marcados por el ritornello de la Covid 19. En este sentido, 2020 tuvo una duración no de 365 días sino del doble o triple de esa cifra teniendo en cuenta la permanencia del virus que en estas fechas rebrota con fuerza en el país que lo originó, China.
Algo parecido cabe decir de 2023 respecto a los tres patitos que acabamos de dejar atrás. La guerra de Ucrania dista de haberse cerrado. De hecho se ha recrudecido con la ofensiva lanzada por el ejercito ucraniano que ha costado cerca de un centenar de víctimas de militares rusos imprudentemente reunidos en una misma sede en Makiivka y utilizando masivamente sus teléfonos móviles para saludar a sus familiares en estas fechas señaladas. Trágicos saludos que se convertirían en despedidas cuenta habida la trazabilidad de las llamadas telefónicas.
Todos nos hemos lanzado a despedir 2022 y saludar al nuevo año que debe venir cargado de buenos augurios que no podrían ser otros que el final de la guerra, la superación definitiva de la pandemia y la recuperación económica que se recrudeció como consecuencia de aquellas dos lacras -guerra y covid- y que por añadidura, en cada país, vendrá acompasado por un estribillo local.
En el caso de España, sin lugar a dudas, tal leitmotiv va a ser las elecciones municipales y autonómicas en mayo y las generales a finales de año o incluso a principios de 2024 y ello a pesar de la constante petición del líder de la oposición de adelantar las Generales, llamada que Sánchez descarta con premura para no dar pie a cualquier tipo de esperanzas. El Presidente tiene su agenda clarísima para este año y viene marcada por dos objetivos principales: repartir los fondos europeos que consiga captar de la forma mas rentable posible con miras a conquistar los compromisos electorales y en segundo lugar, después de sus llamativas operaciones internacionales que le permitieron codearse en Madrid con los lideres occidentales de la OTAN -en especial con Joe Biden- y en Bali con los orientales del G-20 -en particular con Xi Jingping-, en el segundo semestre llevarle a presidir la Unión Europea con todo el lucimiento que ello conlleva.
Con semejante agenda, Sanchez y su fiel Tezanos confían en repetir una mayoría Frankenstein que le mantenga en la Moncloa durante algunos años más. Pero el pueblo español tiene buena memoria y no va a olvidar tan fácil y rápidamente los desmanes cometidos por el gobierno en los años que lleva al frente del país, tropelías que no van a poder ser encubiertas fácilmente con las vanidades y las fotos op desplegadas por el mundo entero.
Ya ven que cada país tiene su propio afán. En los Estados Unidos a la par que el partido demócrata gobierna con un líder que está bajo mínimos, el republicano se muestra incapaz de alcanzar la mayoría suficiente para presidir el Congreso. En Reino Unido no acaban de asimilar el Brexit y tratan de asentarse con un nuevo y muy desgastado monarca y con un desfile de primeros ministros fungibles. En la Santa Sede se desvanece el Papa más sabio de la Edad Contemporánea a la par de se va apagando el más singular de la Historia. A su vez la Unión Europea carece de liderazgo potente, como también la sufren los dos países fundamentales de la Union.
Todos, todos, queremos acabar con esta guerra europea que nos hiere, a la par que nadie, nadie se acuerda de otras guerras -como la de Siria- igualmente crueles. Pero ninguno es capaz de encontrar la fórmula que consiga llevar a Putin a replegar velas y permitir que Ucrania pueda decidir su futuro.
Me temo que los Reyes Magos van a traer carbón a muchos dirigentes políticos. Espero que con ustedes sean muy espléndidos. No se abstengan cuando lleguen las elecciones y voten. Y procuren hacerlo bien.