El Cementerio de Sant Josep volverá a ser el lugar más visitado de la ciudad entre recuerdos, penas y glorias
La historia de Castellón llama a la puerta de la ciudad y hoy, de nuevo, reclama el derecho a la memoria en el día de Todos los Santos. Una memoria construida con retazos de recuerdos, penas y glorias, pero también de sueños, cultura, poderío y dolor. El Cementerio de Sant Josep volverá a ser el lugar más visitado de la ciudad, mientras el ‘Nuevo Cementerio’ reclama ya un protagonismo propio. A lo largo de hoy, celebraciones religiosas y homenajes civiles a quienes construyeron el Castellón de hoy.
Esperanza Molina/Castellón Información
Los castellonenses volverán a rendir homenaje a sus recuerdos en el día de Todos los Santos. Lo harán, cumpliendo tradiciones que, poco a poco se van quedando en el olvido, suplantadas por otras culturas que traducen las penas en sustos, disfraces y golosinas.
Hoy, el Cementerio de San José volverá a ser uno de los lugares más visitados de la ciudad. Un espacio que cuenta a gritos retazos de la historia de Castellón. Un recinto en el que se contraponen creencias y homenajes. Con celebraciones religiosas y homenaje a los represaliados de una Guerra Civil que mantiene colores discrepantes, y de quienes forjaron caminos diferentes a la cultura del tiempo que les tocó vivir.
En lo que concierne a las manifestaciones religiosas, se celebrará misa y homenaje a los fallecidos en ambos camposantos: el de San José y el de la carretera de Borriol.
Pero, paralelamente, también, a las 12:00 horas del mediodía, se va a celebrar un acto de homenaje a los represaliados del franquismo, en el Cementerio de San José
La historia de Castellón al otro lado del espejo
Para quienes gustan de conocer la historia de Castellón, el Cementerio de San José muestra la otra cara del espejo, la de quienes ya no están, la de los estilos constructivos y arquitectónicos que también dejaron huella en el recinto, con el paso de los años; la de las modas y las necesidades; la del obligado culto a un pasado, que se traduce en flores y limpiezas de última hora en la parte más moderna mientras los antiguos bloques de nichos se desangran y derruyen por dentro, con placas y lápidas rotas y sucias de quienes ya no conservan ni las herencia de una flor porque nadie queda para recordarlos.
El ‘nou cementeri de la modernitat’
El ‘Nou Cementeri’, como fue conocido durante casi un siglo el Cementerio de San José, fue inaugurado el 12 de mayo de 1861. Una época en la que Castellón clama por la modernidad, que se concreta en la construcción de la línea Férrea Valencia- Sagunto – Castellón (1868).
La ciudad crece, derriba sus murallas, se abre a las nuevas comunicaciones, tiene poder económico y una burguesía que quiere manifestar la evolución urbana con grandes obras y edificios representativos, que llegarían con la creación del Hospital Provincial (1885), la Plaza de toros (1887) y posteriormente con el edificio de Correos (1917).
La llegada de la línea férrea cambia la estructura de Castellón. El Cementerio del Calvario, que apenas tiene 50 años (en el espacio que ahora ocupa La Pérgola) se ve ‘atrapado’ dentro de la ciudad, junto a una carretera nacional (la de Zaragoza) y en un espacio que se reconvertirá para optimizar la imagen de la fachada de la capital: el Parque Ribalta.
Era necesario, por lo tanto, encontrar de forma rápida un nuevo emplazamiento que cumpliera las ordenanzas reales, que prohibían las instalaciones funerarios dentro de los cascos urbanos, y en una zona suficientemente distanciada del centro para evitar que fuera ‘engullida’ de nuevo por el desarrollo urbano de Castellón.
El ‘garroferal de Mut’
Los terrenos, que se adquirieron por la vía de la expropiación, eran conocidos como el ‘garroferal de Mut’ (porque su propietario era José Mut). Se ubicaban al oeste de la ciudad, al otro lado del cauce del Río Seco. Un espacio amplio, que permitía un diseño moderno con muros altos. El diseño del ‘Cementerio Nuevo’, en 1860 es obra del Arquitecto Vicente Salar, pero es el arquitecto Manuel Montesinos el que finaliza la obra.
El Nuevo Cementerio constaba de cuatro cuadros de enterramientos en tierra, con una cruz central; delimitados por altos muros y, pegados a estos, los mausoleos familiares. En la zona oeste, dos bloques de nichos, donde todavía pueden contemplarse lápidas de enterramientos de la década de 1860.
Un ‘muerto de solemnidad'
“El primer muerto del ‘Nuevo Cementerio’ debía ser un ‘pobre de solemnidad’. El Ayuntamiento hubo de esperar varios días a su inauguración hasta que se produjo la defunción de Antonia Llop i Ramos, viuda de Ignacio Nebot el 12 de mayo de 1861. El entierro, presidido por la Corporación Municipal y el clero, se realizó al día siguiente. Formaban parte de la comitiva 50 pobres albergados en la casa de la Misericordia y 18 niños huérfanos del Colegio San Vicente Ferrer”.
El recinto Civil
Pegado al Camposanto, en la zona nor-este, un recinto pequeño de suelo sin bendecir. Separado del cementerio oficial por un muro, donde eran inhumados los no creyentes, los masones, los suicidas, o los que habían fallecido en pecado mortal.
Crece la ciudad, crece el cementerio
Pasaron los años y también este antiguo Cementerio se fue colmatando… entonces se añadieron nuevos terrenos y nuevas construcciones, panteones familiares, monumentos que recuerdan algunos de los peores momentos de la historia de Castellón, como la tragedia del Cine de la Paz… conocido después como el Cine Rialto, que sucedió en 1921. O construcciones espectaculares como la de la familia Dávalos – Fletcher.
A medida que crecía Castellón, al otro lado del río, lo hacía también su cementerio de San José.
¿Quién es el dueño del cementerio?
La República trajo consigo una verdadera revolución en todos los órdenes sociales, que se dejó sentir, de forma muy importante, sobre el cementerio de Castellón. En política funeraria se hacía responsable del camposanto a las autoridades civiles y se eliminaban las distinciones entre suelo sagrado y suelo sin bendecir, entre cementerio religioso y cementerio civil.
La Guerra Civil discrimina la muerte
Con la Guerra Civil Española, Castellón vivió una de las páginas más horrorosas de su historia. Una guerra fratricida de vecinos contra vecinos, de familias contra familias… de muertos que llenaron el cementerio Religioso; y también aquel pequeño recinto Civil.
La llegada de la dictadura de Franco abolió esta revolución, devolvió a la iglesia el control del camposanto y volvió a marcar las diferencias entre cementerios. Los no religiosos fueron nuevamente relegados al olvido y diferenciados de los demás muertos. Pisar aquel cementerio civil era pecado para los creyentes.
El camposanto de Castellón, donde también la muerte marcaba la distancia y las diferencias entre ricos y pobres, también tenía dos colores y dos estancias: la de los ‘bendecidos’ y la de los ‘olvidados’.
En la primera, aquellos que por sus creencias o las de sus familiares, adquirían el derecho a ser recordados… en la segunda, los cuerpos de los represaliados y fusilados por sus creencias o por no haber pertenecido al bando de los victoriosos…
El agua destruye los recuerdos
Proliferaron los bloques de nichos… y el Cementerio se fue haciendo pequeño. Las escorrentías de agua del Río Seco causaron estragos en los bloques de nichos más antiguos o construidos con los peores materiales en épocas de necesidad.
Llegó la Democracia, y Castellón volvió a crecer… y a recordar. Las nuevas modas y las nuevas necesidades obligaron a nuevas construcciones esta vez de dos alturas y 7 plantas.
Mientras los vivos intentaban cerrar heridas, los muertos buscaban reconocimiento y la memoria clamaba por su recuerdo.
El alcalde socialista Daniel Gozalbo recuperó aquel pequeño cementerio Civil, derribó los muros acondicionó el espacio y Castellón vivió una de las jornadas más emblemáticas cuando por fin, el Camposanto de Sant José lo fue por igual para todos sus muertos.
Se inauguró también el primer crematorio y el columbrado para las cenizas...
¿En el viejo o en el nuevo?
Han pasado casi 30 años desde entonces y el Cementerio de San José ya es ‘el antiguo’. Dejo de ser el nuevo cuando por fin se inauguró el ‘Nuevo’ junto a la carretera de Borriol, otra vez lejos, mucho más lejos de Castellón.
Ahora la gente ya no dice voy a al Cementerio, sin más, porque la pregunta será siempre parecida: ¿Al viejo o al nuevo?
En el de San José los bloques antiguos se degradan paulatinamente. Las filtraciones del río corroen los cimientos de las construcciones en altura, y remueven las entrañas en los cuadros de tierra.
Poco a poco, ‘el nuevo’ cobra más espacio, lejos de la ciudad, mientras que el ‘viejo’ va adormeciéndose en la historia de la ciudad.
Y de nuevo surgen las preguntas y las propuestas ¿Qué pasará con el Cementerio de San José?. Probablemente acabe convirtiéndose en un parque en el que convivan construcciones singulares de su pasado funerario, con paseos y bancos rodeados por cipreses centenarios donde rendir homenaje a la memoria de Castellón… eso lo dirá el tiempo.
Lugares para visitar en el Cementerio de San José:
Antigua sepultura de residente desconocido (1889-1911) situada en la parte antigua junto al paseo principal.
“Piensa Mortal quien quiera que tu fueres, que fui lo que tu eres
No hay edad prefijada: tal vez hoy seas lo que yo soy
No te importa mi nombre, tan siquiera,
Yace aquí quien te espera”
Panteón de hijos ilustres:
Es curiosa la tumba del guitarrista Francisco Tárrega, donde todos los años van a rendirle homenaje los participantes en el certamen de guitarra de Benicasim que lleva su nombre.
La tumba del poeta Miquel Peris, diseñada por Joaquín Tirado, es un canto a la vida desde el más allá, con su propio puente que abre la puerta hacia el futuro.
Poco más allá, curiosamente casi en el olvido, descansa otro gran maestro de la guitarra, Daniel Fortea.
La tumba de Herrero Tejedor, que guardaba siempre fresca una rosa, dicen que era un regalo de Adolfo Suarez, en homenaje a quien fuera su maestro.
Monumento a las víctimas de la Tragedia del Cine de la Paz. frente a él, el monumento de Falange dedicado a Cernuda y Velasco y, detrás, la zona de los militares
Cementerio Civil:
Lápidas de los francmasones y Relación de los caídos por las represalias franquistas
Anécdotas del Cementerio de San José, relatadas por el arquitecto Joaquín Tirado
“¡No m´en faces passar el riu d'esqueneta!
Se trataba de una expresión popular, que veía a decir algo así como: no me des un disgusto de muerte. La razón e esta expresión se explica pronto. El camino del cementerio pasaba por el cauce del río. El cortejo fúnebre tenía que atravesarlo y evidentemente, el cuerpo del fallecido era transportado en su caja, y de espaldas.
Si llueve, no hay entierro
Por otra parte, durante muchos años no hubo puente para cruzar el Río Seco. Generalmente el cauce está vacío, pero si llovía y si el río traía agua… no había entierro
El entierro de Herrero Tejedor
Cuando se produjo el accidente en el que perdió la vida Herrero Tejedor, de Castellón, llamaron al arquitecto Joaquín Tirado con mucha urgencia para que preparara una sepultura ‘digna’ para tan alto personaje. Esto los obligó a trabajar toda la noche, porque el entierro era al día siguiente. Y efectivamente, con el cemento aún fresco llegó la comitiva con
todos los fastos. Todo fue normal hasta que alguien quiso apoyarse en la lápida vertical y todo estuvo a punto de venirse abajo.
El susto de los 188 fallecidos, del alcalde Tirado
Sucedió al principio de los Ayuntamientos democráticos, cuando el jovencísimo Antonio Tirado fue investido alcalde de Castellón.
Cuando el primer alcalde democrático de Castellón, Antonio Tirado, tomó posesión de su cargo, el hombre estaba preocupado porque todo funcionara correctamente.
Se produjeron entonces unas fuertes lluvias y el Cementerio de San José, situado junto al cauce del Río Seco, sufrió las consecuencias de las escorrentías. Como consecuencia, dos bloques de nichos del cuadro viejo se hundieron por dentro, aunque por fuera, la fachada continuaba en pie.
El arquitecto municipal, Chimo tirado fue a darle la noticia al alcalde:
- ¡Señor alcalde, hemos tenido un accidente!.
El alcalde entonces, preocupado, le preguntó:
- ¿Pero hay muertos?.
A lo que el arquitecto contestó sin mentir:
- Ciento ochenta.
El arquitecto comentaba riendo, que el alcalde se quedó blanco, después como es evidente, se aclaró todo, se rellenaron los edificios con cemento, por dentro y se mantuvieron las fachadas.
(Agradecimientos a: el arquitecto Joaquín Tirado y al arquitecto técnico Miquel Gómez i Garcés)