Casimiro López. Obispo de la Diócesis Segorbe-Castellón.
Octubre es el mes misionero por excelencia. Este domingo, 18 de octubre, celebramos con toda la Iglesia la Jornada Mundial de las Misiones, el Domund. El lema elegido para este año es ‘Misioneros de la misericordia’; se inspira en la bula por la cual el Papa Francisco ha convocado el Jubileo Extraordinario de la Misericordia. Este lema nos permite descubrir que la pasión y la entrega de todo misionero tienen su origen en el seguimiento de Jesucristo para ser portadores de la misericordia de Dios a todos.
Jesucristo mismo es el rostro de la misericordia de Dios Padre, su revelación y realización más perfecta. Quien se encuentra personalmente con Cristo vivo, le sigue y se convierte necesariamente en misionero suyo para anunciarle y llevarle a todos; el misionero sabe que Jesús “camina con él, habla con él, respira con él. Percibe a Jesús vivo con él en medio de la tarea misionera” (Francisco, EG 266).
Los misioneros salen al encuentro de todos para mostrarles al Dios compasivo y misericordioso, cercano, providente y santo. Con su vida entregada al Señor, sirven a los hombres, les revelan la alegría del perdón y les muestran el misterio del amor divino. Por medio de ellos, la misericordia de Dios alcanza la mente y el corazón de cada persona. La misericordia es la identidad de Dios, que ofrece a todos el perdón, la vida y la salvación. La misericordia es también la identidad de la Iglesia, hogar donde cada persona puede y debe sentirse acogida, amada y alentada a vivir la vida buena del Evangelio. Y es, por ello, también la identidad del misionero, que acompaña con amor y paciencia a las personas, compartiendo su día a día.
La misión nace de amor apasionado por Jesús y, por ello y al mismo tiempo, es un amor apasionado por todo hombre y mujer. Quien contempla a Jesús crucificado, reconoce todo su amor que le dignifica y sostiene; y en ese mismo momento percibe que ese amor, que nace del corazón traspasado de Cristo, está destinado a la humanidad entera. Así descubre que Jesús le quiere tomar como instrumento para llegar cada vez más cerca de su pueblo amado y de todos aquellos que lo buscan con corazón sincero.
Por eso, el día del Domund es una ocasión privilegiada para que todos los integrantes del Pueblo de Dios tomemos conciencia de la permanente validez y la urgencia del mandato misionero de Jesús: "Id y haced discípulos a todos los pueblos” (Mt 28, 19). Un mandato y un envío que valen para todos los cristianos. La Iglesia, toda comunidad cristiana y todos los cristianos hemos sido convocados para ser enviados, para salir al mundo y hacer discípulos de Jesús. En el mandato de Jesús “id” están presentes los escenarios y los desafíos siempre nuevos de la misión evangelizadora de la Iglesia.
Esta Jornada debe servir también y sobre todo para renovar y potenciar nuestro recuerdo agradecido por los misioneros, para orar por ellos y ofrecerles nuestra ayuda generosa: los misioneros, siguiendo la llamada del Señor, lo han dejado todo y entregan su existencia para que la Buena Nueva de la misericordia de Dios resuene en todos los continentes. Son muchas y, en algunos casos extremas las carencias y necesidades materiales de los misioneros en el cumplimiento de su tarea evangelizadora y promotora del desarrollo completo de las personas, en especial de los más pobres. Seamos generosos en la colecta de este día. Sigamos rezando para que el Señor suscite en nuestra Iglesia de Segorbe-Castellón nuevas vocaciones para la misión entre nosotros y en los países llamados de misión: para que no falten nunca Misioneros de la Misericordia.