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jueves, 21 de noviembre de 2024 | Última actualización: 22:06

Montán revitaliza su historia: El Ayuntamiento emprende la recuperación de la centenaria calera de la Tejería

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La localidad se esfuerza por restaurar la emblemática calera para poner en valor y promocionar el patrimonio histórico

Montán no descansa en su esfuerzo por rescatar lo más destacado de su legado cultural y ponerlo al alcance tanto de los habitantes locales como de los visitantes. En este sentido, el Ayuntamiento ha dado inicio a las labores destinadas a recuperar la histórica calera de la Tejería.

Las labores se han centrado en la limpieza del terreno y descubriendo la base de la estructura original, para después recuperar la infraestructura tal como era originalmente. Se trata de un patrimonio que es de la misma época que el Convento de los Padres Servitas, y que sirvió en su momento para su construcción, en los siglos XVII y XVIII.

Estos trabajos han sido llevados a cabo por el Ayuntamiento de Montán en colaboración con la Conselleria de Cultura de la Generalitat Valenciana. Para ello se ha contratado a una empresa de la comarca, con el objetivo de dinamizar la economía local.

Un proyecto que busca difundir el legado histórico de Montán

Sergio Fornas, alcalde de Montán, ha señalado que "llevamos tiempo trabajando para recuperar, poner en valor, difundir y promocionar todo el legado histórico y patrimonial que tenemos en el pueblo, y la calera de la Tejería es un ejemplo de ello.  

Elaboración de una calera

La elaboración de cal, o hacer una calera, era un trabajo duro que requería mucha dedicación. Primeramente, se hacía un agujero circular en la tierra, a golpe de pico, aprovechando la pendiente de un ribazo. A continuación, se construía una pequeña pared a modo de repisa sobre la que se iban colocando las piedras calizas que previamente se habían acarreado hasta allí con las caballerías. Poco a poco, piedra a piedra, hilera a hilera, se levantaban las paredes formando una falsa bóveda interior cuya seguridad no estaba garantizada hasta el cierre total de la misma.

A partir de ese momento se iban colocando encima el resto de las piedras hasta obtener una cúpula con la altura deseada y respetando un hueco a modo de boca o puerta para los trabajos de carga y vaciado. Una vez preparada, era el momento de encenderla. La base de la estructura, bajo la repisa sobre la que empezaba la colocación de las piedras, se denominaba cenicero, por ser la zona en la que se prendía fuego y se acumulaban las brasas y las cenizas generadas en el proceso.

El calero, a través de la boca del horno, cargaba el interior con manojos de ollagas, preferentemente, o de bojes y se le prendía fuego a primera hora de la mañana con el fin de disponer de todo el día para controlar el fuego y llevar la cocción de la piedra a su punto ideal.

La acción continuada del fuego conseguía que las piedras calizas desprendiesen toda su humedad, a la vez que el anhídrido carbónico que despedían se convertía en óxido de cal, que es lo que llamamos "cal viva". Para ello se requería que el calero estuviera alimentando el fuego de la calera durante tres días, con sus respectivas noches, de forma ininterrumpida.

Cuando las piedras se ponían al rojo vivo, e incluso las llamas del fuego asomaban por el exterior de la cúpula, significaba que el horno había alcanzado ya la temperatura de 900 ó 1000 grados, siendo los ideales para la cocción.

El color blanco posterior de las piedras indicaba que el proceso de calcinación había culminado. Llegado ese momento se cerraba la boca del horno con losas de piedra o tajas de tierra, así como cualquier respiradero, y se dejaba enfriar lentamente durante dos o tres días.

Finalizaba el proceso de elaboración de cal retirando todas y cada una de las piedras de la estructura, que muchas veces se venía abajo durante este periodo de enfriamiento. Al introducir las piedras calcinadas en agua el contacto entre ambos elementos hace que la piedra caliza se desintegre formando una pasta o 'cal apagada'.

El precedente del poblado íbero de la Edad del Hierro

Ya existen precedentes de recuperación patrimonial por parte del Ayuntamiento de Montán. Se trata de las excavaciones que están desarrollando en el Monte Calvario para sacar a la luz el poblado de la Edad del Hierro, de la mano de la Diputación de Castellón. Se trata de un importante yacimiento arqueológico en el que se ha conseguido encontrar la muralla y la puerta que daba acceso al poblado.

El yacimiento es un poblado de calle central fechado a mediados del siglo VII antes de Cristo y en esta campaña el trabajo ha consistido en terminar de excavar la calle principal en el punto en el que se encontraba con la muralla con el objetivo de documentar el tipo de puerta que tendría el sistema defensivo del Monte Calvario.

Sergio Fornás, alcalde de Montán, ha destacado que "son muchos años los que llevamos trabajando para poner en valor este importante legado histórico tanto para el pueblo como para todo el entorno del Mijares. Una vez terminados estos trabajos se complementarán con parte del yacimiento que es visitable y, de hecho, ya se ha convertido en un reclamo para atraer visitantes al pueblo a través de una ruta señalizada para que se pueda acceder de forma segura y se han instalado paneles informativos para hacer más didáctica e interesante esta actividad".