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jueves, 21 de noviembre de 2024 | Última actualización: 14:38

Mortadelo y Puigdemont

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Lo que está ocurriendo en España escapa a todo encasillamiento. ¿Se trata de un drama, una tragedia cómica o una farsa?

En resumidas cuentas, la historieta es bien conocida: Puigdemont anunció a bombo y platillo que volvería para asistir al nombramiento del nuevo President y cumplió su palabra: se paseó por el centro de Barcelona, soltó su breve arenga con un final caribeño -¡Visqui Catalonia Lliure!- dio media vuelta y se marchó por donde había venido sin que nadie intentara molestarle o detenerle como tantas veces el gobierno había cacareado.

No cabe duda que el escenario estaba perfectamente pactado entre Mortadelo (Sánchez) y Puigdemont. Aparentemente Sánchez habría hecho un muy buen negocio: se aseguró la entronización tranquila de su socio Illa y también retuvo su estancia en La Moncloa contando con los siete votos de Junts y todo ello a cambio del paseíllo del fugado entre unos pocos miles de fans. A "Mortadelo" le ha salido muy barata la operación.

Claro que si se mira desde otro ángulo, España queda ante los ojos del mundo como un país poco serio, de pandereta. Si la gente tuviera memoria -que no suele tenerla- recordaría que nuestros tribunales han reclamado la repatriación de Puigdemont para ser juzgado por sus delitos ante tres países diferentes por los que el expresident circuló: Bélgica, Alemania y Dinamarca. Los tres rechazaron la petición española por temer que la justicia española podría tratar con excesiva dureza al golpista; en definitiva, por desconfiar de la justicia española. Aquello nos pareció un agravio imperdonable pero visto lo visto va a resultar que belgas, alemanes y daneses tenían parte de razón. Y es que nuestro sistema no funciona.

En realidad lo que peor funciona es el Ejecutivo. Ni Marlaska ni Robles, siguiendo instrucciones de Sánchez, han hecho el mínimo gesto para interrumpir el paseíllo del delincuente. No convenía detenerlo ni acosarlo no fuera que se viniera abajo el tinglado de la Generalitat y La Moncloa.

Afortunadamente, como sugerí, el mundo tiene otros muchos asuntos de los que preocuparse: Trump, Kamala, Biden, Maduro, ZP, Ucrania, Gaza, Putin, Netanyahu, los Juegos Olímpicos de Francia. Me atrevo a decir que el 3-5 contra Francia y el oro español hacen olvidar a muchos el paseíllo de Puigdemont, que en todo ese maremagnum queda en casi nada.

El ínclito seguirá en Waterloo, manipulando sus siete votos para sacarles el mejor provecho posible y sin quitarle el apoyo a Sánchez a cuya vera se encuentra mejor que con nadie.

Lo peor que le puede pasar a España es que en unos días apareciera un cóctel a nivel mundial que se llamara "Catalonya lliure", como aquel refresco cubano que tanto saboreamos en los tiempos de Fidel Castro que eran los de nuestra juventud.