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domingo, 24 de noviembre de 2024 | Última actualización: 20:36

¡No te flipes, Alberto Fabra!

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Tengo el máximo respeto por el President FabraAlberto, que nadie entre en pánico. Y le reconozco que hizo lo que pudo cuando en 2011 heredó de forma abrupta el gobierno corrupto de la Generalitat Valenciana que durante los 16 largos años anteriores había construido su partido, el Partido Popular. Lo respeto, entre otras razones, porque salió indemne de una presidencia que venía precedida de personajes de tan dudosa honestidad como Eduardo ZaplanaJosé Luis Olivas y Francisco Camps.

Pero tener un expediente inmaculado no le da derecho a pretender que comulguemos con ruedas de molino. Ni a entrar en trance y comparecer junto a la eterna aspirante de la popularidad a la alcaldía de Castelló para decir que "el ciudadano no puede seguir sufriendo la mala gestión de Ximo Puig". No debería hacerlo, porque de inmediato sus palabras son desmentidas por la realidad y la hemeroteca.

Y es que sucede que en los presupuestos de la Generalitat Valenciana para Castellón en 2023 se han consignado partidas por valor de 177 millones de euros, cuando en los de 2015, los últimos elaborados por el equipo del propio President Fabra, apenas se consignaron 98 millones de euros. Es decir, que Ximo Puig invertirá en 2023 en la provincia de Castellón 79 millones de euros más que Alberto Fabra en 2015, lo que representa un incremento del 80%, que se dice pronto.

Los PPufos de Fabra

Ya sé que la memoria humana es selectiva, que tiende a recordar lo bueno y olvidar lo negativo, sobre todo cuando las personas tienen problemas de conciencia.

Lo digo por muchas cosas. Sin ir más lejos, por lo que manifestó aquel alcalde amigo de FabraAlfonso Bataller, al que dejó al frente del Ayuntamiento de Castelló cuando se marchó al Palau de la Generalitat. El entonces primer edil dijo el 31 de octubre de 2012 que los presupuestos de 2013 no eran los que hubiera deseado para la ciudad, razón por la que instó a los diputados por Castellón a presentar enmiendas a las cuentas públicas autonómicas.

Y no le faltaba razón a Bataller, porque resulta que el Consell tenía una deuda de 8,8 millones de euros con la ciudad de Castelló cuando se produjo el cese de Fabra. Una anomalía que a partir de 2015 hubo de solucionar el President Ximo Puig.

8,8 millones de euros es mucho dinero para una ciudad como la de Castelló, aunque muy poco si los ponemos en el contexto de todos los pufos de la Generalitat Valenciana de aquella época. La caja de caudales saltó por los aires tras interminables años de lujuria económica a costa de los contribuyentes. Al estallar la burbuja inmobiliaria la recaudación de las administraciones públicas se redujo de forma exponencial y pasó aquello que ocurre a todas las personas que viven por encima de sus posibilidades durante un periodo prolongado de tiempo.

No había dinero para nada, ni para nadie. Y la consecuencia fue que el Consell que presidía Alberto Fabra condujo al colapso o la ruina a muchos de sus proveedores.

No pagaba a las farmacias las medicinas de los beneficiarios valencianos de la sanidad pública (en noviembre de 2012 ya les debía 500 millones de euros); no pagaba a las asociaciones del sector de la discapacidad, ni a los abogados que ejercían el turno de oficio, ni a los ayuntamientos, ni a las librerías aquel bonolibro de risa que pusieron en marcha con más propaganda que utilidad y eficacia.

Y es que según el informe de la Sindicatura de Cuentas, Fabra se fue de la Generalitat Valenciana dejando facturas en los cajones sin pagar por valor de 2.590 millones de euros.

Hablemos ahora de la ley de dependencia, porque miles de valencianas y valencianos fallecieron sin haber cobrado las ayudas a las que tenían derecho. En mayo de 2013 ya ocurría que desde que una familia solicitaba la valoración de un posible usuario hasta que era explorado pasaban 635 días, cuando la media estatal era de 262. Aunque en ese momento en la Comunitat Valenciana 64.000 personas tenían reconocido el derecho a recibir una prestación, solo la cobraban 36.000.

Salvar a los enfermos de hepatitis C

Y quiero hablar de la hepatitis C. Hasta la llegada de Ximo Puig a la presidencia de la Generalitat miles de personas que pasaban por estadios avanzados de esta enfermedad perdían la vida porque no se les administraba el tratamiento antiviral de última generación ya existente.

El panorama cambió de forma radical cuando en marzo de 2017 el President Puig anunció la generalización del medicamento a todo aquel que lo necesitase; fue una medida que salvó la vida a 8.500 personas.

Todos los argumentos expuestos deberían animar a Alberto Fabra a caminar por la senda de la moderación a la hora hablar en público. No me puedo aventurar a imaginar cómo hubiera sido la gestión de la pandemia con un gobierno presidido por Alberto Fabra, pero sí recuerdo cómo gestionó la crisis de la difuntas Canal Nou y Radio Nou, a las que se cargó de un día para otro, al ser insostenible aquella situación de más de mil millones de deuda y una plantilla de 1.700 empleados, de los que un porcentaje importante accedió al ente por la vía del enchufe que, como se sabe, es vaso comunicante de la manipulación informativa.

Paco Telefunken a lo Berlanga

Después de que sus antecesores utilizaran y manipularan RTVV hasta límites insospechados, a mayor gloria del Partido Popular, Alberto Fabra escribió un final que ni a Berlanga se le hubiera ocurrido. El 29 de noviembre de 2013 un policía hubo de arrancar un cable a las bravas porque las personas encargadas de realizar el corte de las emisiones, el célebre Paco Telefunken y su sobrino Pepe, a última hora no se atrevieron a consumar la fechoría que les había sido encomendada.