M. Dolores Guillamón Fajardo. Presidenta de la Cámara Oficial de Comercio, Industria, Servicios Navegación de Castelló
Las empresas y los trabajadores de Castellón sufren de nuevo una nueva tormenta perfecta derivada de una conjunción de factores que han puesto contra las cuerdas nuestra economía. Una vez más. La actual coyuntura viene acompañada esta vez de un brutal encarecimiento de la energía, los costes, de una inestabilidad internacional a causa de una guerra en las mismas puertas de esa Europa que, atónita hoy, contempla las atroces imágenes más propias de otros contextos históricos.
A este alza de los precios de la energía se suman los problemas de abastecimiento para nuestra industria, el encarecimiento de las materias primas, la crisis de tintes estructurales en nuestro sector primario, la inestabilidad que tanto empaña el presente y futuro de nuestro sector turístico… Todo esto dibuja un difícil tablero en el que Castellón, de nuevo, se la juega.
Nadie se salva de un castigo y vuelven a ser nuestras Pymes las que más sufren en sus carnes las embestidas de una crisis, cuando aún no habíamos salido de una pandemia que trastocó nuestras vidas y nuestros bolsillos.
Mención aparte ocupa el azulejo y el transporte –fundamentales para la economía de la provincia– que estos días sufren su particular vía crucis en un entorno hostil jamás conocido hasta ahora por el disparatado encarecimiento energético. Para dar fe de la dimensión del problema y de sus posibles consecuencias basta saber que la industria cerámica –que de manera directa e indirecta emplea a más de 50.000 trabajadores– ha visto cómo en apenas unos meses el gas natural –básico para la producción- ha multiplicado por 10 su precio, trazando un panorama muy difícil de digerir para las empresas.
Con una inflación fuera de control, un histórico encarecimiento del recibo de la luz –más del 80% en un año-, unos combustibles que rebasan cualquier techo hasta ahora conocido –con el crudo Brent por encima de los cien dólares el barril- y una inédita escasez de materia prima, entre otros escenarios adversos, el panorama actual es desolador en un tiempo en el que teníamos que estar pensando en una efectiva recuperación tras dos años de covid.
Si bien las empresas y los trabajadores de Castellón, desde siempre, han demostrado sobradamente su solvencia y su alta capacidad para sortear las embestidas económicas de las últimas décadas, la sucesión de episodios excepcionales como la crisis financiera, la inestabilidad política, la pandemia o, más recientemente, la guerra entre Rusia y Ucrania han puesto contra las cuerdas el deseo de prosperidad de una sociedad como la castellonense que requiere, más que nunca, soluciones a la altura de estos acontecimientos extraordinarios.
Nos enfrentamos a un problema que lo abarca todo: al bolsillo de los ciudadanos, a la actividad diaria de nuestras empresas, a nuestra competitividad…, y no podemos pensar en los desafíos de futuro, como son los retos ambientales y de sostenibilidad, las correcciones demográficas y de crecimiento igualitario si no ponemos las bases que nos permitan nuestra actual supervivencia.
Por todo ello, hoy es más prioritario que nunca poner en marcha medidas no exentas de contundencia que, si bien deben liderar nuestras instituciones, deben ser arropadas desde el compromiso y la unidad de todos. Porque el futuro se escribe hoy mismo y todo lo que dejemos para mañana será baldío.
Europa y con Europa, España, tienen que dar respuesta a las demandas de los sectores empresariales y poner el foco en las reestructuraciones precisas que les permitan recalcular sus argumentos con el fin de asegurar la supervivencia de esa comunidad de intereses interrelacionados que nos permitan vivir en prosperidad, independencia y seguridad.
Las empresas y nuestros trabajadores merecen no solo ese esfuerzo de las instituciones, sino que esos desvelos logren el final deseado en un tiempo marcado por la virulencia de los acontecimientos y la incertidumbre que siempre acompaña a los malos tiempos.