Alejandro Marín-Buck. Portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Castelló
La política actual se ha convertido en un espectáculo mediático, donde prima el populismo y la autocomplacencia. Lejos queda aquella época donde la prestación al servicio público de un político imperaba el conocimiento, la sabiduría, la tolerancia, el respeto, la prudencia, el diálogo y el consenso. Hoy todo esto se ha perdido. Para llegar a estar en listas electorales de un partido se premia más el servilismo que la preparación, el carnet de partido que la crítica constructiva o la estética en la foto más que la valía. Así es como de forma piramidal, vemos un desfile de ministros, diputados, concejales e incluso presidentes, que bajo criterios de productividad y eficiencia, jamás estarían en las filas de una empresa privada.
La política siempre ha recurrido a la interpretación para llegar al pueblo. Es complicado transmitir en muchas ocasiones un problema complejo y más aún, trasladar una solución al problema. De ahí que los políticos británicos, la mayoría con formación en arte dramático, se consideren de los mejores, en cambio aquí en España adolecemos de esa preparación, y entran en política personas sin esa ni otra preparación, que no tienen nada que perder y mucho que ganar, imperando el nepotismo partidista, que al final conduce a lo que tenemos hoy en día.
De ahí, que en la mayoría de las ocasiones sean incapaces de solucionar problemas importantes como el de la tarifa de la luz, un hecho que sólo se da curiosamente en países con una situación política similar a la nuestra. Y, que además parece que prefieren que siga así, ya que de esa manera condicionan nuestros actos, apagamos nuestros hogares para reducir el consumo, y dejamos de ver porque para ver de déficit, la deuda estatal, la infrafinanciación, el paro, la sanidad o la educación... Mejor con la luz apagada y silencian a la sociedad. Tenemos políticos trileros, desvían la atención de lo importante a su antojo, gobiernan a base de tweets, incitando a movilizar a los descontentos de su propio desgobierno, con un cinismo jamás visto hasta ahora. Jamás reconocen un error, una crítica, una propuesta que venga del prójimo, no, eso está prohibido, sería traición. Salirse de la disciplina de partido y moverse de la foto, por lo que dejaría de estar en la lista. Así que señores no hay más ciego que el que no quiere ver y con la luz apagada, todo es más fácil.