Begoña Carrasco. Portavoz del Grupo Municipal Popular en el Ayuntamiento de Castelló y Presidenta del PP de Castelló de la Plana
El equipo de gobierno del Ayuntamiento de Castellón anda de lío en lío. Día sí, día también, se conoce una nueva discrepancia entre los (teóricos) socios de gobierno, una situación que mediáticamente da muchos titulares, pero cuyas consecuencias son mucho más profundas. A primera vista puede parecer una anécdota, pero en la realidad no es tal, porque de sus cuitas dependen inversiones, decisiones y soluciones que se dilatan en el tiempo o lo que es peor: nunca llegan.
Y así andamos. En pocos días se cerrará el primer semestre del año 2021, pero en la ciudad de Castellón continúa sin haber presupuesto activo. La historia se repite un año más, exactamente lo mismo que ocurrió el pasado año 2020. ¿También va a acusar la alcaldesa Amparo Marco a la pandemia en esta ocasión? Sin presupuestos, no se pueden activar líneas de ayudas, inversiones que dinamicen la economía y mejoren la calidad de vida de los castellonenses o los servicios que, en una coyuntura de dificultad social como la actual se necesitan para atender las emergencias de Castellón, que las hay, y muchas.
PSOE, Compromís y Podemos están dime que te diré, y vuelta a empezar, pero no se ponen de acuerdo en lo más básico, que es trabajar por el bienestar de los castellonenses y resolverles sus problemas.
Lo mismo ha ocurrido en otras áreas, como la de Fiestas, donde el enfrentamiento entre socialistas y nacionalistas estrenó la larga lista de ‘Desacords de Fadrell, o la ejecución de la futuro nueva residencia pública de mayores, o más recientemente en el Hospital Provincial, o en el nuevo Plan General de Castellón, donde el solar para el futuro Conservatorio de Música y el de Danza aparece y desaparece más de los papeles que el río Guadiana.
La última muestra del conflicto político en el seno del gobierno municipal del Ayuntamiento de Castellón es a cuenta del permiso para la apertura de los chiringuitos de la playa. Estamos acabando junio, y los departamentos del PSOE y Compromís de los que dependen las autorizaciones y las tramitaciones se pasan la pelota de unos a otros. Hasta 150 puestos de trabajo están en juego por la falta de previsión de un gobierno que está pensando en sus sueldos, y sus sillones, pero no en las cuestiones que afectan a los castellonenses. Al final, los vecinos de la ciudad son los grandes perdedores de las malas relaciones de unos (teóricos) socios que van… de lío en lío.