Miguel Ángel Cerdán. Profesor de Secundaria.
¿Cómo será nuestro país dentro de una década? Pues si atendemos a la máxima que suele pronunciar un buen amigo mío; que dentro de 15 años seremos lo ahora hagamos en Ciencia, en Investigación y en Educación, las perspectivas no pueden ser más negras.
Y son negras no sólo porque el Gobierno del señor Rajoy ha recortado las partidas presupuestarias destinadas a I+D un 25 %, en un proceso que inició Zapatero recortando en un 4,2 % en 2010 y en un 7,4 % en 2011, y que el PP ha acelerado exponencialmente. Son negras por la sencilla razón de que ya partíamos de un nivel ínfimo, de un nivel donde se invierte en I+D la mitad en relación al PIB que Alemania y más de tres veces menos en el mismo sentido que Finlandia. Y lo que es todavía peor; la mayor parte del esfuerzo en Investigación recae sobre el Estado, a diferencia de otros países, donde la iniciativa privada está muy presente. Tal vez por ello, el porcentaje de empresas innovadoras, según Eurostat, doble en Alemania el porcentaje español. Tal vez por ello España presenta al año doce veces menos patentes que Alemania. Esa es la realidad. Una realidad en la que aun siendo muy escaso el esfuerzo presupuestario en Investigación y Desarrollo, el verdadero talón de Aquiles radica en una elite empresarial donde buena parte ejerce más de bucaneros que de verdaderos “capitanes de empresa”. Y si ponemos todo ello en relación con el escandaloso dato proporcionado por GESTHA de que el 72 % del fraude fiscal se concentra en las grandes empresas y grandes patrimonios, y con la cantinela de la CEOE, repetida hasta la saciedad, de que hay que bajar salarios, despedir funcionarios y recortar servicios básicos, se entenderá a la perfección que el futuro que nos aguarda no puede ser más negro.
Añadamos a todo ello, los planes del señor Rajoy, enviados recientemente a Bruselas, y donde se especifica que el peso de la Educación bajará en el PIB del 4,9 % al 3,9 % en un periodo de cinco años, y veremos como dentro de 15 años nuestro país será totalmente irreconocible; como estamos en un proceso acelerado de “tercermundización”. Ahora bien, todavía la última palabra la tenemos los ciudadanos. Es por ello por lo que tenemos que demostrar a esta élite político-financiera, que nosotros sí que creemos en el futuro de nuestros hijos, en el futuro de España. Pese a ellos y seguramente contra ellos.