Enrique Domínguez. Economista.
Y esta vez no tiene nada que ver con los papeles de Panamá directamente. Me voy a referir a la apertura oficial de la ampliación del Canal de Panamá el domingo 26 del pasado mes de junio. Mientras los españoles estemos ejerciendo nuestro derecho al voto (o no), en Panamá, con la intervención de un consorcio de empresas lideradas por la española Sacyr, se inaugurará la ampliación de esta vía marítima que mejorará la conexión entre Asia y el Atlántico.
Y, como suele ocurrir en estas ocasiones, nos hacemos la pregunta de marras: ¿Cómo va afectar a nuestros bolsillos? ¿Puede influir positiva o negativamente en el desarrollo futuro de la economía de las comunidades españolas con puertos en el Mediterráneo?
No soy experto en temas navieros pero de las cosas que he leído deduzco que hay opiniones para todos los gustos.
Una cosa creo que es bastante clara, y es la de que su incidencia se apreciará a medio o largo plazo, que el efecto no será inmediato. Pensar, parafraseando el efecto mariposa, que la apertura del nuevo canal de Panamá pueda ocasionar una reducción drástica del tráfico portuario en el Mediterráneo, seguramente es mucho suponer.
Sin embargo, sí parece correcto afirmar que la nueva generación de megabarcos que se está creando con el fin de concentrar un mayor número de contenedores en menos buques dará, con la apertura del nuevo canal y su mayor anchura y calado, una ventaja a los puertos del Atlántico sobre los del Mediterráneo. Todo ello a medio plazo.
Y, si esto es así, puertos con los de Algeciras o el de Sines, en el Alentejo portugués, van a tener una ventaja en cuanto a la descarga de esos megabarcos, que no necesitarán adentrarse más en el Mediterráneo.
Y la adecuación de estos puertos encaja con la promoción del corredor central y su comunicación con Madrid, lo que facilitaría la redistribución de esas mercancías descargadas en esos puertos.
Y aquí, el nuevo canal y el previsible creciente mayor transporte de contenedores en megabuques sí afectará (ojalá no sea así) al tan nombrado pero poco considerado corredor del Mediterráneo. El corredor central, vía Zaragoza conectaría con Tarragona, Barcelona y los mercados europeos, mientras la provincia de Castellón solamente tiene en el corredor del Mediterráneo su vía de trasvase de mercancías hacia Europa. Si esto fuera así, sí que afectaría gravemente al desarrollo futuro de la provincia de Castellón.
En otro orden de cosas, se afirma que el nuevo canal mejorará el transporte de mercancías de China hacia la costa este de Estados Unidos, lo que puede afectar negativamente a las exportaciones castellonenses de cerámica a ese país.
En este punto, he de insistir en lo que en otras ocasiones he comentado en diferentes artículos. Si seguimos pensando que China es el problema del sector cerámico, mal lo tenemos a medio plazo. Si seguimos creyendo que el precio es lo fundamental (y, por desgracia, seguimos vendiendo sobre todo por precio) el nuevo canal solo podrá acentuar un problema, pero no será la causa del mismo.
Lo que realmente importa es que, tras las elecciones del 26J, la sociedad civil, los tertulianos, las asociaciones empresariales, las empresas, los políticos locales, provinciales y autonómicos que tanto hablan del corredor del Mediterráneo y de su importancia, lo exijan con todas las de la ley al nuevo gobierno central (que esperemos no tarde demasiado en ponerse en marcha) para que hagan del corredor una auténtica prioridad, tal como lo cree Bruselas. De lo contrario, es factible que el posible efecto Panamá lo haga ya innecesario. ¿Qué opina ustedes?