Jesús Obiol (Jay Marshall). Artista y diseñador gráfico.
Tengo que reconocer que no fui lector hasta que llegué a los veinte años de edad, algo muy muy raro ya que mi familia ha sido siempre una consumidora empedernida de literatura. Mi abuelo paterno, y de esto hablo por pura transmisión de información, según mi madre, leía el periódico completo, desde la esquina superior izquierda de la primera página, hasta la esquina inferior derecha de la última. Siempre tenía algún tipo de lectura en las manos. Imagino que mis tíos y mi madre, por la tendencia que observaban en su hogar, se aficionaron pronto a la lectura. Una de las imágenes que tengo grabada a fuego en mi memoria, es la de mi madre leyendo en el sofá pequeño de mi casa, es una imagen que cada vez que miro a ese hueco de mi vivienda regresa a mi mente, la veo disfrutando de la lectura, riendo o llorando con alguna novela. Es un buen recuerdo.
Pues bien, no me aficioné a la lectura hasta tarde, no leía absolutamente nada ni en el colegio ni en el instituto porque pensaba que era una total y absoluta pérdida de tiempo, prefería dedicar mis horas a la PlayStation o a consumir cine facilón. Digamos, sólo para no ser muy duro conmigo mismo, que tenía otras aficiones. Pero todo esto cambió cuando leí un libro dos veces seguidas, la primera vez en mi vida que leía y disfrutaba haciéndolo, la primera vez que sentí esa sensación especial que te transporta dentro de la novela, esa sensación que todos los lectores conocen y disfrutan. El libro era "El Guardián entre el centeno" de J. D. Salinger, lo recomiendo encarecidamente al que no lo haya leído, a partir de este momento y durante tres años de mi vida, devoraba novelas. Había días en los que prefería no dormir a leer, se me pasaban, y lo siguen haciendo, las horas en suspiros. Era capaz de disfrutar de una vida distinta con cada personaje.
Hoy he comenzado así el artículo porque considero que se lee poco, muy poco, menos de lo recomendable. A mí me ha servido siempre de terapia, consigue que despegue los pies de este mundo que en ocasiones es tan feo, o que olvide mis problemas durante unas horas, o vivir cosas que quizá nunca podré vivir.
Los lectores saben a lo que me refiero cuando digo que un libro siempre es mil veces más vívido que una película, descripciones que hacen que en tu cabeza se dibuje un paisaje a la perfección, tramas que te enganchan durante semanas, hay libros que llegan a ser como la heroína para un adicto. Quieres, no, necesitas leer, te da la vida, aparte de, claro está, los efectos colaterales que produce la lectura al implementar nuestro vocabulario y nuestra ortografía, que falta nos hace a todos porque entrar en redes sociales hay veces que da vergüenza ajena, y considero que esto es un problema de base. No pienso que muchas de las lecturas que son obligatorias en secundaria hagan que muchos preadolescentes y adolescentes se enganchen a un vicio tan sano como es la lectura. Obras densas de escritores clásicos, muy buenas y que todo el mundo debería leer pero a su debido tiempo. Conseguiríamos mucho más haciendo que nuestros jóvenes leyeran literatura con una temática que les llamara más la atención, propiciando así una corriente a la tendencia de la lectura.
Amo leer, amo la literatura, es un arte construir un mundo desde la imaginación y plasmarlo con palabras como hizo Tolkien, en sus cuentos, en "EL Hobbit" o en "EL Señor de los Anillos" o como através de personajes de ficción nos cuentan la historia del siglo XX como Ken Follet en su última trílogia "The Century" con sus tres títulos "La caída de los Gigantes", "El invierno del Mundo" y "El umbral de la eternidad" o cómo Julia Navarro nos narra los comienzos de los altercados de la franja de Gaza y toda la guerra entre Israel y Palestina en "Dispara, yo ya estoy muerto". Y muchos títulos, de muchos autores, clásicos y contemporáneos, prosa, verso o teatro. El genero es indiferente, si queremos evadirnos, disfrutar, reÍr y llorar o aprender. Señores, señoras, fomentemos la lectura entre nuestros jóvenes, hagámoslo por su bien o por el nuestro. Disfrutemos de las palabras que forman frases, que forman párrafos, que forman páginas, que forman libros.