Jorge Fuentes. Embajador de España.
Por enésima vez estamos presenciando un clamor popular, en esta ocasión protagonizado por más de medio centenar de colegios médicos de España pidiendo la dimisión del portavoz del departamento de epidemiología, el mal llamado doctor Simón.
Esta vez Fernando Simón pidió a toda la ciudadanía mayor responsabilidad en su comportamiento diario para evitar contagiarse y contagiar. Hasta ahí todo bien. Pero Simón fue mas allá y se permitió señalar a un grupo especial y no escogió a los políticos, los deportistas, los notarios, los bomberos o los barrenderos sino que se refirió al grupo que más esta arriesgando, al que más necesitamos, al más sacrificado: los médicos y los enfermeros.
El buen doctor Simón viene metiendo la pata desde el comienzo mismo de la pandemia cuando afirmó que el virus apenas alcanzaría a dos o tres personas en España, o cuando dijo que las mascarillas eran inútiles e incluso contraproducentes, o cuando daba via libre a su hijo y a cualquiera para sumarse a la manifestación del 8-M. Y más recientemente hace referencias picantes sobre las enfermeras contagiosas o sobre la irresponsabilidad del gremio sanitario.
No se ha insistido bastante sobre el hecho de que desde el cese de Màxim Huerta y Carmen Montón en los cien primeros días del gobierno inicial de Sánchez, no se ha producido ningún cese o dimisión en los gabinetes. Y es que sin duda, el entorno próximo al presidente debió llegar a la conclusión de que las dimisiones eran síntoma claro de debilidad y que particularmente desde que llegó el gobierno de coalición con UP, era necesario hacer piña porque la salida de alguno de los cinco de UP, o de cualquier otra autoridad, podría desmontar el tinglado conjunto del gobierno.
Y no es que no hubiera motivos para ceses/dimisiones. Con la excepción de media docena de ministros que ya sea por su prudencia o por su anonimato no han estado en entredicho (Calviño, Robles, Planas, Reyes, Darias), todo el resto, incluido el presidente, han dado motivos suficientes para estar cuestionados.
Sospecho que ha habido una conjura de no dimisión en el gabinete y por ello el presidente se resistirá a que tal conjura quiebre aunque sea por un flanco tan debil que no afecte al líder, ni a ninguno de sus vice, sus ministros, secretarios generales, directores, sino a un modesto subdirector general aunque eso si, muy expuesto a los focos, a las portadas y a la televisión. Si Simón tuviera que dimitir, detrás de él podrían venir otros. Por eso le están defendiendo todos y particularmente le defienden los ministros más frágiles.
Es posible que el doctor nos sorprenda y no le quede mas remedio que arrojar la toalla. Sería la excepción que confirma la regla. Todo se aclarará en pocos días: los clamores de indignación suelen durar una semana. Si Simón la rebasa, su escándalo quedará tapado por el próximo que surja. Y no duden que surgirá.