Jorge Fuentes. Embajador de España.
Recuerdo la ilusión y esperanza con que el movimiento Podemos fue acogido por algunos millones de ciudadanos que veían en sus líderes -Iglesias, Errejón, Monedero, Bescansa- una forma distinta de hacer política y unas voces nuevas que zurraban de lo lindo a los privilegiados de este mundo, a la casta, a los banqueros, a los empresarios. Aquello era música reparadora para los millones de parados, de indignados, de desesperados, de olvidados. He tenido conocidos e incluso amigos que creían en Podemos y les votaban.
De aquellos socios iniciales, procedentes todos ellos de la Facultad de Ciencias Políticas de la Complutense, mi Alma Mater, no queda nadie. Bueno si, queda Pablo Iglesias Turrión (en lo sucesivo PIT), pero ya no es aquel joven lleno de rabia contra todo y contra todos, frecuente visitador de tertulias, muy activo en escraches, en insultos a las fuerzas del orden, lleno de resentimiento contra los que no residían en un barrio obrero, como lo hacía él, en el Vallecas de sus demagogias.
¿Que quedó de aquel PIT? Muy poco o nada. Después de una retahíla de "ligues" de usar, colocar y tirar, ha recalado con Irene y sus tres retoños.
Ha dejado en el camino muchos pecados mortales, tres de ellos particularmente graves, casi todos ellos judicialmente punibles, aunque en el endeble sistema político español, todo esté calando.
El primero, es el pecado original ya que se encuentra en el propio origen del Movimiento: la financiación por parte de países totalitarios, uno de los cuales -Venezuela- se intenta importar como modelo bolivariano a seguir.
El segundo pecado -el traslado de Vallecas a Galapagar- no es legalmente punible. Solo refleja la contradicción interna del personaje, que tras vapulear a la casta opulenta residente en buenos barrios y tras regodearse de las agresiones a la Guardia Civil, ha comprado un casoplón y tiene ahora a casi una división de guardia civiles cerrando su calle y protegiendo su morada. Políticamente hablando, es el error que más daño está causando a PIT y a su partido ya que convierte a su lider en miembro destacado de la casta.
El tercer pecado, Dina Bousselham, es el más indecente de los tres. Sobre la base de la desaparición de la tarjeta del movil de su "consejera " en Bruselas durante sus tiempos de europarlamentario, quiso minar las bases de las cloacas del Estado, hasta que quedó probado que la cloaca era él y también él quien había ocultado y destruido la tarjeta famosa que contendría vaya usted a saber qué clase de indiscreciones con su consejera bruselense. Pero ese no es nuestro problema. La ministra de igualdad ya le habrá leído la cartilla.
El hecho es que con esos tres y otros pecadillos, Pablo e Irene llegaron al Gobierno gracias a Pedro y este es el día en que no se ve cómo ese contubernio puede desmontarse. Visto lo visto, algún millón de votantes se apearon del carro, pero los que siguen parecen haber fortalecido y radicalizado sus convicciones.
Al resto de españoles nos tiene "pasmaos" y, como pronosticaba Alfonso Guerra, no sabemos cómo puede haberle pasado esto a España, a la que empezamos a no reconocer.