Jorge Fuentes. Embajador de España
Admiro a los periodistas profesionales. Al mismo tiempo los compadezco. Día a día, haga frío o calor, haya noticias importantes o no las haya, tienen que escribir, informar, trabajar. Qué suerte tenemos los periodistas accidentales que podemos permitirnos el lujo de escribir solo cuando hay alguna novedad que nos parece relevante o cuando nos sentimos inspirados.
A los políticos les ocurre algo parecido: solo trabajan cuando intuyen que ya no hay más remedio que hacerlo y ello suele ser cuando se acercan las elecciones, es decir, cada cuatro años. El largo intermedio puede considerarse como un tiempo muerto en que los partidos, los políticos, pueden vaguear y como consecuencia, actuar de forma absurda, sorprendente para la ciudadanía en general que observa atónita la actuación de sus dirigentes.
Veamos algunos ejemplos: ¿A quién no le está sorprendiendo ver a Sánchez paseándose casi del bracillo con la endomingada Yolanda Díaz, por los jardines de La Moncloa, haciéndose arrumacos, engordando el ego de la disfrazada comunista?
¿Cómo explicar ese idilio político? Muy sencillo: recurriendo al tiempo muerto. Durante este, Sánchez puede permitirse el lujo de jalear al comunista partido socio. Ya veremos si cuando dentro de un par de años se acerque el periodo electoral y los comunistas de Díaz pueden arañar votos a los socialistas, no se produce un cambio de actitud, aunque sea moderada para no destruir las posibilidades Frankenstein.
Otro ejemplo. ¿Consideran ustedes lógico que el Partido Popular, en un momento en que las encuestas -excepto las del Sr. Tezanos, naturalmente- le dan vencedor, bastante por encima del PSOE, cuando están fuertes en media España, se dedique ahora a peleas internas, en su autonomía más fuerte que es Madrid?
Otra vez la explicación está en las veleidades que los políticos se permiten cuando aún no existe la presión electoral. Sin duda, las escaramuzas que han aparecido en Madrid como consecuencia del importante éxito de la Presidente Ayuso se resolverán pronto y el liderazgo único del PP llegara incuestionado a 2023.
Lo mismo cabe decir de la actitud de Vox que en sus congresos y mítines carga contra su inevitable socio de la derecha, mucho más que contra el indudable rival que se encuentra en la izquierda y en todos los restantes polos inconstitucionales.
En el fondo, tanto en la derecha como en la izquierda y en los cuatro principales partidos que los integran se produce un fenómeno parecido: durante el tiempo muerto pueden subrayar sus diferencias entre sí. Recuerden la dureza con que Casado fustigó a Abascal en el curso de la Moción de censura de Vox al Gobierno. Hemos visto que Sánchez opera en el sentido justo contrario. Esperemos a ver cómo evolucionan las posturas cuando llegue el periodo electoral. No cabe duda que Casado, Egea, Ayuso igual que Abascal, Ortega Smith, Espinosa de los Monteros arremeterán contra las izquierdas donde se concentran todos los males que siempre han denunciado y que se concentran en la coalición Frankenstein.
Por el momento no hay nada ganado ni nada perdido. España estará ocupando la presidencia de la UE cuando se convoquen las elecciones en 2023. Para entonces habrán llegado fondos de la Unión, desde el gobierno Sánchez puede recurrir a mil argucias que le haga recuperar el terreno perdido y el desgaste conocido. El PP debe espabilar si quiere acceder al Gobierno.
Hasta entonces, distráiganse ustedes señores políticos. Organicen sus congresos, sus conferencias, sus asambleas diviértanse, pero procuren hacerlo sin engañar al personal. Si no tienen gran cosa que hacer en estos meses de descanso, por qué no se dedican ustedes, por ejemplo, a resolver los problemas que para la ciudadanía resultan acuciantes como son el paro, el coste de la vida, la inflación, el precio de la electricidad, las pensiones. Problemas, ¡y gordos!, no faltan.