José Antonio Rodríguez. Asesor Fiscal.
Con independencia de la oportunidad o no del auto del juez Ruz en la víspera de un debate en el Congreso sobre la corrupción que acabó el jueves pasado con el ya tradicional "y tú más" entre PP y PSOE, error craso de ambos ya que los daños colaterales aumentan y en la herida abierta a la ciudadanía solo han conseguido echar un poquito más de sal, en la que imputaba a la entonces ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Ana Mato bajo la argumentación de haberse beneficiado de las prebendas que presuntamente recibió su marido Jesús Sepúlveda, ex alcalde de Pozuelo de Alarcón por la trama Gürtel.
Matizar que a ella no se le acusa de responsabilidad penal alguna, sencillamente argumenta el juez que al estar casada con el señor Sepúlveda y compartiendo entre otras, cuenta bancaria, parece obvio que conocer, tuvo que conocer, ya que un alcalde no se presenta de la noche a la mañana con un jaguar nuevo salvo que haya heredado o le haya tocado la lotería, que de eso algo sabemos.
Mato ha dimitido si o si y esta es la dinámica que en todas las fuerzas políticas deben instaurar con normalidad y habitualidad y me explico. No se trata, como es el caso de la señora Mato, de que no haya sido participe, ni que directamente se lo haya llevado crudo, sino que el conocimiento que tiene de una situación irregular, le hubiera debido llevar necesariamente en su día a dimitir y no lo hizo.
Nuestros partidos políticos tienen la costumbre de enrocarse en su posición y excusan hasta la saciedad a los suyos. La señora Sánchez de Izquierda Unida debe dimitir, pues como cargo político era conocedora de la adjudicación de una concesión a su hermano y no se abstuvo, voto a favor y era conocedora de la situación irregular por la que su padre accedió a la vivienda de protección oficial.
En resumen, no se trata solo de la imagen de quien gobierna, sino también la su círculo próximo, en tanto en cuanto tenga que ver la cosa con dineros públicos, ya que el ámbito de la empresa privada es harina de otro costal.
Los anglosajones, especialmente los ingleses tienen estas normas de funcionamiento muy claras y no hay excusas, quiero recordar una de las últimas dimisiones del gobierno de Cameron en las que su ministra de Cultura María Miller dimitió por una bagatela: 7.000 euros por gastos de vivienda que parecieron excesivos, y que devuelve. Aquí por esa cantidad ni se molestan en comparecer.
No se trata de comportamientos hipócritas que solo pretenden contentar a la galería, sino que además entienden que el respeto y la credibilidad del sistema lo dan los que gobiernan y no tanto porque ganen un poco más o un poco menos o tengan un plan de pensiones por su actividad que suele ser corta y desagradecida, sino por su honradez y porque evitan ese mal endémico llamado nepotismo.
Por cierto la chica esta, la... Sánchez, ¿no es la novia de Pablo Iglesias? Pues lo del piso del suegro, igual lo sabía.