Miguel Bataller. Ciudadano del Mundo y Jubilado.
No creo que nadie me pueda negar, la evidente caída de la calidad de los servicios médicos de nuestra Seguridad Social Española.
Es innegable la preparación profesional de nuestros médicos y auxiliares sanitarios a todos los niveles, así como la calidad de las instalaciones puestas a su servicio e incluso la de todo el personal auxiliar que conforma y completa la Sanidad Pública Española, pero me gustaría poder explicar razonadamente los motivos, por los que los españoles hemos pasado ponderar la excelencia de todo el entramado, como yo lo hice público y notorio hace apenas unos años y ahora las quejas se acumulan una tras otra.
Sin la menor duda la Pandemia del Covid, ha venido a saturar en momentos puntuales la capacidad de nuestros hospitales y sus profesionales se han tenido que multiplicar con una dedicación admirable en todos los casos y heroica en no pocos.
Cada palo ha aguantado su vela y en los momentos más dramáticos y desesperados, todos los españoles comprendimos lo delicado de la situación y asumimos con paciencia y resignación toda esa problemática.
Sin embargo, una vez superada con notable resultado lo que se ha llamado la quinta ola, considero que la atención médica generalizada aún no ha alcanzado el grado de normalidad y calidad que debería de vivirse.
La mayoría de las consultas médicas, se vienen realizando por vía telefónica y eso no puede ser una situación generalizada.
Quienes afortunadamente gozamos de muy buena salud, al no necesitar atenciones especiales, vivimos una situación que podría considerarse absolutamente normal.
Pero los enfermos crónicos o aquellos que sufren inconvenientes puntuales que se repiten con más frecuencia, si se suelen quejar y precisamente por eso he escrito esta columna.
No es una crítica a un sistema, que por el hecho de ser Universal, está obligado a atender a todo el mundo que llega a un Centro Médico u Hospital.
Hay una queja generalizada por parte del personal, tanto de sus ingresos como de los medios puestos a su disposición y en medio de esa situación nos encontramos ante el hecho innegable de que gran parte de nuestros profesionales optaron por emigrar a Europa, donde sus salarios son mucho mejores y sus condiciones laborales profesionales menos estresantes de las que sufren aquí.
Como mero observador, en contacto muy frecuente con el mundo laboral sanitario español a todos sus niveles, me atrevo a escribir esta columna, con la esperanza de que en un futuro muy próximo, se puedan dar los pasos necesarios por nuestros responsables políticos para enmendar los errores que puedan existir y volver a disfrutar de aquel servicio médico y hospitalario español, que tanto valoré y ponderé yo hace apenas un lustro.
Hasta la semana que viene amigos.
