Vicente Pallarés. Alcalde de Sant Joan de Moró y diputado provincial.
Todo necesita un equilibrio. Es tan malo pasarse como quedarse corto… Y las mal llamadas políticas ecológicas y animalistas de la Generalitat de Ximo Puig han provocado, como era de esperar, una superpoblación de especies cinegéticas que está causando graves quebraderos de cabeza, de manera muy especial, a los agricultores, aunque afecta a toda la ciudadanía.
Y es que con las plagas de jabalíes, conejos y corzos ha llegado la destrucción de cosechas, los accidentes de tráfico y hasta la transmisión de enfermedades. Estas son, a grandes rasgos, las principales consecuencias de este exceso de animales, pero, lamentablemente, no son las únicas… La presencia en ciudades y zonas residenciales de jabalíes, con ejemplares que han llegado a superar sobradamente los 100 kilos, supone un peligro para las personas. De hecho, han sido los causantes tanto de la destrucción de mobiliario urbano como de numerosos accidentes de tráfico que, incluso, han dejado víctimas mortales. Pero es que, además, el exceso de población de estas especies cinegéticas también es un peligro para los propios animales.
Es necesario –y urgente- recuperar el equilibrio y, para eso, la Generalitat debe contar con los cazadores. La solución se encuentra en la caza, y el Consell y los cazadores deben trabajar unidos para solucionar este problema que ya es grave. Hay que comenzar a ver al cazador como lo que verdaderamente es: un agente medioambiental cuya labor es imprescindible en el mantenimiento del ecosistema. En mantener el equilibrio en la naturaleza.
Por eso, el PP va a presentar una moción en la que vamos a pedir que la Diputación de Castellón inste a la Generalitat de la necesidad de potenciar la caza y su función medioambiental con ayudas para que, entre otros aspectos, los cazadores colaboren en el desarrollo de medidas de gestión forestal y de prevención de incendios.
Desde la izquierda se ha demonizado al mundo de la caza y de los cazadores. La caza se ha practicado desde tiempos inmemoriales como un mecanismo de control y equilibrio que debemos poner en valor. Pero, además, la actividad cinegética es un instrumento de creación de empleo y freno de la despoblación rural. No podemos seguir mirando hacia otro lado.