María Ángeles Pallarés. Alcaldesa de Canet lo Roig y Diputada Provincial
"Donde dije digo digo Diego" es un conocido refrán popular que bien podría servir para definir la política y el modus operandi del gobierno de Pedro Sánchez y sus ministros. Su mandato pasará a la historia, además de por sumir el país en una aciaga época de crisis y máxima crispación, por las continuas contradicciones y los incontables y peligrosos bandazos que evidencian que no hay nadie al timón de un barco que, irremisiblemente, va a la deriva.
Prácticamente cada semana nos sorprenden con una nueva y flagrante decisión que escapa a la comprensión si se basan en anteriores manifestaciones en las que anunciaron todo lo contrario; desde las alianzas mil veces negadas previamente como las que les hacen socios de gobierno de, entre otras barbaridades, partidos proetarras, a acciones que conllevan el abuso de los derechos básicos de la ciudadanía o atacan directamente a su punto más sensible como la economía familiar en tiempos de crisis. Claro ejemplo lo tenemos en la subida de las tarifas eléctricas, tantas veces negada en el caso de que actuasen como interlocutores, y que colocan al más que nunca sufrido contribuyente en una tesitura complicada para conseguir recuperarse y mirar hacia el futuro con cierta esperanza.
Si, obviamente, el gobierno Sánchez no es el responsable de una crisis sanitaria de dimensión mundial, sí lo ha sido de la pésima forma de gestionarla en nuestro país y el desconocimiento no sirve de excusa cuando ha quedado patente la prepotencia y el total desinterés por los ciudadanos con el pregonado e inexistente comité de expertos que, al principio, día sí y día también proponía o no, al mismo tiempo y con apenas días de diferencia, el uso de la mascarilla. Ahora, Sánchez anuncia que, a partir del día 26 podemos liberarnos de ella y, si tenemos en cuenta todo lo anterior, es cuando menos cuestionable si la decisión obedece a motivos basados en conocimientos de profesionales de la medicina o simplemente es una ocurrencia arbitraria. Tiempo habrá, sin duda, de comprobar si es en pro del bien común o, como todas las anteriores decisiones, sumen a la ciudadanía en otro complicado escenario. Para ello tenemos la siempre bendita hemeroteca que se ha convertido en la mejor crónica de la muerte anunciada de un gobierno que, desde que se instauró a en España, se llena la boca con la palabra "compatriotas" pero prima sus caprichos, intereses y enriquecimiento económico personal por encima del bienestar y la calidad de vida de la ciudadanía.