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jueves, 21 de noviembre de 2024 | Última actualización: 13:24

Orar por las Vocaciones

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El IV Domingo de Pascua, domingo del “Buen Pastor”, la Iglesia celebra la
Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y por las Vocaciones nativas en los
territorios de Misión. Jesús, el Buen Pastor, entrega su vida por las ovejas para que
tengan vida en abundancia. Es la nueva Vida que brota de su muerte y resurrección,
destinada a todas las gentes. Por eso el mismo Jesús nos dice: “La mies es abundante,
pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande
trabajadores a su mies” (Mt 9, 36-38).
Él mismo, antes de llamar a sus apóstoles pasa la noche a solas, en oración (cf.
Lc 6, 12). A los pescadores Pedro, Andrés, Santiago y Juan les dice: “Venid en pos de
mí y os haré pescadores de hombres. Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron”
(Mt 4, 19-22). La llamada de Jesús implica dejar sus planes y ocupaciones para seguirle,
estar y caminar con él compartiendo su misión. Jesús les enseña a entregar como Él su
vida a Dios y a los demás, para que la misericordia de Dios llegue a todos.
Jesús sigue llamando hoy para compartir su vida y su misión. Como la vocación
de los apóstoles, toda vocación cristiana –al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada
y también al laicado, al matrimonio cristiano- son fruto de una insistente oración al
‘Señor de la mies’. Toda comunidad cristiana ha de promover con la oración y
acompañar las vocaciones, especialmente las vocaciones al sacerdocio ordenado y a la
vida consagrada. Y ha de suscitar en niños y jóvenes la pregunta por su vocación.
También hemos de sostener con la oración y la colaboración económica las vocaciones
de especial consagración en los territorios de Misión, para que ninguna de ellas se quede
frustrada por falta de recursos.
El lema elegido para la Jornada reza ‘ponte en camino, no esperes más’. Es lo
que hizo María cuando el ángel le dijo que su prima Isabel, en su ancianidad, estaba
encinta de seis meses. “María se levantó y partió sin demora’ (Lc 1, 39), para servir a
su prima Isabel, llevando en su seno al Hijo de Dios. María hubiera podido quedarse en
Nazaret; pero confió plenamente en Dios, se levantó y fue aprisa a servir a Isabel y
llevarle la alegría del Niño Dios ya en su seno. Como María, el niño o joven, que se ha
encontrado con Cristo resucitado, se pone en camino sin demora hacia Dios y hacia los
demás; ello les llenará y llena a otros de alegría. Como María no pueden dejar de
compartir los dones recibidos del Señor. Jesús es el mayor regalo que un niño o joven
pueden llevar a otros. Es el momento de levantarse y ponerse ya en camino para llevar a
otros al encuentro con Cristo resucitado.